México D.F. Martes 9 de noviembre de 2004
El instituto debe tener mayor presencia o será
rebasado, advierte Jaime Cárdenas
La discreción de los consejeros del IFE
podría volverlo anodino en 2006
El nuevo escenario político obliga a la "sobriedad
y a la "mesura": Virgilio Andrade
ALONSO URRUTIA /II Y ULTIMA
El
escenario rumbo a los comicios de 2006 es cada vez más complejo:
los vi-deoescándalos, la descomposición de la política,
la confrontación entre poderes. Y por añadidura, señala
el ex consejero electoral Jaime Cárdenas, un presidente de la República
débil, que no contribuye a la gobernabilidad y una autoridad electoral
deslegitimada, que ha estado "muy ausente" en este año de agitación.
"Demasiados flancos que pueden llevar al Instituto Federal Electoral (IFE)
a verse rebasado en los comicios si no es capaz de conducir la contienda",
advierte.
Es la crítica de quien ya estuvo en el IFE durante
las elecciones históricas por medio de las cuales se llegó
a la alternancia del poder. Mientras, en el instituto existe hoy una convicción
casi generalizada entre los consejeros: actuar con discreción y
sobriedad.
"Tal vez la estrategia actual del árbitro electoral
no pareciera tener mucho éxito; no nos podemos volver una voz activa
en este panorama político. Por eso creo que, a la larga, la discreción
es más rentable", afirma el consejero Rodrigo Morales.
Sin embargo, en el IFE se reconoce que la cada vez más
complicada escena política impactará en la organización
de los comicios. "Sin duda que influye ese escenario. La pregunta es cómo
abordarlo desde la autoridad electoral. Diría que desde el IFE lo
abordamos analizando el impacto que pueden tener en el abstencionismo el
desánimo y el desencanto en la política y en los políticos,
para definir las campañas de educación cívica que
alienten la participación electoral", plantea Teresa González
Luna, integrante del Consejo General del instituto.
Admite la complejidad de las campañas frente a
los videoescándalos y la descomposición política:
"es difícil, pero hay que buscarle, porque la vida política
no se constriñe a los conflictos y a las acciones escandalosas.
Una tarea muy importante es lograr el convencimiento social de que la política
es el espacio ciudadano privilegiado, y no es sólo de los políticos".
Sin embargo, "la discreción y la sobriedad" de
la estrategia definida por los nueve consejeros incluye también
otros ámbitos que incidirían necesariamente en sus facultades:
las reformas electorales. Sencillamente se ha decidido no impulsar desde
el IFE modificaciones legales para enfrentar problemas fundamentales de
la democracia mexicana (costo de las campañas, mejor fiscalización
y regulación de precampañas, entre otros temas), porque es
un espacio que corresponde al Poder Legislativo y éste debe definir
su agenda.
El consejero Marco Antonio Gómez Alcántar
reconoce que la gama de asuntos no suficientemente regulados ha crecido
y ha obligado al IFE "a entrarle" en las condiciones limitadas que la ley
le permite actualmente: "Hoy ya no se discute tanto la validez de las elecciones
o de la jornada electoral en sí; se debate sobre la compra y coacción
del voto, o bien sobre la democratización de la vida interna de
los partidos y el financiamiento irregular de las campañas".
Así, se diría que, casi con resignación,
los consejeros construyen los escenarios de riesgo rumbo a 2006 con el
marco legal vigente "para no depender de los legisladores", aunque exista
el reconocimiento de cambios y de readecuaciones de segunda generación.
"Haya o no reformas, estamos obligados a sacar adelante la elección",
resume Morales.
Para Virgilio Andrade este primer año del nuevo
Consejo General del IFE ha coincidido con el surgimiento de polémicas
sobre nuevos temas de la democracia mexicana: "Nos ha tocado una época
mucho más sujeta a controversia sobre criterios, lo que ha provocado
que el IFE tenga que actuar de forma distinta. Por eso hemos elegido la
ruta de la sobriedad y la mesura, pero con un diálogo intenso con
las instancias participantes".
Según la lógica de los nuevos consejeros,
frente al escenario de confrontación entre partidos y poderes al
IFE no le corresponde intervenir. "Hay que definir cuál es nuestro
papel. Debemos tener interlocución con los actores políticos,
pero nuestra función central y vital tiene que ver con la organización
electoral, con el fortalecimiento de los partidos y la construcción
de ciudadanía. El IFE debe participar en la agenda política
nacional, pero desde sus facultades", asegura González Luna.
Crítico del desempeño del IFE desde los
tiempos en que formaba parte del Consejo General, Jaime Cárdenas
resume el escenario rumbo a las elecciones de 2006: hay niveles terribles
de confrontación entre los gobiernos federal y capitalino, mientras
el PRI se mantiene agazapado. En medio de tanta confrontación hay
una Presidencia débil, un PRD con una actitud demasiado beligerante
y una autoridad electoral con problemas de legitimidad de origen, señala.
"No sé si el actual consejo sea capaz de sujetar
a los contendientes a las reglas electorales; que pueda impedir que el
presidente Vicente Fox salga a hacer campaña en favor de su candidato
o se controlen los gastos de precampaña. Veo muchos flancos abiertos",
resume el ex consejero.
En este escenario, Cárdenas advierte la necesidad
de que el IFE salga de su actitud "pasiva", que se traduce en ausencia
del escenario político actual. "Me da la impresión de que
deberían ser más contundentes en empujar las reformas electorales
que se requieren, porque con esa actuación no se sabe bien cuáles
son sus propuestas de solución para aspectos como la fiscalización
de precampañas; el papel de los medios públicos; cómo
revertir un tema que aún subyace, como es la desigualdad y la diferenciación
tan grande de recursos", añade.
-En este proceso de descomposición política,
¿la autoridad electoral debería intervenir?
-Veo muy difícil que lo intente. Quizá el
anterior consejo lo intentaría, pero para que puedas intervenir
como árbitro las partes te tienen que respetar, y yo no creo que
a este IFE lo respeten los contendientes. Hay un juego muy crudo de poder.
Con la premisa de que las reformas electorales no dependen
del instituto y que en un entorno político tan enconado es preferible
un perfil sobrio y sustentado en la ley, Virgilio Andrade señala
que existe un conjunto de acciones que sí corresponden al organismo
para encarar el proceso electoral en las mejores condiciones posibles,
entre ellas una de las que ya está en marcha y cuya instrumentación
no fue cuestionada: la redistritación.
Sin embargo, existen otras tareas, entre las que destaca
la consolidación de la confianza y la credibilidad en el organismo;
preservar la confiabilidad del padrón electoral; abordar el tema
de la fiscalización, y fortalecer la educación cívica
y la capacitación electoral.
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