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México D.F. Lunes 15 de noviembre de 2004
LA MUESTRA
Carlos bonfil
La vida que te espera, de Manuel Gutiérrez
Aragón
RETRATO
DE FAMILIA en un encierro rural. Desde las primeras imágenes
del país cantábrico y la faena rural ganadera, el español
Manuel Gutiérrez Aragón (Demonios en el jardín,
1982; La mitad del cielo, 1986), nos sumerge en un clima de animosidad
y recelo. La vida cotidiana en el valle de Pas transcurre sin sorpresas,
entre la monotonía del entorno y el hermetismo de habitantes que
apenas comunican entre sí. Impera el orden patriarcal y las dos
jóvenes protagonistas, Val y Genia, obedecen sin chistar las órdenes
de Gildo (Juan Diego), el tiránico padre viudo. Un prólogo
de corte casi documental describe el apareamiento de la vaca favorita del
establo de Gildo, con un toro propiedad de un vecino iracundo, Severo (un
Celso Bugallo salido de la corte de mendigos de Viridiana), anciano mezquino
y libidinoso, cuyo asesinato desencadenará un drama en la región.
GUTIERREZ ARAGON FUE, durante el periodo de transición
cultural y política en España a finales de los años
70, el cineasta más identificado con la observación del mundo
rural. En su película Camada negra, de 1978, abordó
también, de modo inesperado, las actividades de grupos de extrema
derecha en la España posfranquista. Buena parte de la hosquedad
rural que él y Carlos Saura han sabido retratar muy bien, aparece
en La vida que te espera, exasperada por las insinuaciones de violencia
sexual y la complejidad de las relaciones familiares: el padre autoritario
deviene paulatinamente ser vulnerable, dependiente casi de la voluntad
de su hija Val (Marta Etura), antes maltratada; el personaje inicialmente
anodino de la hermana menor cobra una importancia mayor a medida que se
precisan los dilemas de la trama. Y lo que fuera crónica naturalista,
con concurso de vacas lecheras y anotaciones casi antropológicas
sobre la región cantábrica, se vuelve un filme de suspenso,
emparentado un poco con los relatos de Chabrol, pero sin el toque incisivo,
a veces cruel, que el director francés imprime a sus retratos de
provincia.
LA CINTA DE GUTIERREZ ARAGON tiene un arranque
atractivo, particularmente en su cruda descripción del instinto
animal que se apodera del viejo Severo y le lleva a tratar a su presa adolescente
como una bestia más de su ganado. Poco después, la cinta
parece languidecer como vago relato de venganza. Nadie pareciera dispuesto
a lamentar la pérdida del odiado Severo, y mucho menos a procurar
vengarla, excepto Rai, su hijo (Luis Tosar), quien estratégicamente
se va involucrando con Val, la hija del presunto asesino, en tanto ella,
dominada por la culpa, recurre a una estrategia similar. Lo notable en
esta trama es el modo en que se instala y disemina el recelo en la familia
de Gildo, y fuera de ella. Todos sospechan de todos, y el propósito
de cada quien es disimular lo mejor posible este recelo. Se tambalea el
ya frágil equilibrio familiar, surge una pasión amorosa donde
menos se esperaba y el celo de la policía local se torna cacería
humana (¡Que la bestia muera!, Chabrol, 1969). En esta tensión
dramática, el episodio del concurso de vacas es un anticlímax
oportuno, y la ocasión de vislumbrar la conducta de una comunidad,
por lo demás ausente en el resto de la cinta. La vida que te
espera es predominantemente un drama a puerta cerrada, con cuatro personajes
incapaces ya de confianza mutua, y que nerviosamente procuran una reconciliación,
una salida afectiva. El también director de Sonámbulos
(1978), ofrece aquí una obra sugerente, a medio camino de lo
que pudo ser una realización genial. Un filme ciertamente más
interesante que su trabajo inmediato anterior, El caballero Don Quijote,
llevado paralelamente a la televisión y al cine.
LA VIDA QUE TE ESPERA.
Lunes: 12, 16, 18:30 y 21, sala 1; Martes: 13, 16:30, 19 y 21:30 horas,
sala 3, de la Cineteca.
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