México D.F. Miércoles 10 de noviembre de 2004
La regularización de trabajadores "queda para después"
Powell sólo hizo promesas retóricas sobre migración
BLANCHE PETRICH Y GEORGINA SALDIERNA
Como se pronosticaba, la 21 reunión de la Comisión Binacional Mexico-Estados Unidos, último episodio de la diplomacia bilateral que condujo el secretario de Estado, Colin Powel, no tuvo el impulso suficiente para relanzar el tema de los acuerdos migratorios suspendidos entre los dos países desde hace tres años.
Por el contrario, el funcionario estadunidense, de quien se especula que no repetirá en el cargo durante el segundo término de la administración Bush, apenas ofreció vagas esperanzas de que en los dos años siguientes se pueda avanzar en el limitado programa de trabajadores migratorios temporales propuesto por el jefe de la Casa Blanca.
Sin embargo, un tema de interés prioritario para los mexicanos, como es la regularización de varios miles de indocumentados, "quedará para después", remató.
Fuera de este retórico compromiso, la brevísima reunión anual, que en esta ocasión congregó a seis secretarios de Estado por Washington, a sus homólogos mexicanos y una batería de funcionarios y técnicos de ambos lados, sesionó apenas tres horas, incluidos los actos protocolarios y la conferencia de prensa conjunta de Powell y el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez.
El cónclave concluyó con la firma de cinco acuerdos antes cocinados en áreas diversas: medio ambiente, laboral, educación, seguridad fronteriza y agricultura. Destacó uno que regulará el reciclaje de los desechos de llantas viejas en la franja fronteriza.
Fuera de esto, los candentes temas del Medio Oriente robaron reflectores a los asuntos de la relación bilateral.
La brevedad del cónclave
Este mecanismo de trabajo entre los dos gobiernos, que fue inaugurado en 1981 y reúne cada año a los titulares de todas las áreas de ambos países que tienen asuntos en común, fue encabezado por Powell y Derbez en el área de la relación política bilateral, y por el titular de Gobernación, Santiago Creel, y el secretario de Seguridad Interna, Tom Ridge, en la de seguridad.
Derbez reconoció en su discurso inaugural -sin aludir específicamente a las causas- que en el pasado hubo "un escenario que amenazaba con inhibir la fluidez" de la relación entre México y Estados Unidos. Acto seguido expresó su confianza de que en lo que queda de la administración de Vicente Fox y en los dos primeros años del segundo periodo de Bush habrá "una cooperación cada vez más efectiva y con amplios beneficios".
Powell, por su parte, refirió que los dos gobiernos "están comprometidos en un esfuerzo" diario, que incluye "mantener en guardia al terrorismo, detener a los traficantes de drogas, arrestar a los que abusan de los migrantes y mover el vasto comercio común".
Dicho lo anterior, las delegaciones se distribuyeron en pequeñas salas del área de conferencias de la cancillería, en Tlatelolco. Dos horas después, los trabajos de las mesas temáticas habían concluido y los grupos se congregaron en el comedor para el lunch.
En la reunión Powell-Derbez, que trató los temas de política exterior de los dos gobiernos, el secretario de Estado saliente abordó con el canciller mexicano el polémico asunto de la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en el que varios otros estados pretenden ampliar el núcleo de los cinco miembros permanentes con derecho a veto, a lo que Washington se resiste.
Según afirmó Powell, también se abordaron temas hemisféricos. El funcionario estadunidense agradeció a su homólogo "por el papel que ha desempeñado México en el fomento a la democracia en Bolivia, Venezuela y Haití". No aclaró más, a pesar de que estos tres temas son muy diversos y el rol de ese país en cada uno de ellos ha sido secundario.
Por otra parte, el propio Powell reconoció que el tema del proyecto estadunidense para la "rápida transición en Cuba" no estuvo en la mesa de conversaciones bilaterales, como se esperaba. Como parte de la delegación estadunidense asistió el secretario adjunto para asuntos hemisféricos, Roger Noriega, diplomático de ascendencia mexicana formado bajo la tutela de la ultraderecha del senador Jesse Helms y con fuertes compromisos con el lobby de Miami.
Powell expuso que los planes de la comisión que él presidió para forzar lo que llamó "la era posCastro" se actualizan constantemente y que se seguirá trabajando "para hacer cada vez más difícil al señor Castro conseguir fondos que no vayan a ser usados en beneficio del pueblo cubano". Sin embargo, dijo que es un tema propio de Estados Unidos y que no fue sujeto de conversación con sus contrapartes mexicanas.
Pero fue el asunto del siempre postergado acuerdo migratorio lo que brilló por la ausencia de compromisos. Powell aseguró que con la relección de Bush y la superación del "periodo posterior al 11 de septiembre" las condiciones han mejorado para alcanzar un pacto, pero que el compromiso de Bush es sólo en materia de trabajadores temporales en busca de un patrón que los contrate.
Subrayó que no quería "prometer demasiado" y que será en enero, una vez que entre en funciones el nuevo Congreso de mayoría republicana, cuando se podrá ver "qué tanto y qué tan rápido" se puede avanzar. Sobre lo que verdaderamente beneficiaría a los migrantes mexicanos, la legalización de su estancia en Estados Unidos, dejó claro que es un tema que figura en segundo lugar.
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