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México D.F. Martes 16 de noviembre de 2004
El entrenador de paralímpicos combina
materia prima de calidad con su trabajo creador
Un medallista es como una obra de arte, dice Fernando
Gutiérrez
Parte de su labor especializada consiste en "bajar de
la nube a los atletas"
Asegura que Doramitzi González y Patricia Valle
"han perdido el piso completamente"
JORGE SEPULVEDA MARIN
Tiene
su propia definición, que parece sencilla, aunque no lo es: "un
medallista es como una obra de arte que debe combinar materia prima de
calidad y el trabajo del artista para forjarla. Pero si no hay comunión,
el resultado es un fracaso".
Es el concepto del Premio Nacional de Deportes (PND) 2004
Fernando Gutiérrez, quien entiende su trabajo como "la vida", y
concibe la disciplina como la máxima que aplica cuando de trabajar
con los paralímpicos se trata.
Así, cuando la fórmula se resuelve adecuadamente,
el resultado se materializa en las medallas, de todos los colores paralímpicos,
que se han colgado una y otra vez los competidores a los que prepara desde
hace ocho años.
Sí, el camino ha sido difícil y lleno de
piedras de todos tamaños el que ha debido sortear desde que decidió,
en 1996, entrenar a los discapacitados, quienes además de sus habilidades
en el agua, también sienten, se enojan, disfrutan, lo mandan a volar
en sus "cinco minutos de descontrol", se dicen groserías, pero luego
reina la calma y se perdonan mutuamente para seguir con el entrenamiento.
Voz severa, palabra franca, exponen el pensamiento del
preparador, quien se mete a un terreno escabroso, ese que pocos se atreven
a pisar para no herir susceptibilidades, al decir que parte de su "trabajo
especializado" consiste en "bajarlos de la nube, en la que a veces se suben"
y convencerlos de que su "eventual terquedad" los hace vulnerables en el
terreno competitivo.
Expone con claridad que nada menos la quíntuple
medallista paralímpica, Doramitzi González, y Patricia Valle
"han perdido el piso completamente" y tan es así, que la semana
anterior, durante los nacionales de la especialidad, Dora debió
ser sometida a "un chequeo oficial, porque a la señorita no le importaba
competir", apunta con cierto pesar.
Pese a los métodos de preparación autoritarios
que practica, sus entrenados confían 99 por ciento, porque saben
que el camino que les traza no es el más fácil, pero sí
el más seguro.
El momento y el lugar equivocado
Fernando Gutiérrez suena severo cuando platica
que no les tiene compasión ni mucho menos lástima a los competidores
en silla de ruedas, porque esos adjetivos los reserva para "los perritos,
para los desamparados. ¡No!, lo que les tengo es un profundo respeto
y trato de aminorarles sus problemas, que ahora comparto, para salir juntos
adelante".
Recuerda que pasó de ser un entrenador "de a pié"
a usar silla de ruedas. La única diferencia, es que ahora ya no
los puede cargar para acercarlos a la alberca, pero los sigue empujando
y les da el mismo ánimo para que venzan barreras, ganen medallas
e impongan marcas mundiales y paralímpicas.
Aunque
el primero de mayo es día festivo nacional, para Fernando resultó,
el de 2002, una jornada trágica, dolorosa. Al dirigirse, a las 5
de la mañana, a la Olimpiada Infantil, en Coahuila, fue alcanzado
por un auto del que salieron disparos de calibre 45, que le tocaron ambos
brazos y una pierna; además, otro proyectil le lesionó la
cuarta vértebra, que se agravó por la ola expansiva de calor
al quemarle varios nervios y lo confinó a una silla de ruedas.
Más exigente con el trabajo
Pero ahora, "aunque siento lo que ellos sienten, ¿sabes?,
me he vuelto más exigente con ellos y les pido que hagan el doble
del trabajo de rehabilitación que yo debo hacer, pero eso les ha
dado los resultados que han obtenido, porque, como señalas, la exigencia
y la disciplina han sido sus motores", concuerda.
Nadador del IMSS de Morelos de toda la vida, interesado
en los discapacitados por tener un hermano con secuelas de poliomielitis,
Fernando no sólo es titulado en Educación Física,
sino que se ha preparado en Cuba, en Europa, en otras latitudes para cumplir
con eficiencia su labor, porque sabe que es más difícil trabajar
con los discapacitados que con un deportista convencional.
Por eso pide un sueldo digno, que le alcance, y demanda
que haya investigación, que se encuentren metodologías propias
para el entrenamiento, para no seguir siendo el gurú en el
que confían ciegamente, el que no les pide medallas, sino marcas.
En resumen, para que sean cientos de profesionales en la preparación
los que luchen esta batalla.
Fernando, a sus 47 años, quiere llegar a Pekín
2008 no con 10 nadadores, sino con el doble, porque sigue insatisfecho
con las medallas alcanzadas y buscará regresar con un abultado cargamento
de metales.
Calidad hay, los artistas se pueden formar en las academias
del deporte, razona. Ya ganó el PND, pero ahora buscará seguir
cosechando logros en el ámbito paralímpico, del que literalmente,
con orgullo, dice que forma parte.
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