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Antipremiolítico (I DE II)
Permítaseme la cita extensa, porque muy difícilmente lo que sigue podría ser más elocuente: "
cuando estás en competencia y hay siete premios para unos veinte cineastas sabes que hay posibilidades, aunque todo es posible: desde nada a todo. Lo que sea es bienvenido, inclusive la nada, que es lo mejor, porque de alguna forma hay menos probabilidades de que caigas en el error de [creer] que tu obligación es sacarte premios. Lo mejor es hacer las cintas que sientes y ya".
Así habló Carlos Reygadas, en entrevista telefónica con La Jornada, después de recibir uno de los reconocimientos más significativos que puede recibir un cineasta: el Premio del Jurado del Festival Internacional de Cine de Cannes.
Intensa, compleja e incluso –al menos para Muchagente–, indigesta, la todavía breve filmografía de Reygadas rebosa de trofeos y entre éstos cuenta con una seguidilla que no pocos han de envidiar: Japón, su primer largometraje, Batalla en el cielo, su segundo, y ahora Luz silenciosa, le han significado a su autor, en Cannes, algo así como un derecho de piso, por lo demás perfectamente bien ganado.
Prémiame más si premiando
Tiene mucha relevancia que quien hable así sea precisamente él, tan laureado, pues ya sea que lo haga consciente o inconscientemente, está poniendo el dedo en una llaga que escuece fuerte y quizá por eso pocos se animan a testerear: la del muy extendido mal de la premiolitis, peste según la cual no hay nada –ni en cine, ni en literatura ni en ninguna otra disciplina– que de verdad merezca la pena si no viene precedido de una lista de premios obtenidos, entre más larga mejor. Pero esas ronchas no le dan comezón a Reygadas, como puede colegirse en el remate de su declaración: "Los premios sí tienen un lado objetivo fuerte y ayudan; son herramientas importantes. Igual que cuando no gane nada no seré una cucaracha. Lo único que importa son las películas."
Carlos Reygadas con la cineasta
iraní Marjane Satrapi.
Foto: Reuters |
Este sumeteclas jamás ha cruzado palabra con él pero, en vista de lo mucho que su cine deja ver –y a contrapelo de quienes fruncen la nariz cuando hablan de Japón o de Batalla
pero se les complica mantenerla fruncida cuando Reygadas vuelve a ganar–, le cree absolutamente, y está convencido de que con o sin premios filmaría igual.
Convendría que la postura del realizador, tan saludable como el cine que propone, fuese adoptada por Másdeuno. Así se conseguiría, entre otros beneficios, que atemperara el insano reflejo condicionado de responder no de manera preferente sino casi exclusiva sólo a aquel cine cargado de medallas –cuando no al hipercargado de publicidad, en el otro extremo. Hay tantísimos concursos que, a estas alturas, lo difícil consiste en no ganar algo en alguno, y si bien puede suceder que una película acribillada con trofeos al mismo tiempo goce de aceptación masiva –en registros muy diferentes El laberinto del fauno y El violín son ejemplos de esto–, eso no debe obligar a que la mirada sólo se dirija hacia las sienes coronadas con laureles, pues casi siempre pasa que Másdeuno acaba por ver solamente los laureles, olvidándose de quien los porta.
te acuerdas de mí
Buena prueba de lo anterior está por darla el cortometraje Ver llover, de Elisa Miller, que como ya se sabe ganó la Palma de Oro en su categoría, logro alcanzado hace ya más de una década por El héroe, de Carlos Carrera. Otra vez se habla del cortometraje mexicano fuera de los ámbitos que le son habituales, pero se hace como si el corto hubiese dejado de existir y avefenixeara gracias al trabajo de esta alumna del CCC – escuela donde, por cierto, no pocos de sus compañeros tuvieron a bien hacer pedazos este trabajo con su implacable crítica; a ver qué opinan ahora.
Otra vez tiene que obtenerse un triunfo tan duro de alcanzar para que tirios y troyanos se acuerden de lo que jamás ha dejado de estar ahí, como pueden certificarlo La leche y el agua, de Celso García, Dime lo que sientes, de Iria González, 1975, de Fausto Terán, El otro cuarto, de Acán Coen y Encuentro ausente, de Nejemye Tenenbaum, por sólo mencionar algunas muy buenas producciones de 2006.
Dime si al premiar todo estremecí
Que hable Elisa Miller: "Hay que defender la cultura de nuestro país, que es la única fuerza, y no sólo en cine. En México hay generaciones que no se detendrán por un gobierno de derecha, al que no le interesa la cultura." A propósito: no me imagino al Cinco Estrellas del traje verde olivo talla extra recibiendo con la sonrisita de cajón a Elisa –ni a Reygadas.
(Continuará) |