Usted está aquí: domingo 24 de julio de 2005 Política A LA MITAD DEL FORO

A LA MITAD DEL FORO

León García Soler

Insana Inquisición. Lesa majestad y herejía

"EL ERROR NO tiene derechos", escribió Carlos María Abascal en tesis de abogado que es profesión de fe y confesión de inquisidor para quien lo importante es "arrancar la Verdad". No la confesión, sino la Verdad sabida y revelada. "Pues bien, siendo la Iglesia la encarnación de la Verdad, el Estado debe estar a su servicio". Y en nuestra República laica, la lesa majestad y la herejía vuelven a la sala del juicio.

"PILDORA DEL DIA siguiente", dirían los medios masivos de la era del espectáculo. La ciencia tiene que reflejar esa Verdad, con mayúscula, que invocó el secretario de Gobernación de este Estado laico constituido sobre el olvido del poderío centralista de estados pontificales y territoriales que cimentaron el poder terrenal del absolutismo. Luego ilustrado, pero atento a su Verdad, inconmovible ante ante los espasmos de la Revolución. Y de las que siguieron. Y de los nuevos dogmas, del determinismo histórico. Contraparte del fanatismo religioso para el cual "el error no tiene derechos". Esto dice, afirma, Carlos Abascal. No hay más Verdad que la mía. El resto es el error y quienes lo esgrimen deben ser marginados, obligados a confesar, a expresar la Verdad. Mi Verdad.

PRIMER LUSTRO DEL tercer milenio de la era cristiana y el secretario de Gobernación de nuestra República laica, democrática y representativa, declara solemnemente que la píldora del otro día es abortiva. Desestimada, reapropiada la ciencia, don Carlos María cumple su encargo de secretario de Gobernación: lo publicado en el Diario Oficial no está resuelto, sino pendiente, es asunto que se debate en el cónclave secretarial, dice, hasta que sea proscrito el uso de lo que mi defensa de la vida declara abortivo. El doctor Julio Frenk alzó tímidamente la voz. Del tapanco económico de Los Pinos asomó la figura del experto Sojo para decir que lo escrito permanece. Al recetario, hierba santa y agua de borrajas. Pero no está solo don Carlos María. El cardenal Rivera disculpó al presidente Vicente Fox: estaba distraído, dijo, seguramente ignorante del desacato a la Verdad revelada.

PERO DEL NORTE vinieron condenas, anatemas, imprecaciones implacables a la abominación y engaño. Tembloroso báculo hubo que subrayó el ánimo falsario del Macabeo abajeño: como candidato se dijo creyente y ya en el poder escandaliza la vida pecaminosa en pareja no bendecida por el sacramento matrimonial. ¡Caray! En plena temporada de huracanes, las tormentas interiores azotan al gabinete presidencial y asuelan a los de abajo. Lejos del melodrama, Enrique Iglesias, con 17 años al frente del BID, señala con índice de fuego al malhadado consenso de Washington: los "gobiernos débiles" son causa y efecto del malestar persistente y de la pobreza insultante que agobia a la América nuestra. Pero Vicente Fox recorre el país y entona el Himno Nacional para subrayar lo mucho bueno hecho por su gobierno.

MAS QUE POR CUALQUIER otro, de cualquier tiempo, sin excluir el de "falda hasta el huesito", Angelus y cortejos bajo palio para recibir leyes de ultramar: se acata, pero no se cumple. Hoy los profetas lanzan anatemas desde el desierto. En la urbe, cuna del mal, del pecado, del crimen y su rigurosa contraparte en 50 compromisos que son cinco veces más que los del decálogo con el que Moisés descendió del Sinaí, sabios analistas, arúspices, descendientes de los endemoniados dostoyevskianos y de los cristeros que desorejaban maestras rurales en nombre de "la única religión verdadera", discuten apasionadamente, no sobre cuántos ángeles pueden bailar en la punta de una aguja, ni cómo hacer que pasen por el ojo de esa misma aguja los generosos mecenas que pagaron la alternancia y pagarán el eterno retorno, sino sobre lo que le cuesta al erario vestir con elegancia a la señora Marta.

ASI, TAL COMO LA llama su marido. El señor Fox montó en ira y acusó al Congreso de mentir, exagerar el costo de las muchas faldas de su señora. La clerigalla defiende la vida y su Verdad. El anatematizado por contraer matrimonio civil, calla y recibe las reprimendas con genuflexión idéntica a la que asumió como jefe del Estado mexicano ante el pontífice romano y jefe del Estado vaticano. La oclocracia que pasa por partidocracia no se queda sin respuesta: cuán gritan esos malditos... Pero pueden pagar o cobrar caros sus gritos. A Don Dinero le alcanza para ayudar alternantes remisos; cualquier iglesia bendice lo que acumulan y ofrece indulgencias para mayor gloria de Dios. Nadie habla de simonías. Anatocismo, último arcaísmo reciclado en México, tenía que ver con la usura: vade retro.

