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México D.F. Martes 9 de noviembre de 2004
Argentino nacionalizado mexicano, padeció
cáncer de pulmón; tenía 59 años
Murió Carlos Díaz Caíto, para
quien cantar fue cuestión de ética
"El presente existe. Yo sigo siendo esencia de lo que
fue Alfredo Zitarrosa, de lo que me enseñó, al igual que
Sanampay", comentó una vez Es un gran artista que nos legó
la amistad, dijo Aute
ARTURO CRUZ BARCENAS
La milonga se oye más triste que nunca: ayer en
la madrugada a los 59 años falleció Carlos Díaz, Caíto
(Buenos Aires, Argentina, 1945, criado en Mar del Plata y nacionalizado
mexicano), víctima de cáncer en el pulmón por metástasis,
en el hospital Angeles, donde fue internado la semana pasada. El mundo
de la guitarra está de luto. El mundo del canto está de luto.
La canción latinoamericana está de luto. La guitarra negra
de Alfredo Zitarrosa, quien fuera su amigo y con quien compusiera melodías
entrañables, está de luto.
Ex integrante del grupo Sanampay, Caíto
llegó a México en 1977 tiempo en el que divulgó el
canto latinoamericano junto con Alfredo Zitarrosa, entre otros.
Grabó más de 20 discos, entre los que destacan
Caíto en bossa (1972), Guitarra negra (1977, a lado
de Zitarrosa) y Dentro.
Hasta el final estuvo con la que fuera su esposa, Jacqueline,
y visitado por sus amigos, como Paco, quien rindió tributo a la
amistad con sus desvelos; sus cuates de Pentagrama, su disquera, estuvieron
con él. Con Jacqueline grabó discos, cantó en escenarios
y tenía proyectos hoy truncos por esa maldita enfermedad que se
presentó de repente.
Ayer, en el panteón Español fueron cremados
sus restos. El cortejo fúnebre partió a las 15 horas de la
funeraria Gayosso de Félix Cuevas. Una decena de autos repleta de
amigos acompañó al amigo recordando momentos felices.
Momentos
antes Luis Eduardo Aute había resumido lo que para muchos, todos,
fue y es Caíto: "No fue sólo un gran artista, no fue
sólo un gran músico, no fue sólo un gran cantante,
sino que nos dejó un legado: la amistad.
"Era una persona buena en el buen sentido de la palabra.
No me hago cargo aún. Aún no puedo creermelo."
Se fue Luis Eduardo con un nudo en la garganta. No pudo
decir más, como tampoco pudieron hacerlo Guadalupe Pineda, Gabino
Palomares, Oscar Chávez, Adriana Landeros, Marcial Alejandro, Margie
Bermejo, Tania Libertad, Modesto López, Salvador Negro Ojeda, Cacho
Duvanced, Ebe Rossel, Guillermo Briseño, Macaria, Talina Fernández,
y tantos otros.
Julio Solórzano, acompañado de su esposa
Sara, recordó que cuando trajo a Aute y a Alfredo Zitarrosa, por
primera vez a México venían acompañados de un guitarrista
excepcional: Caíto. Eran los años 70, los tiempos
del grupo Sanampay y las juventudes unidas por la causa.
De ahí cosechó amistades, algunas de las
cuales estuvo con él hasta el último suspiro: Delfor Sombra
(Sombrita) y Paco. Todos a la pregunta de que recordaban de él
resaltaron que cuando agarraba la guitarra Caíto e instrumento
eran uno.
A sus 20 discos como solista se sumará el que en
breve editará Ediciones Pentagrama, que se titulará Corazón
compartido-relatos y canciones, el propio Caíto revisó
pieza por pieza.
El próximo domingo Julio Solórzano reunirá
en su casa amigos para recordarlo. Aseguró que habrá mucha
música muchas canciones y muchos motivos para reír y llorar,
"que también se vale".
Jacqueline, compañera amorosa de Caíto,
en el sentido de Sabines, estuvo sola, pero acompañada. Válgase
la expresión.
Sin traicionar convicciones
En abril de 2003, La Jornada entrevistó
a Caíto. Parte de esa entrevista se reproduce a continuación.
Habló de lo que es el canto con convicciones, para amorosos. "Cantar
es asunto de ética, de convicciones firmes y de vencer a las tentaciones."
Así lo ha hecho, "y ha valido la pena, porque el niño Caíto
me ve cada día a los ojos y me agradece no haberlo traicionado,
no haberme olvidado de él, ¡y vieras qué hermoso es
eso! Duermes tranquilo, caminas por la calle sin preocupaciones y cantas
a la gente lo que te sale del alma", dijo el infante-adulto con 47 años
de trayectoria profesional.
Citó su paso con el grupo Sanampay, al lado de
compañeros como Eugenia León y Guadalupe Pineda, y remarcó
la que fuera su relación más sentida con un cantautor con
estilo: el uruguayo Alfredo Zitarrosa, a quien conoció en Madrid
y con quien se presentó largo tiempo, él en la voz y en la
guitarra.
Habló también de dos discos: Vienen cantando,
"que debo aclarar que no es nuevo, sino que es producto de una colección
de canciones grabadas hace años y que estaban perdidas. Viene El
breve espacio en que no estás, que Pablo Milanés me dio
para que la grabara inclusive antes que él mismo". Son 11 composiciones,
de la autoría de Silvio Rodríguez, Nahuel, Aute y Jorge Buenfil,
entre otros. "Es un hijo discográfico que había perdido y
recuperé", acotó.
El otro disco -Sólo para amorosos, en el
que lo acompañan Flavio Velasco, Jacqueline Levot y Angel Cerlo-
es una colección de poemas (de Jaime Sabines, Juana de Ibarbourou,
Pablo Neruda, Benito Taibo, entre otros) cruzados con canciones de la inspiración
de Caíto, Lázaro García, Aute, Milanés...).
"Es una obra de teatro grabada", precisó.
Hay gente, agregó, que piensa que las canciones
se rescatan, "pero no es así; las canciones rescatan a los fulanos.
La canción siempre estuvo ahí. No me platiques, de
Vicente Garrido, siempre estuvo ahí. Sin el autor, el intérprete
no tiene nada que hacer". Reconoció el trabajo del coverero
Nicho Hinojosa, pues "ha hecho que jóvenes escuchen canciones que
muchos, entre los cuales me cuento, hicimos hace muchos años. ¡Qué
bueno que la gente le pida Ojalá, de Silvio Rodríguez,
aunque crean que es de él!
-¿Qué quedó de todo lo que hicieron
tú y muchos artistas más, que buscaron hacer música
con poesía, con sentido social, con una definición política?
-Quedó la esencia. Hoy se reinterpretan temas que
implican una actitud, pensamientos. Hoy somos cincuentones que en aquel
entonces creímos que ese era el camino correcto, y lo sigue siendo.
Nos hemos ido adaptando a las circunstancias. Ahí están Gabino
Palomares, Marcial Alejandro, Pepe Elorza, El Negro Ojeda. Muchos
estamos intactos, no en la actitud melancólica, esa que sirve de
refugio para decir que todo tiempo pasado fue mejor. No, el presente existe.
Yo sigo siendo esencia de lo que fue Alfredo Zitarrosa, de lo que me enseñó,
al igual que de Sanampay.
"Si algo tenemos los cantantes como yo es congruencia.
La gente va a vernos, nos oye y nos cree, porque tenemos ética."
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