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P O L I T I C A
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México D.F. Martes 9 de noviembre de 2004

Magdalena Gómez

Los pueblos indígenas en el proyecto de López Obrador

El pasado sábado se realizó la primera de las presentaciones programadas sobre el libro Un proyecto alternativo de nación que ha publicado Andrés Manuel López Obrador y, no obstante que incluyó en el capítulo seis la deuda histórica con los pueblos indígenas, el tema pasó desapercibido para los presentadores y en el caso del autor sólo hizo una referencia marginal a la solidaridad que prevalece en las comunidades indígenas. La misma situación se ha observado en los análisis o referencias publicadas en algunos medios, salvo el caso de Rolando Cordera, quien expresó directamente "no me gusta el énfasis en los acuerdos" (refiriéndose a los de San Andrés) para abundar en los puntos de vista que los opositores a los mismos han esgrimido hasta ahora con tanto éxito, pues han logrado la coincidencia de la clase política de cuyo ominoso pacto y traición es producto la contrarreforma de 2001 (Reforma, Enfoque, 31 de octubre de 2004).

Si bien habría que realizar un análisis detallado del proyecto en su conjunto para reflejar en otros postulados, como los de educación y cultura, la dimensión pluricultural de la nación, es indudable que López Obrador fija posición sobre el corazón de la polémica que ha entrampado durante dos sexenios el diálogo y la paz en Chiapas. De manera destacada abre su reflexión señalando: "cualquier proyecto alternativo de nación tendría que hacer justicia y cumplir, con mucha responsabilidad, todos los compromisos que se hagan con los pueblos indígenas". Y agrega: "Ninguna solución duradera a los problemas del país podrá hacerse efectiva mientras las comunidades no tengan plenos derechos sociales y políticos".

Dentro de la propuesta concreta incluye, además de la política de combate a la pobreza con participación comunitaria y reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, señalando: "Es necesario superar los prejuicios que han prevalecido acerca de que reconocer el derecho a la autonomía a los pueblos indígenas entraña un peligro para la soberanía y la unidad nacionales. La autonomía de los pueblos indígenas no implica segregación ni reservación o separatismo es respetar sus formas de organización en el marco del Estado nacional. Por ejemplo, se debe legislar respecto de su derecho a acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales de sus tierras y territorios, entendidos éstos como la totalidad del hábitat que los pueblos indígenas usan y ocupan, salvo aquellos cuyo dominio directo corresponda a la nación".

Respecto al problema de la paz y muy lejos de la "sospechosísima" frivolidad foxiana de los quince minutos afirma: "Estamos conscientes de que ante el incumplimiento de la palabra empeñada tras el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, correspondería al gobierno federal dar los primeros pasos para el restablecimiento de la confianza mutua y la recreación de un clima de negociación".

A estas alturas ya sabemos que el tema indígena y el del diálogo con los zapatistas están polarizados y que sobre todo el primero tiene en su contra toda la fuerza de la discriminación que se ha promovido desde la escuela pública y los medios de comunicación, avalados por la Constitución. Así que no será sólo con una nueva discusión en los medios como se logrará que los acuerdos de San Andrés se incluyan entre las grandes prioridades nacionales; se requiere un auténtico proceso reducativo.

Bien sabemos que López Obrador tiene fuertes vínculos con los pueblos indígenas, los chontales de Tabasco son testigos de ello, además de que como presidente del PRD fue defensor de la paz en Chiapas y de los citados acuerdos de San Andrés, de manera que no incluyó el tema en su proyecto porque sea "políticamente correcto"; por ello mismo sería muy importante que en todas las presentaciones de su libro, que es un manifiesto político, como bien señaló Lorenzo Meyer, incluyera la mención explícita a la importancia de pagar la deuda histórica con los pueblos indígenas. El puede colocar el tema entre las preocupaciones de la gente que lo respeta y lo escucha, sería una suerte de acción política afirmativa, pues en este asunto seguramente encontrará muchos sectores y presentadores de la obra que coincidan con él en la mayoría de sus planteamientos y, sin embargo, les parezca poco relevante el capítulo seis o bien estén abiertamente en contra del mismo. La discriminación no se superará sólo con esto, pero siempre es bueno hacer visible lo que muchos se niegan a ver.

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