DEL TRAJE NUEVO del emperador a los modelitos exclusivos para esposo y esposa de "la pareja presidencial". Valga el neologismo, ya que en nombre de la democracia sin adjetivos y sin desviarse del rumbo trazado por el priato tardío, fundan la nueva era cada amanecer y dan nuevo nombre a todas las criaturas que sobreviven en lo que fuera cuerno de la abundancia y es el Reino de Dios en la Tierra. Carlos María Abascal no engaña: "La democracia es una farsa de la que se ha servido la masonería en México, como en todas partes, para hacer creer a una mayoría confundida y desorientada que se está haciendo su voluntad". Hablaron de la democracia sin adjetivos, la invocaron y proclamaron la victoria del voto útil: no por vicio, sino por poner al Estado a su santo servicio. Para que "el gobierno mexicano proclame la religión católica como religión oficial", dice el señor Abascal.

ALBERTO CARDENAS es su paisano Anacleto redivivo; campeón invicto del mando purpurado y la brega de eternidad que no mide el poder en sexenios. La democracia es el árbol que no da moras en el huerto del conservadurismo que despertó en las cabañitas de Los Pinos, sacó del templo de la religión oficial el retrato de Benito Juárez y predica desde púlpitos arzobispales que Carlos María Abascal es uno de esos "mártires que necesita México". Nadie piense en sacrificios humanos, ni en el martirologio cristiano del circo romano y los años de la Cristiada. Dar testimonio de su fe, de eso se trata, y Abascal cumple. República laica ésta de la democracia sin adjetivos a la que han puesto el de "farsa", en la que Santiago Creel da testimonio en el ágora electrónica: Soy católico.

"SOY CREYENTE", DIJO Manuel Avila Camacho hace más de 60 años a su entrevistador, Regino Hernández Llergo. Y los hombres de buena voluntad creyeron entonces que había vuelto la paz. Santiago Creel, Alberto Cárdenas y Felipe Calderón predican el evangelio y, ante la intolerante gritería del secretario Abascal, del dirigente Espino, del embajador Bravo Mena, ante el ropón de penitente que viste Vicente Fox ante los anatemas de obispos y curas salidos de las páginas ardientes de la Insana Inquisición, los hombres de buena voluntad, panistas o no, del sistema plural de partidos y habitantes de la República laica todos, tendríamos que creer que vienen a traer la guerra y no la paz. ¡Cuidado! Cientos de linchamientos han ensangrentado el país en este último lustro y el sistema de justicia se ocupa de dilucidar si era genocida la violencia oficial, los crímenes de la era del desarrollo estabilizador. Y el fiscal especial decide litigar en los medios.

ASI LAS COSAS, ¿por qué admirarse de la beatitud de los consejeros nacionales del PRI que deciden por unanimidad posponer la renuncia de Roberto Madrazo y confiar en el tiempo que alivia todos los males, para que vuelva al redil la profesora Elba Esther Gordillo con el perdón a flor de labios y la fraternidad fortalecida por la larga ausencia y los males padecidos? La posibilidad de recuperar el poder, de ganar las elecciones presidenciales de 2006, se desvanecería ante un simple simulacro de conflicto, de fractura, de diferencias irreconciliables, de haber vuelto al crudo y feroz pragmatismo que no se sienta a esperar que pase el cadáver político del enemigo. Repito, cadáver político, porque abundan los fantasiosos que han hecho fortuna con la tragedia de Lomas Taurinas, mucho antes de que López Obrador hablara de "compló".

MAL ANDA LA ultraderecha que a estas alturas reivindica su santa voluntad de instaurar la religión oficial en México. Roberto Madrazo está en campaña, llega a Jalisco y no repican las campanas para convocar a los fieles a combatir a los camisas rojas. Enrique Jackson, Arturo Montiel, Tomás Yarrington, Manuel Angel Núñez y Enrique Martínez se retratan mano sobre mano, como los tres mosqueteros que eran cinco; pero ya empezó el barroco proceso de encuestas, consultas a notables y autocalificación, del que surgirá uno solo del quinteto de la Unidad Democrática para enfrentarse al hijo del ciclón del sureste. El PRI perderá si quiere perder.

MAL ANDA LA ultraderecha, sujeta al Yunque y con la piedra de molino sinarca atada al cuello. De nada valen los ensalmos, los alegatos sobre lujos de la señora y arrebatos del esposo que olvida su condición de mandatario para llamar mentirosos a diputados y senadores, al Congreso de la Unión. Liviana anda la transparencia que deja traslucir en palabras de Federico Reyes Heroles que "va en serio" lo de Andrés Manuel López Obrador y sus 50 compromisos. Con razón asegura Cuauhtémoc Cárdenas, tan parco, tan poco dado a la hipérbole, que las elecciones de 2006 son la oportunidad histórica para que el PRD llegue a la Presidencia de la República.

PERO ALGO ENTURBIA las aguas al llegar a la orilla: Cárdenas no deja el PRD, pero hace "un llamado a la gente para que forme esta nueva mayoría política, para que todos participen en la propuesta de este proyecto progresista y democrático que impulso". Y Andrés Manuel López Obrador estrecha las manos del cardenal Rivera; expresa su confianza en Vicente Fox; abre el PRD para ventilarlo con redes ciudadanas. Y deja que sus incondicionales propongan la censura para evitar que los malos aprovechen la inseguridad pública, los asaltos, los secuestros, para empañar con propaganda televisiva la impoluta figura del rayito de esperanza.

¡CUIDADO! LA IZQUIERDA y derecha extremas se unieron en el referéndum francés por los peores prejuicios y sinrazones. No sea que el mal se contagie.

 
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