Será trasladado a finales de 2010 a un edificio que se construirá en Cuajimalpa
Sábado 11 de abril de 2009, p. 28
El gran cofre
que resguarda la memoria histórica de México cambiará de morada.
El Archivo General de la Nación (AGN), patrimonio documental del país, será sacado del Palacio de Lecumberri (inmueble que lo ha albergado durante los últimos 27 años) con el propósito de instalar en un moderno edificio el valioso acervo, integrado por cerca de 375 millones de fojas, cien millones de imágenes y 70 colecciones fotográficas.
Un mundo de papeles, miles con respaldo en sistemas informáticos y otros tantos alojados con técnicas especializadas que hacen posible su conservación.
En la mudanza irán desde los documentos más antiguos que posee (recuentos de corte religioso del siglo XIII conocidos como Beatos de Liévano
) hasta aquellos que validan la génesis del Estado mexicano, así como testimonios de la historia reciente: lo que hicieron los gobiernos priístas, en el poder hasta el último tramo del siglo XX.
Por supuesto, en el AGN están las constancias de la matanza de Tlatelolco, en 1968, y del encarcelamiento de los protagonistas de ese movimiento estudiantil, justo en las celdas de Lecumberri, hoy convertidas en bodegas de la historia.
Para el traslado, programado hacia finales del próximo año, las autoridades del AGN solicitarán la custodia del Ejército Mexicano.
No es para menos, señala el director del archivo, Jorge Ruiz Dueñas; se trata del resguardo de los documentos fundamentales de la patria.
Ya no será en carretas huyendo del acoso del ejército francés, como lo hizo Benito Juárez en el siglo XIX, pero sí será necesaria la fiscalización que garantice un traslado con pulcritud.
El presidente Juárez es uno de los grandes orgullos para los archivos de México; es reconocido como el gran protector porque cargó en carretas de seis ejes el patrimonio documental del país. No se llevó las hojas de trámite sino los escritos fundamentales de la nación.
Algunos los entregó a los campesinos para que los resguardaran en cuevas en San Luis Potosí; varios guardianes fueron asesinados porque los traidores
creían que era dinero el tesoro que Juárez protegió y pidió defender con celo.
“El AGN –agrega su director– es el gran cofre donde se guardan papeles de la gran familia mexicana. Lo que somos, de dónde venimos; qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal; los retratos y los papeles de nuestros ancestros; cómo se ha forjado nuestra patria desde antes que fuéramos el Estado mexicano, desde antes del acta de nacimiento: el acta de la Independencia.”
En este gran baúl se pueden hallar, por ejemplo, documentos históricos, pero también joyas
que se han recuperado, como aquellos escritos que le arrebataron a José María Morelos y Pavón cuando estaba preso; la propia Acta de Independencia, también recuperada, así como las Constituciones originales (promulgadas en 1824, 1857 y 1917).
El AGN posee documentos reconocidos por la UNESCO como parte de la memoria del mundo
: el códice Techialoyan, de Cuajimalpa (el cual describe –con elementos pictóricos y textos en náhuatl– cómo las comunidades indígenas fueron establecidas en varios lugares del valle de México), y los del Marquesado del Valle de Oaxaca: la Cédula Real que expidió Carlos V en 1529 para otorgarle a Hernán Cortés el territorio conquistado y todo lo que en él se hallaba, 23 mil vasallos a perpetuidad y el grado de capitán general de la Nueva España.
En este gran archivo, el más importante de América Latina por el volumen de documentos y antigüedad de los mismos (especialmente por la cantidad de manuscritos coloniales que contiene), se puede encontrar también parte de la memoria fotográfica de la historia de la nación.
Las imágenes resultan un deleite. Por ejemplo, hay una colección de niños de principios de siglo XX, cuando encima del papel solía escribirse la referencia del retrato. Por ejemplo, aparece un voceador de Guadalajara, en 1906, descalzo, con la ropa rota; un vendedor de pescado, presumiendo el resultado de su jornada; una niña indígena, con su cabello largo y suelto, recogiendo agua en el río; artistas industriales
haciendo trazos, o adolescentes de la alcurnia porfiriana.
El AGN guarda manuscritos de próceres de la patria; el modelo original del escudo nacional y poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, sólo por mencionar algunos de los millones de expedientes guardados en este gran baúl.
Pero no es la primera vez que el patrimonio histórico se muda de casa. En 1790 fue fundado el primer archivo de los documentos oficiales y se designó para su instalación el nuevo palacio de Chapultepec; luego, en 1823, el archivo se hallaba en el Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores. Para 1872 se le da el nombre de Archivo General y Público de la Nación. Contaba entonces con 18 mil 849 legajos y 30 mil volúmenes.
En 1918 pasa a la Secretaría de Gobernación y a partir de entonces se le denomina Archivo General de la Nación, con instalaciones en Palacio Nacional. En 1973 se mudó al Palacio de Comunicaciones y en 1977 se designó la antigua cárcel de Lecumberri como su nueva casa, traslado que ocurrió hasta 1982. Para 2010 está programado el cambio hacia el inmueble que será construido en el rumbo de Cuajimalpa, por la salida a Toluca. Se espera que ésta sea su morada por muchos años.
El AGN irá a la periferia de la capital del país, aunque todavía no se informa qué se hará con las 866 celdas y el torreón de Lecumberri.
–Ahora ya no serán utilizadas carretas para el traslado del archivo nacional, pero sí camiones y elementos informáticos, ¿está garantizada la seguridad en la mudanza? ¿estará libre de filtraciones, pérdidas o caídas del sistema?
–Lo debemos garantizar hasta con nuestra vida. Si a mí me tocase ese traslado, me encerraría en el camión donde van, lo que yo llamo, los documentos fundamentales de la Nación, comentó a La Jornada Ruiz Dueñas, investigador nacional en ciencias y humanidades, abogado y poeta.