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México D.F. Miércoles 27 de octubre de 2004
La ONG canadiense exige que su banco genético
sea entregado a la FAO
Desaparecer centro para mejoramiento de semillas, plantea
el Grupo ETC
CIMMyT y CGIAR ya no defienden a los agricultores, sino
los derechos de propiedad
MATILDE PEREZ U.
El
Grupo ETC (Erosion, Technology and Concentration), organización
no gubernamental canadiense, propuso la desaparición del Centro
Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMyT), y que
su banco genético sea entregado a la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pues,
al igual que los 15 centros de investigación del Grupo Consultivo
sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR, por sus
siglas en inglés), sus objetivos para favorecer a los campesinos
y combatir el hambre en el mundo están a disposición de las
trasnacionales agrobiotecnológicas, como Monsanto, Bayer y Pioneer,
entre otras.
En conferencia de prensa previa al inicio del Foro campesino
por las semillas y la vida, al que convocó la Unión Nacional
de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), Pat
Mooney, director del Grupo ETC y ex integrante del consejo de evaluación
del CGIAR, apuntó que las instituciones públicas en las que
los campesinos confiaron durante años "se han vuelto nebulosas,
están más cercanas al sector privado, y se han convertido
en defensoras de los derechos de propiedad y no de los agricultores".
El CGIAR fue creado en 1971; el CIMMYT, junto con los
centros Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), con sede en Colombia,
e Internacional de la Papa (CIP), con sede en Perú, fueron de los
primeros en integrar la red constituida actualmente por 63 miembros, entre
cuyas metas están fortalecer los sistemas nacionales de investigación
agrícola mediante investigaciones conjuntas, recolección
y mejoramiento de germoplasma, y producción agropecuaria y forestal
sustentable.
Dicha red "perdió el camino, ya que los campesinos
llevan tres años pidiéndole ayuda para combatir la producción
de transgénicos y no respondió a su llamado", abundó
Mooney. Hace tres meses, en una reunión en Roma, Italia, que sumó
el asunto a su agenda pero sin invitar a la discusión a los agricultores
ni a los gobiernos, lamentó que la red destine 381 millones de pesos
a una investigación agrícola que favorece más a las
grandes empresas privadas.
Durante la conferencia de prensa, Peter Rosset, investigador
del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano criticó
a CGIAR por "gastar miles de dólares inútilmente", ya que
las investigaciones responden a los intereses de las grandes compañías
productoras de semillas y fertilizantes. "¿Su acción es irrelevante
o está secuestrada por la industria privada? Yo digo que es irrelevante
y pide ser secuestrada por la industria privada", asentó.
Respecto de la actuación del CIMMYT, expuso que
algunas de las semillas mejoradas que desde 1960 creó, sí
llegaron a los campesinos, pero en años recientes se desvinculó
de los agricultores y se ha orientado más hacia las políticas
de la empresa Monsanto.
Ante la propuesta del Grupo ETC, Jaime Castillo, de la
UNORCA, demandó que el banco genético del CIMMYT quede en
manos de campesinos e indígenas, "nosotros ya no confiamos en ese
centro".
Por su parte, el director del CGIAR, Francisco J.B. Reifschneider,
desmintió que no se haya invitado a la reunión anual del
grupo a campesinos e integrantes de ETC. Mostró las acreditaciones,
entre las que estaban los nombres de Mooney, Silvia Ribeiro y Rosset, así
como el del coordinador de la UNORCA, Alberto Gómez. Explicó
que el pasado viernes se reunieron con Vía Campesina y otras agrupaciones
para dialogar acerca de las acciones científicas para aliviar pobreza
y hambre.
Dijo que se destina a ese esfuerzo casi 400 millones de
dólares anuales, y durante su existencia, el CGIAR ha logrado reducir
los costos de producción y evitó que se hiciera realidad
el diagnóstico de que habría al menos 300 millones de personas
sin acceder a los alimentos. Ahora está investigando acciones para
responder a la demanda de alimentos de otros 20 millones de personas, sin
dañar más el medio ambiente ni destruir los bosques, y por
eso desarrolla nuevos modelos.
Reifschneider defendió la permanencia del CIMMYT,
a sus investigadores y sus resultados, así como al CGIAR, ya que
los más de 500 mil materiales producidos en 33 años están
a disposición de todos; "no hay competitividad entre los usuarios".
Insisitió en que están "abiertos al diálogo", y dijo
que en la red hay socios que son agricultores, investigadores y se apoya
a las organizaciones no gubernamentales que realizan investigaciones para
mejorar la producción agropecuaria forestal.
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