México D.F. Martes 9 de noviembre de 2004
Sergio Ramírez en entrevista con La
Jornada por su nuevo su libro Mil y una muertes
''Amor, locura y poder son los grandes temas de la
literatura''
Hace diez años abandonó la actividad política
para recuperar su viejo oficio de escritor
Cada narrador tiene su obsesión por la realidad
de su entorno, sopesa el autor nicaragüense
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Hace diez años Sergio Ramírez se retiró
de la política para recuperar su viejo oficio: escritor. ''No me
arrepiento. Ahora estoy en mi salsa, la literatura, y he perdido cualquier
tentación de regreso. La política fue una etapa, pero hoy
estoy muy bien realizado en mi vocación de escribir", expresa en
entrevista con La Jornada.
Sergio
Ramírez nació en 1942 en la localidad nicaragüense de
Masatepe, estudió leyes, actuó en la oposición contra
el dictador Anastacio Somoza, en 1984 fue electo vicepresidente por el
Frente Sandinista de Liberación Nacional y después fue legislador.
Pero antes, mucho antes, comenzó su carrera literaria.
Cuento, poesía, novela, ensayo son algunos de los géneros
en los que ha viajado, regresando a uno y a otro a lo largo de los años
y ahora publica Mil y una muertes (Alfaguara), su tercera novela
en seis años.
En las entrañas del poder
Cuando dejé la política, recuerda Ramírez,
''me dije, ¿de qué sirvió? Estuve metido 10 años
en el gobierno, mi oficio se volvió burocrático. ¿Qué
partido le puede sacar la imaginación a un oficio burocrático?
Después advertí que estaba siendo muy simplista y que la
verdad era que viví en las entrañas del poder, conociendo
las trampas y las reglas y, por tanto, podía hablar desde esa experiencia
porque los grandes temas de la literatura son el amor, la locura y el poder".
Esta reflexión lo ayudó, dice, a identificarse
a sí mismo dentro del aparato del poder y usarlo a distancia para
hacer una conexión entre la vida privada y la pública, algo
''que me fascina, sobre todo en la novela. Me di cuenta entonces que haber
estado dentro del poder era un gran privilegio".
Hoy utilizó ese privilegio para escribir Mil
y una muertes, una novela de búsqueda de identidad, más
que de los personajes, de un país, de la Nicaragua del siglo XIX
y mediados del XX.
Sergio Ramírez se convierte en personaje, escribe
de sí mismo en primera persona y acompaña, en caminos paralelos,
al otro personaje: el fotógrafo Castellón. Todo con un matiz
sutil de sus días de político.
Lo que sucede, explica, ''es que gran parte de la realidad
que vivimos en América Latina es política, tiene mucho que
ver con la vida pública, de manera que hay quimeras que corresponden
a la realidad de cada país.
''La quimera de Nicaragua es el canal interocéanico
y éste es el elemento que retomo en la novela, esta quimera que
es llevada a sus extremos y da pie a todo el desarrollo dramático
y a la vez cómico de este hecho que viene de la exageración
alrededor de la vida del país.
''De hecho todos los sueños son exagerados, los
sueños de transformar un país con una vía interocéanica,
convertir a una ciudad en la nueva Constantinopla del Pacífico,
buscar a Napoleón III para hacerlo socio de esta empresa, está
dentro de la exageración de los sueños de América
Latina", expresa el autor de la novela Castigo divino y el libro-testimonio
Adiós muchachos.
A finales del siglo XIX el sueño, la quimera, era
lograr que Nicaragua fuera reconocida como país y ese ''todavía
es el anhelo de los países pequeños, porque frente al concierto
de las naciones, sobre todo ahora en tiempos de globalización, las
señales que emiten son siempre muy débiles. Son países
reconocidos sólo por los conflictos; están en el mapa como
naciones solamente cuando hay luchas, sobre todo sangrientas, armadas.
''Son países cuyas tristezas, cuyas miserias, cuyos
déficits sociales caen en la oscuridad; ahora hay que imaginar lo
que sería un lugar como Nicaragua en el siglo XIX, recién
consumada la independencia, en la que no hubo grandes epopeyas sino que
se dio por agregado, por default."
Es una novela de búsqueda de la identidad porque,
añade, cada escritor tiene su obsesión alrededor de la realidad
de su país y del entorno en el que ha vivido.
''Sí, una de mis obsesiones -prosigue- es la identidad,
cómo identificar a un país tan pequeño como Nicaragua.
También soy ese Castellón en búsqueda de que se reconozca
la identidad de un país, que entonces estaba por hacerse".
Presentación en la FIL
Diez años alejado de la política en los
que Sergio Ramírez repone el tiempo perdido ''no en mi vida -aclara-
en la literatura. Estoy reponiendo ese tiempo sin apresurarme a escribir,
porque no me interesa sacar una novela cada año".
Y aun cuando hace tiempo manifestó que un político
debía saber cuándo retirarse, la afirmación no corresponde
con el oficio de escritor, porque ''uno escribe hasta el último
día de su vida en la medida que tenga imaginación, ánimo
narrativo, disposición a la disciplina, alegría a la hora
de escribir, encontrarle el gusto a la narración, divertirse uno
con su propio oficio y saber que tiene sus padecimientos como el corregir".
Para un escritor ''no hay hora de retirada. Los políticos
se agotan, los hay que ya deberían estar en su casa escribiendo
sus memorias, pero en la escritura no hay manera".
Mil y una muertes, que se presentó en la
reciente Feria del Libro de Monterrey, ahora lo hará en el contexto
de la versión 18 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara,
que comenzará actividades el sábado 27 de noviembre.
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