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México D.F. Miércoles 27 de octubre de 2004

Vilma Fuentes

Fernando del Paso en París

No voy a hablar aquí de la persona de Fernando del Paso, sino del escritor, esa persona invisible que sólo existe frente a la página donde su mano escribe un dictado. Una voz que sólo él sabe escuchar y se dirige directamente a él.

Por eso quiero hablar de sus libros o, al menos, de cómo llegaron y gracias a quién a mis manos. Porque si hay algo enigmático y significativo es el camino que toman los libros, sus irrupciones, sus viajes.

En 1967, el maestro de Epistemología en la Facultad de Filosofía, era fray Alberto de Escurdia, un dominicano que se calificaba a sí mismo de "trasatlántico". Llamábamos "barcos" a los profesores condescendientes que no reprobaban a nadie. Fray Alberto daba a casi todos los estudiantes la nota máxima, diez, "si las chiquitas en minifalda, cada vez más cortas, se sentaban en la primera fila. "Los muchachos detrás, porque voy a hablar de la época, en Grecia, cuando los hombres aún no hacían diferencias entre el sueño y la vigilia."

Fray Alberto invitaba a su casa a las más cortas minifaldas. Las sentaba frente a él y los volcanes y las ponía a leer alguna páginas de José Trigo. El miraba y, a veces, tocaba las rodillas de la chica. Nada más. Acaso su mirada... Regalaba entonces un ejemplar de José Trigo a la muchacha. Así, gracias a mis rodillas tuve la suerte de obtener un ejemplar que me sumiría en un barroco moderno, herencia y renovación de Góngora y Quevedo, cuyo deslumbramiento no ha cesado.

Años después, ya en París, recibí la visita de Francisco Zendejas, crítico literario durante largos años, representante de Trotsky en la Tierra, Zendejas, quien me recitó páginas enteras de Palinuro de México: las andanzas en países lejanos donde se desdoblan dos realidades, la del país abandonado y la de las calles que se recorren en otros lados. Me dejó su ejemplar. Comencé a conocer más de cerca a Del Paso con Palinuro, el más autobiográfico de sus libros, si puede hablarse así de la ficción de una novela.

La locura, ese doble movimiento barroco de continuidad y ruptura, estaba ya presente en las dos novelas de Fernando. "Les hommes sont si nécessairement fous que ce serait être fou par un autre tour de folie de ne pas être fou", dice Blaise Pascal.

La idea de la muerte enloquece. A veces, la vida también.

En Noticias del Imperio, del Paso va a dejar expresarse sin barreras la locura de Carlota. Más que prestar su voz a la emperatriz, va a permitirle hablar en un verdadero pase de magia. Hablar con las voces de aparecidos y apariciones, locura nórdica, que entonan los acentos silenciosos de una ópera donde se escuchan los latidos, tic-tac del tiempo.

Recibí Noticias del Imperio en mi buzón, la locura también tiene derecho a viajar por correo, gracias a una mujer que leyó esta novela una y otra vez. Lectora quijotesca, supe que distribuyó a familiares, amigos y admiradores las cenizas de su difunto marido, el traductor Guillermo Rousset. Cuando le iban faltando, aumentaba con las de cigarros las del muerto. Bien mezcladas, me dijo, siempre les tocará algo. Como las reliquias...

Una de las cuestiones más inquietantes que me persiguen desde hace años son las diferencias entre la locura del Norte y la locura del Sur. Hamlet ve apariciones, almas en pena, fantasmas que le hablan entre brumas, revelan secretos de ultratumba y claman venganzas. El Quijote ve gigantes en vez de molinos de viento, damas y princesas en mujerzuelas o sirvientas, borregos en vez de ejércitos enemigos...

Viaje alrededor del Quijote, presentado en la Casa de México, durante las celebraciones del cuarto centenario de la publicación del Quijote, gracias al actual director Guillermo Ordorica, del Paso realiza un análisis erudito, pero no hermético, de la obra maestra de Cervantes. La locura del Quijote, pero también Quijote lector o Quijote leído, locura y tontería del héroe y de Sancho, así como de los burlones burlados, duques y otros...

Muchas otras actividades (teatro, danza, exposiciones de libros, pinturas y fotos, comida mexicana) se organizaron en la Casa de México de la Cité Universitaire con verdadero éxito.

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