.. |
México D.F. Miércoles 27 de octubre de 2004
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
Efecto águila: desplome del dólar
Los riesgos de pretender volar sin alas
UNA AGUILA SIN ALAS se cae. El unilateralismo bushiano pretendió transmutar la inmutable realidad con base en su mesianismo paleobíblico que intentó aplicar en todas las áreas del conocimiento, apuntalado por su poderío militar. Peor que Icaro y sus alas de cera que se derritieron al acercarse al Sol, Estados Unidos pretendió volar sin alas, en el colmo de la soberbia (la hubris de los griegos, que conocen las tragedias mejor que Bush), con su colosal déficit de cuenta corriente y su descomunal deuda total (cada estadunidense debe casi medio millón de dólares), susceptibles de arrastrar al dólar a una crisis monetaria que hemos denominado el efecto águila, similar al efecto tequila de la dupla Salinas-Zedillo (Ƒya se les olvidó a ambos?), el efecto dragón asiático, el efecto vodka, el efecto samba y el efecto tango sin tanga (el efecto samba dejó desnudo al neoliberalismo de Menem).
EL DESTINO ALCANZO al dólar, que se comporta como divisa tercermundista de los infatuados neoliberales. En Londres, centro financiero del planeta, donde conocen el significado de la caída de un imperio con su divisa, se preparan las exequias del dólar. Alex Brummer sopesa las consecuencias del "hundimiento del dólar", que "se muestra extremadamente enfermo" a una semana de la trascendental elección en Estados Unidos (This is London, 26 de octubre). Lawrence Summers, anterior secretario del Tesoro que sustituyó a Robert Rubin -quien no pudo aplicar la tan cacareada "nueva arquitectura financiera global" de la clintonomics volcada en la especulación bursátil-, vuelve a advertir que casi 6 por ciento de la cuenta corriente de Estados Unidos se encuentra peligrosamente elevada. Brummer afirma que los "mercados" (sic) se preparan a "cambios significativos en el liderazgo de la economía de Estados Unidos, cualquiera sea el resultado de la elección. El dólar se volvió el foco de la incertidumbre global". Aduce que "cualquiera que gane las elecciones buscará disminuir el déficit de cuenta corriente, lo cual significa devaluación", y adelanta nombres que acompañarían a Kerry en su gabinete, como el clintoniano Robert Rubin, anterior mandamás de la correduría Goldman Sachs durante un cuarto de siglo, quien sustituiría al "legendario" Greenspan. Bueno, hasta Clinton ya se prepara a remplazar a Kofi Annan en la secretaría general de la ONU. El "carisma" tiene también sus límites y va a ser interesante vislumbrar cuanto podrá restaurar la otrora superpotencia unipolar su imagen tan dañada en el mundo gracias al unilateralismo bushiano y a la doctrina de "guerra preventiva permanente" de los neoconservadores straussianos.
STEPHEN JEN, EXPERTO asiático en divisas de la correduría Morgan Stanley, advierte la posibilidad de un escenario similar a la crisis asiática de 1997 (el efecto dragón), pero "a la inversa": con una "caída violenta del dólar en los mercados de divisas foráneos, lo que tendría serias consecuencias para los tenedores de reservas en dólares, incluyendo los productores de petróleo del Medio Oriente". Con razón el banco central ruso ha resuelto cesar de rescatar al dólar frente a la revaluación del rublo.
EN EL MEXICO del "águila mochada" (šque premonitorio resultó el foxismo decadente!) el cordobista Guillermo Ortiz Martinez, "gobernador" del Banxico, es el único en el mundo en aferrarse al Titanic del dólar, sin gobierno, sin Senado, sin Cámara de Diputados y sin Conago que lo puedan controlar. En el modelo neoliberal, el centralbanquismo "autónomo" constituye la verdadera dictadura funcional.
DESDE ENERO DE 2000 el dólar se ha depreciado casi 50 por ciento frente al euro. Stephen Roach, el solvente economista en jefe de la correduría Morgan Stanley ("La fachada agrietada", 25 de octubre), revela la preocupación de cinco de los 12 gobernadores de la Reserva Federal y de presidentes de bancos regionales sobre el "riesgo mayúsculo" del déficit gemelo (de cuenta corriente y presupuestal), mientras el "bloque asiático (...) ha rechazado básicamente participar en la depreciación del dólar, lo que ha dejado una porción desproporcionada de la carga sobre el euro". La demanda de Bonos del Tesoro ha disminuido 24 por ciento: "el deslizamiento del dólar se acelerará bruscamente después de la elección presidencial". Vaticina una "recesión global" para el año entrante con una probabilidad de 40 por ciento, que dependerá mayormente de la velocidad de la desaceleración de la sobrecalentada economía china y, por primera vez, admite que la pax americana hace agua: "un desarrollo de implicaciones asombrosas para la economía global dolarcéntrica en el largo plazo". Acaba por poner en contexto la "re-regulación" en marcha: persecución judicial del fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, a las aseguradoras y a la industria musical, que se suma a los escándalos contables tipo Enron, y a la ley Sarbanes-Oaxley.
