México D.F. Martes 2 de noviembre de 2004
Maestro de la ''comunicación emocional''
Hace 50 años murió Matisse, un ''buscador
de la verdad''
Pugnó por un arte del equilibrio, definía
Apollinaire
DPA
Paris, 1º de noviembre. Las puestas de sol
rojo fuego en Saint Tropez y Colliorue, así como la aparente unificación
de mar y cielo en el horizonte eran una fiesta para el ojo artístico
de Henri Matisse.
''El
Oriente y el Mediterráneo están en Matisse. En las zonas
climáticas del sur encuentra sus añoranzas y su deleite''
escribió alguna vez un crítico del arte sobre el pintor francés,
para el que los colores y la luz eran ''el instrumento preferido de la
comunicación emocional".
El pintor, nacido el 31 de diciembre de 1869 en Cateau-Cambrésis,
pequeño pueblo en el norte de Francia, atribuye a los colores en
su obra la relevancia que los cubistas daban a la forma.
Hace 50 años -el 3 de noviembre de 1954- Matisse
murió en Niza. Fue uno de los pintores más importantes del
siglo XX.
La utilización de colores luminosos en su obra
se remonta a 1898. Tras su estancia en Londres, donde descubrió
al pintor paisajista inglés William Turner, Matisse pasó
el verano con su joven mujer Marguerite en Córcega.
La maravillosa puesta de sol en la isla mediterránea,
que el artista pintó luego, supone en punto de giro en su carrera.
Con Córcega, el artista del norte lluvioso y plano,
descubrió una luz que hacía a sus obras más libres
y espontáneas y que en principio lo llevó al fauvismo, antes
de que con el impresionismo y el puntillismo, arribará a formas
más sencillas y comprimidas. Su famoso cuadro Luxe, calme et
volupté da testimonio de este desarrollo artístico, en
el que el color se convierte en una forma de expresión pura.
El poeta y crítico de arte francés Guillaume
Apollinaire (1880-1918) describió a Matisse como un hombre serio
con mucha perseverancia y voluntad ejemplar, que intentó durante
toda su vida, crear ''un arte del equilibrio, la pureza, la tranquilidad,
sin sujeto inquietante, una especie de tranquilizante, un analgésico
espiritual, algo que se asemeje a un buen sillón".
Matisse era, como Cézanne y Bonnard, un trabajador
incansable. Una complicada operación intestinal en 1941 lo mantuvo
meses en la cama. No podía pintar, pero sí dibujar. Así
comenzó a ilustrar numerosos textos literarios, entre ellos, Poésies,
de Mallarmé.
Los últimos 10 años de su vida, Matisse
los pasó entre París, Vence y Niza. Su pintura decorativa
de la capilla del Rosario en Vence, cerca de Nizsa, y sus papiers découpés,
papeles recortados y pintados, suponen el clímax de su búsqueda
de pureza, equilibrio y armonía.
Sobre todo los monumentales murales de la capilla de Nuestra
Señora del Rosario eran considerados por Matisse como la culminación
de su arte: ''Los veo, a pesar de todos sus errrores, como mi obra maestra,
el resultado de una vida dedicada a la búsqueda de la verdad".
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