Barranca Grande, Ver., 19 de abril. Pese a que fueron desalojados hace siete meses, luego que un alud arrasó parte del pueblo y mató a dos personas, muchos regresaron a Barranca Grande, pero la mayoría se volvieron moradores de entrada por salida.

Los habitantes de esta pequeña comunidad del municipio de Ixhuacán de los Reyes, declarada zona de desastre en septiembre de 2008, la abandonan por la noche o si hay amenaza de lluvia.

El gobierno estatal no ha cumplido su promesa de construir 365 viviendas, pese a que recibió recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) a finales de 2008. Muchos de los damnificados siguen hacinados en un salón comunitario de la cabecera municipal.

La tarde del 7 de septiembre, tras horas de lluvia, los cerros comenzaron a desgajarse alrededor de Barranca Grande y causaron un alud que arrasó viviendas y anegó el poblado. Una madre y su hijo de tres años murieron sepultados en su casa.

Isidro García Pereda, agente municipal, recordó que el 3 de octubre de 2008 la Secretaría de Gobernación emitió la declaratoria de desastre para la comunidad y el gobernador Fidel Herrera anunció que el Instituto Veracruzano de Desarrollo Urbano y Vivienda compraría un predio en Xixitla para reubicar a los damnificados.

Siete meses después ni siquiera se ha comprado el terreno pese a que los afectados ya hicieron dos plantones ante las oficinas del gobernador en Jalapa. Nadie sabe qué destino tuvo el dinero; nadie nos informa, lamenta García Pereda.

El director de Patrimonio del Estado, Antonio Flores, asegura que ya se inició el trámite para comprar el terreno, aunque se negó a precisar cuándo empezarán a construirse las viviendas.

Muchos damnificados dejaron el albergue y volvieron al poblado para rescatar parte de la cosecha de café, pese al riesgo.

En las últimas dos semanas, decenas de niños que toman clases en Ixhuacán de los Reyes –donde están refugiados– también regresaron a Barranca Grande para ayudar en los cafetales.

María del Castillo, de 68 años, y Maximiano Muñoz, de 86, sólo estuvieron 20 días en el refugio y regresaron a sus casas. “Si el gobierno incumple la promesa de reubicarnos, ¿pa’ qué nos vamos? Aquí viviremos con lo que podamos”.

Además, las autoridades redujeron las provisiones para alimentar a unas 400 personas en el albergue. La situación es peor para los enfermos, especialmente los ancianos, pues el DIF les quitó medicinas, pañales y alimentos especiales.

Sin comida, sin trabajo, sin dinero ni vivienda, mejor volvemos al pueblo aunque debamos correr cada vez que llueve, porque se olvidaron de nosotros, resume uno de ellos.