La escritora presentó en Madrid La forza del destino

Cuba vive una suerte de presente congelado, afirma Julieta Campos

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 14 de noviembre. Julieta Campos se ha dedicado los pasados siete años a escribir el que considera "el libro de su vida", en el que expulsa a modo de "catarsis" lo más íntimo de su memoria literaria y personal, pero sólo la relacionada con una seña de identidad que había ocultado o ignorado desde hace mucho tiempo: Cuba.

Esta escritora nacida en La Habana, pero mexicana de adopción, presentó en Madrid su novela La forza del destino (Alfaguara), en la que se sumerge en la historia de su país natal, desde la época de la Colonia hasta 1959, en los días previos al triunfo de la revolución socialista.

Julieta Campos se vio obligada a compaginar sus responsabilidades públicas como titular de la Secretaría de Turismo de la ciudad de México con la escritura de su obra más ambiciosa y personal.

"Escribir este libro ha sido como una catarsis, que además me ha permitido asumir esa parte de mi identidad que tenía como metida en un rincón. La novela fue surgiendo de forma espontánea. Había un plan original, que finalmente no seguí y decidí ampliar el horizonte del libro para abarcar 14 generaciones de una familia cubana. Es la historia de Cuba desde el siglo XVI hasta el año de 1959", explicó Campos en entrevista.

La también autora de Reunión de familia y ƑQué hacemos con los pobres? se encontró con esta historia gracias a una serie de hallazgos documentales de su propio árbol genealógico, al descubrir en España unos papeles polvorientos y olvidados en los que encontró a su personaje central y alter ego, "María de la Torre". Pero esos papeles historiográficos son únicamente el punto de partida de la novela, pues "desde esos archivos que están como muertos surgen a la vida todos esos personajes y fantasmas gracias a la literatura".

La forza del destino está inspirada en infinidad de libros, textos, cartas y recuerdos de muchos y diversos personajes que forman parte de la historia reciente de la isla, a quienes Campos permite expresarse, ya sea mediante la prosa poética, los diarios, las cartas o desde la narrativa más clásica. "El primer capítulo es una especie de obertura o coro de todas las voces, tanto de los vivos como de los muertos, que va a un ritmo como de estacatto. Fue lo último que escribí, casi sin resuello, por eso en los siguientes capítulos hay un cambio en el ritmo y en el lenguaje, ya que me traslado a la época de la Colonia para asumir su ritmo y su vocabulario. Así hasta llegar a la víspera de la revolución".

Campos afirma que La forza del destino es el libro de su vida, hasta el punto de admitir que todo lo que había escrito hasta ahora no tiene la intensidad ni la virtud de haber expresado "todo lo que sé de la vida, del amor y de la muerte". En la novela también está muy presente la relación de la autora con la literatura cubana, desde José Martí, Alejo Carpentier o Elíseo Diego hasta los literatos contemporáneos más emblemáticos tanto del interior como del exilio.

"Traté de que estuvieran las voces de todos los cubanos que me han dejado alguna huella. La intención de este libro es de servir de cauce a las voces que han habitado esa isla durante siglos y que, por un decreto o por el discurso de una dictadura, habían sido canceladas para siempre, como si el pasado no existiera. A la isla se le ha metido en esa neblina que descubrí cuando me asomé al balcón de un habitación de hotel. En ese momento vi el cielo y el mar confundidos con el malecón en una cosa gris indefinida. Era como si la isla estuviera secuestrada del tiempo y del contacto con el mundo. Por eso la idea de que desde la neblina salgan todas la voces que se quieren hacer oír, para que en algún momento se produzca un encuentro entre la Cuba de dentro y la de fuera y así lograr una conciliación sensata. Pero en estos momentos la isla no tiene pasado ni futuro, está viviendo una especie de presente congelado", concluyó.