tra vez todo se confabula contra los más débiles. En el caso de los niños y niñas bajo custodia de Casitas del Sur, y que no aparecen por ningún lado, la ineptitud y/o la negligencia de las autoridades conformó el vacío perfecto que fue llenado por particulares dedicados a, desde su punto de vista, la tarea de redimir a infantes violentados por sus familiares y las flagrantes condiciones socioeconómicas que conformaban su lacerante entorno.
Se cuenta con suficiente información como para hacerse de ideas claras sobre los entretelones de la impunidad que cruza el caso. Interesados en arrojar luz sobre el tenebroso asunto abrieron un sitio en el que se recopilan notas informativas, testimonios, reportajes y análisis en torno a la asociación civil que maneja Casitas del Sur, y sus similares en otras ciudades del país, y sus vínculos con una asociación religiosa denominada Iglesia cristiana restaurada. Cualquiera que lo desee puede acceder al lugar digital (hay que teclear www.losperfectos.jimdo.com en el buscador) y cerciorarse por sí mismo de que lo hoy hecho público –menores al arbitrio de sus autopretendidos protectores– tiene raíces profundas que autoridades locales y federales nada más no quisieron ver en su momento. Dejaron hacer y crecer el manejo de los albergues al gusto de quienes los dirigían, con escaso o nulo control de los gobiernos respectivos.
En agrupaciones de carácter religioso que desarrollan estrictos, y hasta autoritarios liderazgos, se dificulta documentar sus excesos. Dado el carácter panóptico, que todo lo vigila y controla, las disidencias son reprimidas en distintas formas. Sea mediante el convencimiento, chantaje o temor que los liderazgos absolutamente verticales logran internalizar en su feligresía, ésta calla y se pliega a lo normado por la cúpula dirigente. Pero el férreo control comienza a resquebrajarse cuando alguien se atreve a develar lo sucedido hacia adentro de las puertas de la agrupación, en los terrenos donde se perpetran los abusos.
Por testimonios de dos personas que alcanzaron puestos prominentes en Casitas del Sur y la Iglesia Cristiana Restaurada, se puede trazar el estrecho vínculo existente entre albergues infantiles registrados como asociaciones civiles en Cancún, Monterrey y la ciudad de México y la Iglesia Cristiana Restaurada. Esto es importante porque las cabezas de ambas instancias niegan sistemáticamente relación alguna.
Elvira Casco Majalca, directora de Casitas del Sur desde 2002 y hasta agosto del año pasado, afirma que entre Reintegración Social AC (organización que controla el albergue) y la Iglesia cristina restaurada existe un vínculo directo. Sostiene que son los pastores de la asociación religiosa quienes nombran y/o destituyen a la persona encargada del refugio infantil. Como integrante de la agrupación religiosa, Casco Majalca estuvo desde los inicios de Casitas del Sur y conoce los lazos que ligan a una y otra instituciones. Menciona que ahora es señalada por la que fuera su iglesia como apóstata y está boletinada en el interior del movimiento, para evitar que alguna congregación vinculada a la Iglesia cristiana restaurada la reciba en su seno.
Otro personaje, Eduardo Escamilla, pastor por 13 años en la asociación religiosa de la que nos estamos ocupando, y que en 2007 abandonó por desacuerdos con quien él señala como dirigente espiritual del movimiento, Jorge Erdely Graham, va más allá de lo afirmado por Elvira Casco Majalca. Señala Escamilla que para proteger a Erdely Graham en sus ocasionales visitas a México, ya que no vive aquí sino en Canadá, el liderazgo local de la Iglesia cristiana restaurada adquirió armas y destinó personal para su custodia. Añade que la adquisición de las armas y la capacitación de los guardaespaldas se hizo con ingresos provenientes de la congregación localizada en Mixcoac, en el DF, y con fondos destinados a la obra del grupo en Cuba.
A causa de su desacuerdo con cómo se manejó el asunto de la protección a Jorge Erdely, a decir de Eduardo Escamilla el liderazgo de la Iglesia Cristiana Restaurada desató persecuciones contra él y su familia. De tal manera que se fue del país y encontró lugar en Venezuela para continuar su labor pastoral. Existen varios videos de sus predicaciones en You Tube. Escamilla sostiene que tuvo a su cargo la organización de las movilizaciones de integrantes de la Iglesia cristiana restaurada en 2005, con el fin de evitar que la Casita de Cancún fuera cerrada por las autoridades y lograr que su directora, Patricia Seoane, evadiera con éxito la acusación de retener ilegalmente a infantes en el albergue. En esa ocasión, rememora Eduardo Escamilla, la información que se dio a los feligreses para que se movilizaran en Cancún fue incompleta y ventajosa.
En la Casita de Cancún, en su similar de Monterrey (Centro de Adaptación e Integración Familiar AC) y las Casitas del Sur, en la ciudad de México, existen líneas de acción similares, si no es que iguales, que tienen saldos ominosos: niños y niñas que están desaparecidos, y las autoridades han sido incapaces de explicar a la opinión pública lo sucedido. Dan largas, pareciera que buscan la vieja maniobra de que el tema pierda interés en los medios, que se diluya en el limbo de los múltiples pendientes. Mientras tanto hay infantes de los que no se sabe cuál ha sido su destino, a los que se les ingresó en casitas pero han carecido de un hogar.