El deterioro de Pemex presagia más ecocidios
El jueves, la
empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) se disculpó por
el derrame de 5 mil barriles de crudo en el río Coatzacoalcos, ocurrido
el pasado 22 de diciembre cuando se rompió un oleoducto cerca de Nanchital,
Veracruz. El director general de Pemex, Luis Ramírez Corzo, anunció
que la entidad a su cargo asumirá su responsabilidad a todos los niveles,
desde indemnizaciones a personas perjudicadas por el desastre ecológico
ųcomo pescadores, entre otrosų hasta la recuperación del medio
ambiente en las zonas afectadas.
Sin embargo, ante accidentes de esta índole, las disculpas de poco valen, ya que los daños son en buena medida irreparables. Además, estos percances podrían ser evitados con medidas adecuadas de prevención y mantenimiento de maquinaria y equipo. El problema radica en que la paraestatal ha sido castigada en materia presupuestal desde hace más de 20 años por los gobiernos que han dirigido el país desde entonces, por lo que su infraestructura está deteriorada y se corre el riesgo de sufrir más situaciones similares, que provocarían graves daños que tardarán años en repararse.
Al respecto, el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, estimó que el derrame perjudicó a unas 6 mil familias de pescadores, pero no son las únicas que sufrirán las secuelas del accidente: al menos 60 mil personas más, entre transportistas, comerciantes y pequeñas empresas asentadas en la desembocadura del río y zonas aledañas, también resultaron afectadas. Si bien Pemex los indemnizará, ésta será insuficiente para aliviar la situación de los pescadores que han perdido su fuente de trabajo. De hecho, los afectados denunciaron que la recuperación de las aguas tardará décadas ųincluso siglos, extendiendo los daños a las siguientes generacionesų debido a que la nata de petróleo se sumergió en el lecho del río, cubriendo los criaderos de camarón, chucumite, róbalo, ronco, curvina y lisa, entre otras especies.
Lo peor de todo es que ecocidios como el actual podrían volverse frecuentes. En ese contexto, Ramírez Corzo admitió que la causa del accidente se originó en la falta de mantenimiento de los ductos: "De 50 mil kilómetros de ductos que existen en el país, por lo menos 20 mil necesitan de urgente atención". Para el titular de la Procuraduría Federal de Medio Ambiente, José Luis Luege Tamargo, la falta de recursos de Pemex se deriva del insuficiente presupuesto, que le impide "cubrir todos los gastos que exigen la modernización y el mantenimiento de la infraestructura".
Así, resulta evidente que la actual política petrolera del país debe modificarse, no sólo por una cuestión de protección al medio ambiente y la ecología. Pemex ha sido por décadas la gallina de los huevos de oro de las gestiones en turno al contribuir con 40 por ciento del presupuesto del país. No obstante, desde hace 20 años los gobernantes han cerrado los ojos ante este hecho y han dejado en el abandono a la paraestatal. Como sostuvo el presidente Vicente Fox unos dos años después de asumir el poder: "En el último par de décadas hubo un retraso importante en la inversión, Pemex perdió su dinamismo y su capacidad de crecer, de generar empleos y de impulsar el crecimiento nacional. No se invirtió lo suficiente en exploración, las refinerías se retrasaron tecnológicamente y no se pudo responder adecuadamente a la creciente demanda de gas natural".
Pero a pesar de estas quejas, Fox mantiene la misma política petrolera que sus predecesores e inclusive pretende profundizarla con su reforma energética, la cual ųde aprobarseų implicaría abrir el sector al capital privado y extranjero en la producción, refinación y distribución de hidrocarburos. Esa apertura conllevaría la pérdida de sustanciales recursos que irían a parar a los bolsillos de particulares en vez de ingresar a las arcas públicas si las necesarias inversiones las realizara el gobierno. Estamos, pues, ante la caída intencional del principal sostén del Estado mexicano: Pemex, cuyo deterioro presagia más ecocidios.