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Moriré, pero mi memoria sobrevivirá. Una reflexión personal
sobre el sida, Henning Mankell.
Tusquets Editores, Barcelona, 2008. |
“Padecer el sida en Suecia o en un país como
Uganda son cosas totalmente distintas. Entre ricos
y pobres media un abismo, y ahí radica la diferencia
en todos los niveles. Incluso en los cuidados, incluso
en el dolor”, escribe Henning Mankell en Moriré,
pero mi memoria sobrevivirá, una crónica que delinea
la vida que se esconde detrás de la muerte que
se avecina, una marca para las personas con VIH en
África, región afectadísima por la infección y donde
el tamaño de la emergencia eclipsa a las opciones
terapéuticas que aminoran el dolor en los países
desarrollados. Al parecer no es el virus el que mata,
sino la pobreza y la indiferencia internacional.
El sueco Henning Mankell, célebre escritor
de novela negra —creador del inspector Kurt
Wallander, protagonista de una saga de 10 títulos—
sabe lo que dice: nacido en Estocolmo y
ahora director del Teatro Nacional en Mozambique,
conoce las antípodas del sida, el dolor de la pobreza
y la dignidad con que se le hace frente a la
muerte en la tierra de la devastación —en 2010
la esperanza de vida en once países africanos
podría ser de 30 años a causa del sida. Una realidad
dolorosamente cercana pero invisible para los
países ricos. Sumemos a la indiferencia el lastre
de la pobreza, la incapacidad colonialista para
adaptar las estrategias preventivas a las tradiciones
locales —como la poligamia—, y la persistencia de
múltiples falsas creencias que hacen del sida una
especie de fatalismo del que se puede escapar a
través de soluciones mágicas.
Mankell narra en primera persona su experiencia
frente al VIH y las formas en que el virus marca
el ritmo de la vida cotidiana africana. No hay acceso
a fármacos que prolonguen la vida y la memoria
se vuelve un asidero para la esperanza, un legado
para las generaciones de niños que crecerán sin
padres y que deberán cargar bajos sus hombros la
responsabilidad de los adultos. Muchas personas
con VIH en África escriben su memoria, para sus
hijos, para sus amigos, como una forma de dejar
constancia de su amor a la vida.
“Cada vez más personas se ven abocadas
de pronto a vivir unas vidas inesperadamente
cortas. No podrán participar en el crecimiento
de sus hijos ni ver cómo se las arreglan en la
vida. De ahí que escriban esos libritos, para no
quedar del todo erradicados de la memoria de
sus hijos”. EL mismo Mankell escribe su propia
memoria, lúcido relato de la conmoción que
sigue causando el sida. (Fernando Mino)
Por cortesía de Tusquets Editores ofrecemos a
nuestros lectores tres ejemplares de Moriré, pero
mi memoria sobrevivirá, de Henning Mankell. Sólo
tienen que llamar al 5532-2751 mañana viernes
entre las 10:00 y las 13:00 horas
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