Usted está aquí: sábado 19 de marzo de 2005 Sociedad y Justicia Casas fantasmas, comunidades fantasmas

Luis Hernández Navarro

Casas fantasmas, comunidades fantasmas

Morelia, mich. Ocasión tras ocasión, los funcionarios públicos festejan los ingresos que al país o sus estados proporcionan las remesas. En Michoacán, por ejemplo, sólo durante 2003 se recibieron mil 685 millones de dólares: 12.70 por ciento de lo enviado a todo México.

Sin embargo, rara vez se acuerdan del costo de la migración. De los sufrimientos de quienes parten y de cómo los miran los que se quedan. Pero, a diferencia de los políticos profesionales, Juan Chávez tiene presente lo que para las comunidades representa el éxodo hacia Estados Unidos.

¿Quién es Juan Chávez? Es, de entrada, un hombre sabio en la mejor tradición indígena. Es un pensador de la comunidad de Nurío, en Michoacán, que investiga y reflexiona sobre su pueblo: la nación purépecha. Un hombre que se expresa fluida y articuladamente en castellano y en purhé. Un traductor cultural entre dos mundos.

Maestro bilingüe, autoridad político-moral del movimiento indio, Juan fue uno de los oradores que el Congreso Nacional Indígena (CNI) escogió para que hablaran en el Congreso de la Unión, hace ya casi cuatro años, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) organizó su marcha hacia la ciudad de México.

Con sarape y morral al hombro, sombrero y botas de trabajo, Juan narra con pausas la realidad de su pueblo, sus raíces, el difícil camino de su reconstitución. Habla también sobre la experiencia de dejar las comunidades y migrar hacia el otro lado de la frontera.

"El gobierno del estado ha dicho en algún momento, a través de los medios de comunicación -se lamenta-, que Michoacán es el campeón mundial de captación de divisas. Pero no dice a qué costo. La juventud está emigrando. Ya no tienen posibilidades dentro de su propia nación. No hay un proyecto que permita resolver las necesidades de los pueblos, de la gente.

"Y el problema se agrava con el aumento de la población. La tierra no crece. Cierto. Pero las políticas equivocadas de los malos gobiernos hacen peor la situación. Sin salidas, se nos están yendo los muchachos, los hijos, los nietos. Desde los 13 o 14 años se van a cruzar la línea internacional. Van a la muerte allá en el desierto, al maltrato del Servicio de Inmigración de Estados Unidos.

"En ese país deben trabajar con nombres de los que radican allá. Y cuando sufren algún accidente no tienen posibilidad de reclamar algunos beneficios. El seguro con el que trabajan ni siquiera está a nombre de ellos. Abonan las cuotas del seguro a nombre del que está allá. La gente de allá ni trabaja, pero sí vive del seguro que va acumulando.

"En nombre de uno están trabajando cinco, diez personas, en un centro de trabajo, en una industria, en una empresa, en una compañía. Ellos tranquilamente cobran los intereses de sus seguros. Y la gente que está abonando a nombre de ellos se queda sin beneficios, sin protección, sin futuro.

"La desintegración de las familias es muy grande. También de las comunidades. En este momento hay comunidades de 8 mil habitantes en las que 5 mil ya están en Estados Unidos. O sea, hay más personas de una comunidad en el extranjero que en la propia comunidad.

"Esto se nota. Se levantan construcciones modernas de material, de varillas, de colado, pintadas, con fachadas de ciudades modernas. Pero no vive nadie allí. Vienen, construyen y se van. Si acaso queda el abuelo o algún hijo. Son casas fantasmas en medio de comunidades fantasmas.

"Hay familias completas que viven en Estados Unidos, país en el que no tienen esperanzas ni garantías de protección de sus derechos elementales. Y cuando llegan los norteños (así les nombramos a los que se van del otro lado), a veces ni se les reconoce. Regresan con otras costumbres. La desaculturación de los que se van impacta a las comunidades.

"Los muchachos se van porque no hay salidas. Y con su salida se desintegran las familias y las comunidades. Allí está el etnocidio, la muerte cultural de los pueblos y también la devastación de los recursos naturales.

"¡Ah! Y luego el gobierno dice que Michoacán es el campeón mundial de captación de divisas. Sí, pero no dice a qué costo."

 
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