México D.F. Lunes 15 de noviembre de 2004
Prevén habitantes de esa zona de la GAM
que el desorden comience tras su muerte
Sólo miedo e impunidad dejó Andrés
de la Cruz, ex cacique de Cuautepec
Fincó su poder en las gestiones priístas
Daba los permisos para campañas y ferias
MIRNA SERVIN Y GABRIELA ROMERO
Nadie quiere hablar de él, pero todos lo conocen.
Basta llegar a una de las zonas de mayor marginación de la delegación
Gustavo A. Madero para encontrar su rastro: "Andrés de la Cruz,
caudillo de Cuautepec, descanse en paz", reza una cartulina pegada en el
kiosco un día después del funeral al que acudieron cientos
de vecinos con más de 30 coronas y cohetes que estallaron por horas
para recordarlo.
Sin embargo, su memoria divide conciencias. Mientras unos
lo califican de "una lacra" que se valió de pistola y amenazas para
invadir terrenos, expandir negocios y obtener favores, para otros es un
paladín que les consiguió un espacio para vender, un taxi
tolerado para trabajar o simplemente alguien que los ayudó a resolver
sus problemas y conflictos.
Lo cierto es que su poder en el Barrio Alto fue tanto
que, en algún tiempo, las propias autoridades tenían que
solicitarle permiso para instalar una feria o hacer campañas electorales.
Pero esa historia no terminó con los cuatro balazos
que recibió el miércoles pasado. Por el contrario, atestiguan
los vecinos y un motín ocurrido en el Reclusorio Norte el día
de su muerte, que el desorden en la zona apenas comienza.
El reino de De la Cruz
En
Cuautepec Barrio Alto cualquiera puede llegar a casa de Andrés de
la Cruz y su familia. Las instrucciones se pueden recibir de la señora
que vende pan, el de los dulces, una mujer que camina y hasta dos adolescentes
que contestan: "¿a cuál de todas quiere ir?"
Todos lo conocen, a pesar de que, cuentan, apenas hace
poco más de un año salió del Reclusorio Norte, pero
toda su vida estableció su poderío en Cuautepec. Siempre,
salvo en su última época, donde debido a las cuentas pendientes
con sus enemigos tuvo que vivir en Xochimilco, "pero se fue confiando hasta
que regresó".
Esa confianza lo llevó a la muerte. El miércoles
pasado un grupo de al menos cuatro personas se acercó a los hermanos
De la Cruz, quienes estaban en el jardín Hidalgo, se suscitó
una pelea que devino en persecución y luego en balacera.
Andrés alcanzó a llegar hasta la calle San
Miguel, donde se encuentra su domicilio. Ahí recibió un balazo
en un hombro desde un auto, pero no conformes, narran los vecinos, los
gatilleros lo siguieron hasta la cocina, donde lo ejecutaron.
Quienes han vivido por más de una década
en la zona adivinaban su destino: "andaba con pistola al cinto y guardaespaldas,
aunque al último le dio por ayudar a la gente, pero ya debía
muchas".
En las calles, las versiones sobre los motivos de la ejecución
incluyen desde ajuste de cuentas, por presuntos vínculos con el
narcotráfico, hasta la búsqueda del control de Cuautepec.
Más que una autoridad
Su influencia en la zona fue tal que algunos ex funcionarios
de la delegación Gustavo A. Madero afirman: "hubo un tiempo en que
hasta para que se pudiera instalar una feria en Cuautepec teníamos
que pedirle permiso".
Diputados locales señalaron que la mejor época
de Andrés de la Cruz fue durante las administraciones priístas;
sin embargo, después de ser encarcelado por amenazar de muerte al
diputado federal del PRD César Lonche Castellanos, y con el arribo
del Partido de la Revolución Democrática a la jefatura delegacional,
perdió parte de su fuerza.
Recuerdan que antes de las elecciones de 2000 su gente
"sacó a pedradas" a las brigadas del sol del PRD de la colonia Luis
Donaldo Colosio. "No podíamos hacer campaña en Cuautepec.
Aún ahora hay diputados que no entran a esa área".
El 2 de marzo de 1999, Andrés de la Cruz se reunió
con vecinos de la colonia Lomas de las Palmas en el deportivo Carmen Serdán,
lugar al que el entonces diputado por el noveno distrito electoral en Gustavo
A. Madero, Lonche Castellanos, acudió con el subdelegado de la zona
9, Aarón Vargas Frías, para escuchar quejas y propuestas
de los colonos sobre los problemas que los aquejaban, principalmente de
inseguridad y drogadicción.
Ahí, De la Cruz, presuntamente amenazó de
muerte con una pistola al diputado federal, por lo que el juez primero
penal del Reclusorio Norte, Manuel Alvarado Lara, le dictó auto
de formal prisión por el delito de tentativa de homicidio.
No obstante, al salir de prisión, narran conocidos
de este personaje, "se acercó al padre Rafael y comenzó a
hacer algunas cosas por la gente de aquí".
Eso no implicó el fin de sus nexos de poder, ya
que, señalan, De la Cruz apoyó al ex delegado prófugo
Octavio Flores Millán cuando regresó a la administración.
Quizá, comentan, sus amigos en las subdelegaciones
territoriales fueron quienes permitieron que "el caudillo de Cuautepec"
se convirtiera en el líder de los ambulantes y taxis irregulares
de la zona.
La historia continúa
Tras el homicidio, el cual fue atraído por la fiscalía
central de homicidios de la procuraduría capitalina, la gente de
Cuautepec sigue inquieta.
"No es que tanta gente lo quisiera. Más bien tiene
miedo de perder sus puestos y autos para trabajar. Habemos muchos que estamos
indignados por que se le enterró como a un héroe, cuando
lo único que dejó fue miedo e impunidad".
Ahora, suponen, sus negocios pasarán a manos de
alguno de sus hermanos, pues dos de sus hijos también están
en prisión.
Aun así, la vida en Cuautepec continúa.
Todos murmuran sobre su muerte, sobre quién era y sobre lo que pasará.
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