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Susan Sontag, la conciencia de EU
Este martes 28, la escritora y activista estadunidense Susan Sontag falleció a la edad de 71 años en un hospital de Nueva York, víctima de la leucemia. La intelectual, quien también cultivó la fotografía, el cine y el ballet, entre otras artes, deja en legado un acervo importante que abarca desde la novela hasta el ensayo, pasando por su trabajo periodístico, obras de teatro y su quehacer como crítica. Sontag era también reconocida como una férrea defensora de los derechos humanos y una incansable opositora a la guerra. La contundencia de sus escritos le ganó el mote de "conciencia de Estados Unidos", lo que a su vez la valió la admiración de algunos y el rechazo de otros. En años recientes dedicó gran parte de su tiempo a fustigar al gobierno de Bush, señalando la ilegalidad de la invasión a Irak y la pérdida de derechos civiles a consecuencia de los atentados terroristas del 11 de septiembre.
La carrera y la vida de la escritora fueron intensas: casada a los 17 años, divorciada un año después, estudiante de filosofía, literatura y teología en la universidad estadunidense de Harvard y en la inglesa de Oxford, Sontag padeció de graves enfermedades que cambiaron su existencia. En 1976 le detectaron cáncer de mama, en 1997 le diagnosticaron cáncer del útero y en marzo del año pasado le anunciaron que tenía leucemia. Estas enfermedades no le impidieron escribir 17 libros, destacándose su labor como ensayista desde los años 60, cuando se convirtió en un referente de la época. Entre sus ensayos más conocidos figura Notas sobre lo camp, un estudio sobre la estética homosexual, y en el campo de la novela sobresale El amante del volcán, que tardó más de 10 años en escribir. Los expertos coinciden en que Sontag hizo de la expresión artística una forma de crítica social para impulsar la tarea fundamental de la literatura: "Luchar contra las simplificaciones y exponer la complejidad". No es gratuito que ella se considerara una "moralista obsesiva". En vida, Sontag fue galardonada con el National Book Award de Estados Unidos, el Príncipe de Asturias 2003 de Letras y el premio de la Paz de los Editores y Libreros alemanes.
La artista lo tenía muy claro: "la política no es para escritores, pero como ciudadanos del mundo y seres humanos se ven obligados a prestar su voz a los sin voz". Esa frase demuestra la responsabilidad social que sentía para escribir y opinar sobre temas de actualidad. Baste recordar su oposición a la guerra de Vietnam, a la imposición de leyes represivas tras el 11 de septiembre -Patriot Act I y II-, a la invasión estadunidense de Irak y, en general, a la política exterior de la Casa Blanca, marcada por el unilateralismo y el intervencionismo. Pero sus puntos de vista radicales no sólo le valieron críticas de los sectores conservadores; los liberales también se quejaban de sus posturas intransigentes. De hecho, su capacidad de generar controversias no tenía límites, como cuando escribió que los atentados terroristas en Nueva York no fueron "ataques cobardes" contra la civilización, sino un "acto asumido a consecuencia de alianzas y prácticas estadunidenses específicas".
Susan Sontag fue una figura genial y polémica, una voz crítica que se hizo sentir en momentos difíciles de la historia estadunidense. Su ausencia será aún más notable si se considera que Estados Unidos se encamina hacia otro Vietnam, por lo que su capacidad de reflexión y de generar controversia es ahora más necesaria que nunca.