México D.F. Martes 2 de noviembre de 2004
Mestizos desplazados, indígenas expulsados
y pro zapatistas se asentaron en la zona
Desarraigados dieron nueva fisonomía a Montes
Azules
Mientras unos grupos se pliegan a la reubicación,
otros se organizan y planean "resistir"
ANGELES MARISCAL/II Y ULTIMA CORRESPONSAL
Selva Lacandona, Chis., 1º de noviembre. Mestizos
desplazados por la construcción de hidroeléctricas, indígenas
tzeltales y tojolabales expulsados de Chamula por conflictos religiosos
y pro zapatistas de los Altos fueron llegando paulatinamente a poblar la
selva, algunas ocasiones en grandes grupos, otras sólo con sus familiares.
En la zona sur de la selva, compuesta por al menos 16
poblados, habitan unas 44 familias originarias del poblado Chavajebal,
del municipio El Bosque.
Llegaron en 2000 y se separaron para conformar lo que
hoy se conoce como San Isidro y Sol Paraíso.
Para llegar a estos poblados hay que cruzar el río
Lacantún, el cual en tiempo de lluvias crece hasta hacerse intransitable.
"Costó
para pasar el río, pues nadie nos quería pasar. Supimos de
este lugar porque salíamos a trabajar de peones, y la gente nos
dijo que aquí había tierras. Buscamos en un mapa dónde
era y empezamos el camino", comenta Manuel Hernández Ruiz, habitante
de San Isidro.
Otras versiones señalan que la llegada de los habitantes
de Chavajebal y otros poblados de los Altos de Chiapas, luego de 1994,
obedeció a la estrategia del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) de extender su territorio.
Manuel se niega a hablar más de este tema y dice
que unas 20 familias aceptaron la reubicación, en tanto otro grupo
planea "resistir".
Ahora se sabe que estos indígenas saldrán
también del lugar para quedar, junto con otros poblados pro zapatistas,
bajo la protección del caracol de La Realidad.
En la zona norte de la selva, la del Desempeño,
hay otros 15 poblados que esperan ser reubicados o regularizar su situación
agraria.
Es el caso de San Antonio Escobar, localidad fundada hace
35 años por campesinos sin tierra, originarios de Ocosingo.
Uno de los fundadores del lugar, Fidelino Gómez,
relata que se instalaron en esas tierras "cuando el hombre llegó
a la Luna" (1969), pues ésa era la noticia que se difundía
en la radio durante la época en que abrieron brecha a la selva.
A lo largo de más de 30 años, los habitantes
de esta parte de la selva lograron establecer en sus poblados cierta infraestructura
urbana, como luz eléctrica, caminos de terracería y viviendas
de cemento.
Por los caminos de la selva se distinguen los orígenes
de sus habitantes.
En el poblado San Mateo, en la parte sur, un grupo de
mujeres se reúne en las afueras de un templo adventista.
Visten la indumentaria típica de San Juan Chamula,
aunque la falda negra de lana cruda fue cambiada por otra de algodón,
acorde con el clima caluroso de la región.
Los pobladores de la comunidad 13 de Septiembre y Loma
Bonita, por su parte, son en su mayoría altos, de tez blanca y algunos
de ojos claros.
Son mestizos que fueron desplazados del centro del estado
por la construcción de las presas hidroeléctricas.
Diego Gómez Hernández, de 31 años,
originario de la zona Altos, mientras descansa luego de caminar cuatro
horas entre peñascos y montañas, cuenta que perdió
tres de sus cinco hijos.
"Los tres murieron de la tos, cuando tenían como
tres años, pero empezaban a enfermarse de antes; se revolcaban,
vomitaban, y no pude salvarlos. Uno se me murió en el camino cuando
lo bajaba para llevarlo al hospital de Comitán", recuerda.
Fundador del poblado Sol Paraíso, dice que llegó
a la selva junto con su padre y un hermano cuando tenía nueve años,
en compañía de otros tzotziles que buscaban un lugar para
habitar.
"No teníamos allá nada de terrenos pa' trabajar;
es así como empezamos a buscar por varias partes hasta que nos dijeron
que aquí había pura tierra buena. Pero la gente llegaba y
no aguantaba mucho tiempo, se iba. Luego venían otros, no aguantan
trabajando", explica.
Inclusive él se fue un tiempo al norte del país
para trabajar de peón, juntar recursos y regresar a la selva.
Ahora advierte: "si nos van a reubicar, si nos dan un
buen lugar, si nos pagan el trabajo que tenemos, si hay forma de llevar
nuestros animales, está bien, nos salimos, no queremos problema".
"A mi mujer de por sí no le gusta estar acá porque hay mucha
lluvia, mucho trabajo. Una vez la tuve que sacar cargando porque ya se
me estaba muriendo. Ella sí se quiere ir", puntualiza
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