La prueba del cedazo para el PRD
Urge una verdadera organización de izquierda
l PRD no pudo. Se pudrió antes de madurar. Renunció a la gente para pactar con el poder, y es muy probable que este domingo esa gente le demuestre su rechazo y le diga con urnas semivacías que fracasó como la alternativa viable para el cambio.
Eso no quiere decir, de ninguna manera, que la clientela se vaya a abstener. Ya veremos que desde muy temprano, a la apertura de las casillas, los que cambiaron su voto por una despensa estarán listos a sufragar, y junto con ellos los que tienen miedo a perder alguno de los beneficios que les proporciona el gobierno delegacional, pero también harán fila los empleados a quienes se amenaza si no asisten a la urna, y saben ¿qué?, no serán suficientes.
La elección entonces estará resuelta con la participación casi única del o los aparatos clientelares que tiene cada una de las tribus. Que nadie se atreva a dudarlo, el domingo votará el aparato, nada más. Los ciudadanos comunes, que ya no entienden al PRD de Ortega ni el inconmensurable cinismo de René Arce y su hermano, Víctor Hugo Círigo, y tampoco aceptan más juegos sucios, no irán a las urnas, y eso marcará, de una vez por todas, el camino hacia la desaparición total de aquel PRD que la gente pensó como la posible opción de cambio hacia un país menos desigual. Quedará, como ya hemos dicho, sólo el cascarón.
Esto, que le ha quedado bien claro a Andrés Manuel López Obrador y a Marcelo Ebrard, y que nunca ha entendido Alejandro Encinas, lo grita la gente, se los grita la gente que ha hecho del rompimiento con el PRD chuchista, el PRD de los Arce y los Bejarano, una exigencia cada día más fuerte, más sólida, más articulada. Esa realidad que habrá de manifestarse el domingo con todo lo agrio del repudio, tal vez no se mire en la elección de julio, porque a fin de cuentas la ciudadanía del Distrito Federal no dejará pasar a la derecha, sea panista o priísta, pero seguramente esa elección general será la última que el PRD pueda ganar.
Y luego, para 2012, deberá estar creada y funcionando una nueva opción que cumpla con las aspiraciones de la gente que mira en un organismo de izquierda verdadera, la forma de romper la historia de la crisis que vive el país desde hace más de un lustro.
Por lo pronto, y esto debe quedar claro, las mafias políticas que todavía a mitad de semana se repartían territorios, se ponían de acuerdo para disfrazar el acarreo con el fin de que no se les cuente como gasto de campaña y acordaban márgenes de respeto
para otorgar premios
al votante (léase intercambio de despensas por votos), deberán desaparecer del nuevo organismo, para que la gente pueda darles su confianza, de otra manera sólo se repetiría el fracaso.
Si bien es cierto que Nueva Izquierda y su sometimiento a las condiciones del poder colmaron de desesperanza a quienes creyeron en ese organismo, también lo es que durante su vida –apenas dos décadas–, el PRD ha ido acumulando vicios y prácticas torcidas que lo han convertido en una especie de mafia donde se construyen liderazgos, se ejercen venganzas, se acuerdan traiciones. Donde los jefes deciden la vida o la muerte política de los militantes.
Eso, ya no se debe tolerar. Sí hay, estamos seguros, vida en la izquierda después del Partido de la Revolución Democrática, además hay bases sólidas, bien cimentadas para asegurar que una nueva organización, alejada del chantaje y la corrupción, sin ambiciones espurias, puede emerger en cualquier momento.
Tal vez sea este domingo cuando se demuestre que ya no hay nada que hacer para salvar al PRD de sus propios vicios.
De pasadita
Ni modo, a falta de PAN, Sodi de la Tijera. ¿Se acuerda usted de aquel nefasto señor que alguna vez quiso ser jefe de Gobierno y quedó derrotado? Bueno, pues ahora lo han revivido los azules, que no tienen cómo tapar el hoyo que les hizo Gabriela Cuevas en la delegación Miguel Hidalgo, y aun en contra de la misma delegada, postularán a Demetrio.
Triste fin para quien quiso gobernar una ciudad, y ahora pretende, de perdida, mandar en algunas colonias. Pero en fin, hay que entenderlo, la crisis es la crisis.