No obsesionarse con una sola hipótesis, uno de los aciertos de Backyard/El traspatio
En un contexto real, la ficción ayuda a desarrollar el filme que se exhibe en la Cineteca Nacional
Domingo 12 de abril de 2009, p. 7
El tigre comenzó a comerse a uno del pueblo, cada mes. Con el tiempo, la gente se fue acostumbrando. El cuento es narrado por la policía Blanca Bravo (Ana de la Reguera), en la película Backyard/El traspatio (2009), para ilustrar lo que ocurre en Ciudad Juárez con los feminicidios. “Una muerta cada mes o cada semana… ya se sabe y nadie se agobia”, explica la agente que sí se agobia por hacer justicia.
Si bien las historias conductoras de la cinta (www.backyard-eltraspatio.com/) son ficción, el contexto está rigurosamente documentado por la guionista y coproductora Sabina Berman. Incluso se reproducen citas de políticos y varios personajes están basados en personas reales y hasta conservan el nombre, como la jefa del buró de The New York Times en México, Ginger Thompson (tuvo ese cargo hace pocos años).
El problema de fondo, dice Bravo en el filme, es que si alguien mata a una mujer en Ciudad Juárez y tira el cadáver en el desierto, se puede ir a dormir tranquilo, con la confianza de que el crimen se investigará nada o poco.
Pero entonces, ¿qué tipo de sociedad es ésta que cuando puede hacer lo que sea
sin que haya consecuencias, sus hombres eligen matar a sus mujeres?
La impunidad no explica todo. La cinta muestra el entorno: una terrible descomposición del tejido social, en la que mucho tiene que ver el sistema económico basado en la maquila. La historia paralela a la de la policía cuenta la vida de Juanita (Azur Zagada), una alegre y vital joven tabasqueña que llega a vivir con su prima y, con ella, trabaja en la maquila. El traspatio deja claro que en Ciudad Juárez, las obreras viven expuestas y vulnerables.
La conclusión es que la vida de una mujer no vale nada.
Pero, como ilustran las cifras de asesinadas ofrecidas al final de la cinta, lo mismo ocurre en el estado de México, España, Estados Unidos...
La cinta, dirigida por Carlos Carrera (ganador de la Palma de Oro por su corto El héroe y director de la exitosa El crimen del padre Amaro), es durísima, y uno no sale de la sala preguntándose qué sentido tiene ver una película más sobre los feminicidios en Ciudad Juárez. Esta cinta tiene sentido. Sí, oprime el corazón, sobre todo cuando parece que hay casos en los que no queda más que la justicia por mano propia. Pero también da esperanza ver al puñado de valientes que luchan a diario por cambiar las cosas.
Uno de los aciertos que más se escucha sobre El traspatio es que no se casa con una hipótesis sobre el origen de los feminicidios. Plantea distintas posibilidades: asesinos seriales (entre ellos, hombres con dinero para corromper), la industria de películas snuff, el tráfico de órganos, más la violencia intrafamiliar y los asesinatos aislados, que se cobijan con la impunidad reinante.
En febrero pasado, la cinta se estrenó en salas comerciales. Fue vista por cerca de medio millón de personas, según el director (citado en el blog de la Cineteca Nacional: http://imer.gob.mx/programas/carteleracinetecanacional/).
Backyard/El traspatio (productoras Tardan-Berman y Argos y distribuidora Paramount Pictures) se proyecta hasta el jueves 16 (exceptuando el lunes 13) en la Cineteca Nacional.