EN UNA SERIE DE tres artículos, Larry Elliot, redactor en jefe de la sección de negocios de The Guardian (25 de octubre), demuestra que "los estadunidenses viven tiempo prestado", además de que la famosa "recuperación nunca fue tal". Bill Fleckenstein (Money Central, MSN, 25 de octubre) refiere que el "escándalo de la industria de seguros podría desencadenar mayores problemas: se trata de una nueva señal de que nuestro sistema financiero es vulnerable a serias interrupciones; los próximos 18 meses pueden ser muy peligrosos (...) los más riesgosos de los recientes 50 años". La infestación de las aseguradoras, en particular Marsh &McLehan y AIG, exhibe la nauseabunda gangrena del sistema financiero de Wall Street. Las acciones de Marsh &McLehan se desplomaron 50 por ciento y arrasaron con los fondos de pensiones de los empleados (los grandes perdedores del modelo de la globalización financiera, con o sin fraudes), en espera del "estallido de la burbuja de bienes raíces, que ejercerá fuertes presiones sobre la industria bancaria". La verdadera deuda de las empresas no aparece gracias a un sistema contable deliberadamente laxo (por no decir ciego), lo que ha reclamado en forma airada Bill Gross, director de PIMCO (principal fondo de bonos en el mundo), al mago desahuciado Greenspan. Fleckenstein repite en términos accesibles lo que Eisuke Sakakibara, Mister Yen, expresó como un "cambio mayor de paradigma", al pasar de la "era de deflación y créditos laxos" a la "era de inflación con créditos restrictivos" (ver Bajo la Lupa, 24 de octubre), que atrapará sin redención a muchas empresas de Japón y Estados Unidos inundadas de adeudos. Las empresas de Estados Unidos se encuentran entrelazadas inextricablemente con deudas y el potencial de un efecto dominó no es menor, a lo que se agrega en forma dramática la "probabilidad de una dislocación de los derivados". Justamente la reaseguradora AIG (inmersa en extrañas transacciones bursátiles y catastrales siete semanas antes del 9/11), de las pocas con calificación crediticia triple A, naufraga en medio de los "derivados". Warren Buffett, el segundo hombre de Estados Unidos en riqueza, refirió el pasado julio que "Estados Unidos posee billones en derivados, de los que no sabemos cómo operan durante una quiebra bursátil".
A LOS BRITANICOS les ha dado por abundar sobre el crac bursátil de 1929. Después de The Financial Times, Bill Jameson rememora el "estallido de las burbujas bursátiles 75 años más tarde" (Scotland on Sunday, 24 de octubre). No se trata de un "fenómeno singular y atroz"; un "examen minucioso por matemáticos y actuarios descubre hoy que los mercados bursátiles son inherentemente más riesgosos" de lo que muchos ilusos creen. Jameson cita el reciente libro de Benoit Mandelbrot y Richard L. Hudson La mala conducta de los mercados: visión fractal del riesgo, ruina y recompensa, donde demuestran que "por más de un siglo los financieros y los economistas han calculado muy mal el riesgo en los mercados financieros", que en cualquier momento puede desembocar en la ruina, en especial después del colapso de la "burbuja Internet". Mandelbrot y Hudson ponen en tela de juicio que los "cambios de precios en los mercados siguen la curva de la campana clásica", con base en el índice Dow Jones en el lapso de 1916 a 2003. Como si fuera insuficiente la visión retrospectiva del matemático polaco Mandelbrot (creador de la geometría de los "fractales": elementos ordenados dentro del caos) y Hudson (anterior director ejecutivo de The Wall Street Journal, edición europea), las investigaciones de los "modelos estocásticos" exponen la "naturaleza del riesgo del mercado bursátil y los problemas que han construido los fondos de seguros de largo plazo". Los hallazgos no son nada confortables para las compañías de seguros y los fondos de pensiones del lado contable de los pasivos: "más que tratar a 1929 como un episodio único e irrepetible de locura en los mercados, las burbujas y su manía son inherentes a los mercados dirigidos por los grandes motores emocionales de codicia y miedo". Más que financieros y economistas, entonces, lo que los mercados bursátiles requieren con urgencia intensiva es de siquiatras estudiosos de la "sicología de las masas" que adelantó Gustave le Bon, el visionario francés, a mitad del siglo XIX.
COMO SI NO HUBIESEN existido similares sicosis burbujeantes con antelación -el frenesí de los "tulipanes" en Holanda en el siglo XVII; la venta de terrenos inexistentes en Mississippi por el aventurero escocés John Law a principios del siglo XVIII, así como la "burbuja del mar del Sur" en Inglaterra inmediatamente después; y las "ofertas públicas iniciales" de la "economía Internet" de la globalización financiera-, más bien parecería que existe un segmento poblacional que pierde la memoria colectiva que ocasiona alucinaciones, estimuladas por los multimedia del engaño permanente, y por el afán desmedido de lucro desregulado y la codicia infinita que acaban en calamidades generalizadas y en suicidios masivos. Por su alta peligrosidad para el resto de la humanidad, estas "alucinaciones bursátiles" deberían formar parte de la casuística de la insania colectiva, cuyo tratamiento pasa ineludiblemente por los manicomios.
|