Christian Rea Tizcareño A los seis años de edad,
Altagracia Hernández descubrió que era
una niña atrapada en el cuerpo de un niño.
“Recuerdo que tomé el vestido de una prima.
Lo seguí haciendo a escondidas. En la adolescencia
había periodos en los que era mucha
la necesidad de expresar mi lado femenino.
Durante toda la etapa escolar me comporté
como un chico ‘normal’. A partir de los 20 se
volvió una necesidad tan grande, casi una
obsesión. Sin embargo, tenía pavor por todos
los conceptos que me enseñaron.
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Foto: Ángel Solano |
“Como me gustan las mujeres, yo no cabía
en ninguna etiqueta. Yo no sabía qué onda
conmigo, estaba en el limbo. Me veía al espejo
y pensaba ‘ese tipo no soy yo’. Cuando tuve la
oportunidad de entrar a Internet, encontré la
información y la ayuda necesaria en el grupo
Eón, de personas transgenéricas y transexuales.
“Se lo confesé a mi familia a los 24. Los reuní
en la sala de la casa. Ya había preparado mis
maletas por si me corrían. No les cabía en la
cabeza. Mi hermana menor decía que fuera a
buscar ayuda psicológica para que se me quitara
esa ‘confusión’. Mi mamá me dijo ‘yo lo sabía
desde siempre porque a veces encontraba ropa
de tu hermana debajo de tu cama o en tus
cajones’. Mi hermano no dijo nada, él es gay.
“Tenía más miedo de cómo fuera a reaccionar
mi papá. Se quedó callado todo el tiempo.
La única vez que habló fue para decirme ‘esta es
tu casa y de aquí nadie te corre, si tú te quieres
ir, es decisión tuya’. Me sorprendí. Al final, les
comenté que poco a poco ellos iban a notar
cambios en mi apariencia. Me dieron el avión.
Pensaron que al rato se me iba a pasar la locura.
“Mi papá y yo nos dedicamos a hacer cine.
Una mañana, después de una fiesta, desperté
sin desmaquillar. Me lo encontré en el pasillo
y le dije ‘al rato nos vemos en la asamblea’,
me contestó que sí y se subió a su cuarto.
Después salió mi mamá: ‘oye, dice tu papá
que te arregles, que no sale así contigo ni a
la esquina’. Me dolieron esas palabras. Fue
pasando el tiempo y se fue acostumbrando.
Ahora es de lo más normal.
“Empecé el tratamiento de reemplazo hormonal,
como la gran mayoría, automedicado.
Nos arriesgamos mucho. A una chica a los
seis meses le salió un tumor en el seno, y otra
falleció. Los medicamentos son caros. Por eso,
es importante que se tome en cuenta nuestro
derecho a la salud.
“Llevo tres años de ser chica de tiempo
completo. A raíz de mis implantes en los
senos, toqué el tema en mi trabajo y no hubo
tantos problemas. Era un secreto a voces. Me
dicen Maca, que en catalán significa guapa. En
una ocasión intenté cambiar un cheque en el
banco. Lo cancelaron. No me creyeron; pero
cuando voy a Hacienda a pagar mis impuestos
no me dicen ‘tú no eres fulanito, no pagues’”.
Tras la aprobación de la identidad legal para
personas transgéneros y transexuales por parte
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal,
Altagracia quiere contar con un nombre legal,
para adecuar sus documentos, estudiar una
carrera universitaria y tener más oportunidades
de empleo. No obstante que la reforma jurídica
tiene lagunas, “hay que seguir trabajando. En
el gobierno no hay especialistas en transexualidad.
De aquí a que entre en vigor, podemos
sensibilizar a los jueces. Además, a nivel federal
aún no hay leyes que nos respalden”.
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