|
|
México D.F. Lunes 15 de noviembre de 2004 |
Regreso del dinosaurio
En
términos generales, a juzgar por los resultados parciales conocidos
al cierre de esta edición, los comicios estatales realizados ayer
en Puebla, Sinaloa, Tamaulipas y Tlaxcala tuvieron como saldo principal
la consolidación de los cacicazgos priístas en esas entidades.
En el caso de la última, se concretó el esperado voto de
castigo ?que se habría decantado casi a partes iguales a los aspirantes
del tricolor y Acción Nacional a la gubernatura? a los intentos
de relección por la vía conyugal del aún gobernador
Alfonso Sánchez Anaya. En Michoacán, en tanto, la realización
de los comicios legislativos y municipales dio pie a la expresión
de preocupantes conflictos en diversas comunidades de esa entidad gobernada
por el Partido de la Revolución Democrática.
El del sol azteca es, sin duda, el instituto político
que mayores pérdidas sufrió en la jornada: al crítico
panorama michoacano y a la debacle anunciada en tierras tlaxcaltecas, el
PRD hubo de agregar votaciones ínfimas en Puebla, Sinaloa y Tamaulipas,
en el rango del cinco por ciento de los sufragios o menos. Están
a la vista las consecuencias de las proverbiales disputas internas perredistas,
el efecto a larga distancia del escándalo capitalino Bejarano-Ahumada
y el alejamiento del partido de sus principios fundacionales y de las causas
populares.
Por otra parte, la incapacidad del PAN de obtener un triunfo
claro en alguno de esos cinco estados constituye un mensaje para ese partido
por parte de los ciudadanos de las entidades en disputa: haber sacado al
PRI de Los Pinos hace cuatro años no es suficiente mérito
político para repetir el triunfo dentro de dos. Si a los pobres
resultados blanquiazules de ayer se agregan las recientes derrotas
panistas en Oaxaca y Veracruz, es posible percibir una tendencia de insatisfacción
ciudadana con el actual gobierno y una incredulidad mayoritaria ante las
estadísticas que hablan de un país en pleno desarrollo, de
una economía consolidada y de tranquilidad y paz social. Apenas
el jueves pasado, en Sinaloa, el presidente nacional del partido en el
gobierno, Luis Felipe Bravo Mena, ofrecía a sus correligionarios
"una gran victoria" para los comicios de ayer en las cinco entidades mencionadas.
Sin embargo, salvo en la tierra de Maquío, donde Acción
Nacional perdía por un margen muy pequeño ante el PRI, en
el resto de los estados los resultados parciales no ofrecían ningún
indicio de triunfo panista.
En cambio, el Revolucionario Institucional mantuvo en
su poder por márgenes amplios las gubernaturas de Tamaulipas y Puebla,
y las tendencias le eran favorables en Tlaxcala y Sinaloa. Debe señalarse
que el PRI que triunfaba ayer no es expresión de un partido renovado,
democratizado y depurado por la pérdida de la Presidencia en 2000,
sino de todo lo contrario, es decir, de los corruptos remanentes caciquiles,
de las mañas electoreras de siempre y del poder feudal de los gobernadores,
consolidado tras el hundimiento de la figura del "primer priísta"
y el consiguiente debilitamiento de la dirigencia nacional, que dependía
directamente de Los Pinos. En suma, los comicios de ayer dan pie para confirmar
que lo peor del régimen político jurásico al que algunos
dieron la extremaunción hace cuatro años está vivo
y goza de mejor salud que nunca.
El que no parece nada saludable es el sistema institucional
y republicano. Los conflictos que asoman en Michoacán son un recordatorio
de la fractura entre el México oficial y el país rural, olvidado
y marginado; el sainete tlaxcalteca deja al descubierto la inmoralidad
?mezcla de nepotismo y releccionismo conyugal? que cunde entre funcionarios
de los tres niveles, y los comicios realizados en Sinaloa y Tamaulipas
dejan ver la sombra del narcotráfico y su creciente participación
en los procesos electorales. Los de ayer fueron, por muchas razones, una
llamada de alerta al conjunto de la clase política.
|
|