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México D.F. Lunes 15 de noviembre de 2004
El Museo Franz Mayer presenta 40 obras que decoraron
28 hospitales de esa cofradía
Muestran Fatebenefratelli. 400 años de la
orden de San Juan de Dios en México
MERRY MAC MASTERS
Fatebenefratelli (Haced el bien, hermanos), solía
decir Juan de Dios (ca. 1495-1550) cuando pedía limosna en la ciudad
española de Granada para ayudar a los pobres y los enfermos de su
hospital.
La petición en italiano también da nombre
a la exposición abierta en el Museo Franz Mayer para conmemorar
los 400 años de la orden de San Juan de Dios en México. El
inmueble que ocupa el recinto museístico en Hidalgo 45, Centro Histórico,
antes albergó el primer hospital que los llamados "juaninos" fundaron
en la ciudad de México, al llegar en 1604. El edificio ya había
sido un hospital para negros, mulatos y mestizos.
Integrada
por más de 40 obras, en su mayoría de México, se pintaron
para decorar los 28 hospitales que tuvo la orden aquí durante los
siglos XVII y XVII. Ilustran la vida de quien fue pastor, soldado, albañil,
librero antes de consagrarse a la beneficencia pública. A su verdadera
vocación llegó por el doloroso camino de primero verse afectado
en sus facultades mentales a raíz de escuchar un sermón pronunciado
por Juan de Avila, precisamente en Granada.
La muestra se inicia con un retrato del santo, de la autoría
de Miguel Cabrera, perteneciente a la colección del propio museo.
Enseguida se observan escenas como cuando a Juan Ciudad Duarte -su nombre
de pila- parte a la batalla de Fuenterrabía, ciudad invadida por
las tropas francesas, se le aparece la Virgen, quien le ayuda a regresar
con vida al lado donde se encontraba el ejército español;
el momento de su conversión; cuando el obispo de Tuy, con cara de
Juan de Palafox, entonces obispo de Puebla, le impone un hábito;
durante la visita a un prostíbulo donde acudía todos los
viernes, con la intención de convertir a las mujeres.
Una de las escenas más dramáticas toma lugar
en el Hospital Real, en Granada, donde Juan de Dios estuvo internado cuando
tuvo la crisis de locura.
Ana Ortiz, curadora de la muestra, relata que al guisar
una ternera rellena de aves en la cocina, la llamarada fue tan grande que
se elevó hasta el techo cubierto de vigas, que se incendió.
El religioso, que vivía cerca, supo de la tragedia, corrió
al hospital y empezó a sacar a los enfermos a cuestas. Las personas
que presenciaron aquello en cierto momento lo vieron salir rodeado de llamas
y decían: "no se quemó. Milagro". Todos sus testimonios,
se afirma, están certificados y ayudaron en el proceso de santificación.
El pintor poblano Agustín Arrieta estuvo internado
en el hospital de los juaninos en Puebla y en gratitud realizó un
tríptico en torno a la muerte del hermano quien, por cierto, fue
encontrado sin vida, pero de rodillas y con un crucifijo en la mano.
Varios de los lienzos exhibidos pertenecen al hospital
de Atlixco. Un pequeño cuadro, de Abraham Bosse, proveniente del
Museo Carnavalette en Francia, muestra a la reina de Austria de visita
en un hospital juanino en París. Desde el siglo XVII la orden se
expandió en toda Europa, por Asia, Africa y, por supuesto, América,
donde llegaron a tener casi un centenar de fundaciones, señala Ana
Ortiz.
La exposición Fatebenefratelli. 400 años
de la orden de San Juan de Dios en México es el resultado de
parte de la investigación de una tesis doctoral en historia defendida
por Ana Ortiz, a la cual se incorporó nueva información para
la presente curaduría.
Incluye objetos utilizados en los hospitales, así
como el facsimilar de una de las seis cartas que se conocen del santo,
que escribía a diferentes personas de la nobleza que le ayudaban
a mantener su hospital. Al final se aprecia su firma: Ifo, que se ha traducido
como "yo, fray cero", condición de humildad a la cual se redujo.
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