México D.F. Martes 2 de noviembre de 2004
"Lloré cuando dejé esa tierra santa"
Montes Azules, Chis., 1Ɔ de noviembre. Hijo de indígenas tzotziles de Chenalhó, Mariano Pérez López creció en las fincas cafetaleras del Soconusco, adonde fue llevado para trabajar de jornalero, junto con sus hermanos, vecinos y amigos. Todos, gente sin tierra.
En la víspera de su cumpleaños número 48, narra cuando emigró a Tabasco y Campeche para finalmente asentarse en la selva Lacandona.
"Caminando llegamos a la selva, a esta tierra santa donde el agua es limpia, no hace ni frío ni calor, lo que sembramos nace grande, como en ningún otro lugar." Mariano es uno de los miles de indígenas provenientes de toda la geografía chiapaneca que llegaron a establecerse en esta región, pero que ahora tendrá que "caminar nuevamente" y abandonar esta tierra.
Durante más de 12 años Mariano habitó en el poblado San Francisco El Caracol, que fue el primero en ser reubicado en julio pasado.
El, junto con su mujer y 11 hijos, además de otras ocho familias, se negaron en un principio a salir del lugar. Sin embargo, cuando se fueron quedando solos en el poblado -al que para acceder hay que atravesar en cayucos el río Lacantún y luego caminar al menos seis horas en medio de la selva- decidieron aceptar su salida.
Mariano explica su proceso de reubicación: "Estuve triste al dejar allá, lloré, porque fue mucho lo que trabajamos. Teníamos potreros, cafetales, árboles frutales. Son 12 años de trabajo. Ya hasta sacábamos café para vender... y adonde nos van a poner ahora la tierra no da mucho".
Se refiere a Nueva Magdalena, tierra enclavada en la zona de Marqués de Comillas, colindante con la selva Lacandona, pero visiblemente deteriorada por la explotación indiscriminada, la deforestación y la ganadería extensiva que ahí se practica.
"Mucha gente vive sin tierra, por eso se van a las calles de Tuxtla, de San Cristóbal, a vender chicles. Yo no quería que mis hijos trabajaran en las fincas, que se fueran a las ciudades, por eso venimos a la selva", expone visiblemente deprimido. (ANGELES MARISCAL, CORRESPONSAL)
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