| | México D.F. Domingo 31 de octubre de 2004 |
Uruguay: una tendencia, una esperanza
Las
elecciones en Uruguay casi seguramente culminarán la marcha hacia
el gobierno nacional emprendida hace tres décadas por el Frente
Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría, el cual, desde hace
casi tres lustros, gobierna la ciudad de Montevideo y se apresta ahora
a acabar con la alianza de los partidos tradicionales, el Colorado y el
Blanco (o Nacionalista), ambos liberal-conservadores. Los datos disponibles
permiten, en efecto, suponer que el Frente Amplio ganará en la primera
vuelta con más de 50 por ciento de los sufragios y un número
altísimo de votantes.
Si así fuese, ese resultado confirmaría
la tendencia hacia la derrota de las políticas neoliberales, que
está barriendo, una tras otra aunque en diversas formas y en grados
distintos, las diferentes regiones de nuestro continente. En efecto, en
Centroamérica son varios los ex presidentes o vicepresidentes que
han ido a parar a la cárcel, porque la sociedad no tolera ya los
latrocinios y las arbitrariedades, y la lucha costarricense contra la privatización
del agua y el monopolio eléctrico ha hecho eco a batallas similares,
por los mismos motivos, en Cochabamba, Bolivia o en el sur de Perú.
En Venezuela, la aplastante victoria del gobierno de Hugo Chávez
en el referéndum derogatorio se repetirá, aumentada, en las
elecciones regionales. En Bolivia, el ex presidente (fugitivo) Gonzalo
Sánchez de Lozada será juzgado junto con su gabinete por
las matanzas cometidas al intentar favorecer a las compañías
petroleras y exportar gas por Chile, y el Parlamento aprobó una
legislación nacionalista para el gas y la explotación petrolera.
En Argentina, el gobierno ya restatizó el correo y acaba de crear
compañías nacionales de aviación, en los campos petrolero
y de la telefonía, para enfrentar el monopolio de las empresas vergonzosamente
privatizadas, y además resiste la presión del Fondo Monetario
Internacional. Las empresas petroleras estatales venezolana y brasileña,
por su parte, han iniciado un proceso de colaboración en los rubros
de tecnología e inversión, en el camino hacia la integración
regional. Las elecciones estatales y municipales en Brasil han visto crecer
el número de puestos conquistados por el Partido de los Trabajadores,
a pesar de la protesta contra las impopulares políticas económicas
del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva.
De modo que la llegada del Frente Amplio al gobierno de
Uruguay pondrá en cuestión el poder, no sólo en ese
pequeño país sudamericano (cuya economía está
en manos de ganaderos, laneros y especuladores financieros), sino también
en el Mercosur. En efecto, un triunfo del Frente Amplio generalizaría
y estimularía aún más en el Cono Sur el repudio ejemplar
de los uruguayos a las privatizaciones y al ALCA, y reforzaría la
resistencia popular en toda la región a la política estadunidense,
que es compartida tanto por demócratas como por republicanos, y
es, en cambio, resistida por los pueblos latinoamericanos.
En México, el ejemplo uruguayo demostraría
que "cambio" no quiere decir alternancia, como la que había antes
en Uruguay entre blancos y colorados, formalmente diferentes pero unidos
por la misma política. El Frente Amplio promete una gran lucha contra
la desocupación: ese es otro gran ejemplo, pues en México,
donde cada año se incorporan a la búsqueda de trabajo un
millón 300 mil jóvenes, en lo que va del sexenio se han creado
sólo 324 mil empleos formales y 972 mil sin salario fijo ni beneficios
sociales, y según la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social los aumentos aceptados en los contratos laborales están 2.4
por ciento por debajo de la inflación.
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