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México D.F. Lunes 25 de octubre de 2004
Estrada Cajigal y el PAN, en la cuerda floja
La
decisión del Congreso de Morelos de declarar culpable del delito
de omisión al gobernador de esa entidad, Sergio Estrada Cajigal,
deja a ese mandatario colgando de un hilo por demás delgado: el
sentido en el que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
resuelva la controversia constitucional interpuesta por el propio Estrada,
para evitar su remoción, contra el Legislativo de su estado. Cual
sea el desenlace final de este lamentable episodio judicial y político,
resulta pertinente reflexionar sobre los elementos del contexto en el cual
se desarrolla.
Por principio de cuentas, ha de considerarse que el gobernador
panista heredó una acentuada descomposición institucional
caracterizada por la infiltración de las dependencias públicas
de seguridad y procuración de justicia de Morelos por organizaciones
delictivas dedicadas al secuestro. Pero, lejos de poner un freno a ese
fenómeno, Estrada Cajigal puso esas dependencias, de acuerdo con
datos disponibles, en manos de individuos involucrados con el narcotráfico
y con otros delitos graves. En el menos malo de los escenarios el gobernador
operó con candidez y frivolidad inadmisibles en un representante
popular; ése es el supuesto por el cual ha sido sometido a juicio
político. Pero no puede descartarse, sin previo proceso judicial,
que el todavía gobernador sea culpable no de omisión, sino
de participación en los crímenes perpetrados por sus subordinados.
En lo inmediato, y sea cual fuere la determinación
de la SCJN, Estrada Cajigal es políticamente inviable e indeseable
en Morelos, no porque se prejuzgue sobre su culpabilidad, sino porque el
mandatario estatal se ha empeñado en impedir el necesario esclarecimiento
de la red de delincuencia organizada conformada por varios de sus empleados
de confianza. Resulta comprensible, entonces, que casi toda la clase política
local -incluidos, por cierto, muchos panistas que participan en la defensa
del aún gobernador a regañadientes y bajo la presión
del Comité Ejecutivo Nacional de su partido- cierre filas contra
una figura política tan cuestionada y vulnerable.
En el ámbito nacional los infortunios del mandatario
morelense constituyen, por dos razones, un golpe demoledor para el foxismo
y para Acción Nacional. Por una parte, el asunto pone de manifiesto
el doble rasero con el cual se comporta el grupo gobernante, que acosa
mediática, propagandística, penal y presupuestalmente al
jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López
Obrador, por haber abierto una calle en supuesto desacato a una orden judicial,
en tanto busca por todos los medios posibles escamotear la acción
de la justicia en el caso del gobernador de Morelos, en cuyo primer círculo
se ha instalado el narcotráfico y se han tramado, al parecer, varios
homicidios.
Por la otra, el propio presidente Vicente Fox, así
como la dirigencia nacional panista, han puesto las manos al fuego por
la inocencia de un individuo que posiblemente resulte culpable. Hace menos
de dos semanas, en Yautepec, el jefe del Ejecutivo federal manifestó
su "compromiso con el gobierno del estado", a cuyos "esfuerzos" se sumó
"mano con mano". Luis Felipe Bravo Mena, presidente de Acción Nacional,
habló de su "confianza en el desempeño" de Estrada Cajigal
e hizo votos por que las acusaciones en su contra "se aclaren por la vía
jurídica y legal", ignorando que su propio partido impide, hasta
ahora, tal esclarecimiento.
Acción Nacional y el gobierno federal habrían
debido abstenerse de defender con expresiones tan rotundas y poco prudentes
al tambaleante gobernador -como hicieron, en contraste, gobernantes y dirigentes
perredistas con René Bejarano, Carlos Imaz y demás implicados
en los videoescándalos de marzo-, pero al movilizarse en apoyo de
Estrada Cajigal asumieron el riesgo de pagar un costo político enorme
en caso de que éste sea destituido, sometido a juicio y hallado
culpable.
El gobernador de Morelos es, pues, a estas alturas, una
debilidad y un peligro para su partido y para el gobierno federal. El máximo
tribunal del país, por su parte, se encuentra, en este caso, ante
la disyuntiva de propiciar la impunidad y el encubrimiento o dar paso a
la acción de la justicia, y su fallo no sólo será
determinante para el mandatario morelense, el PAN y el foxismo, sino también
para la credibilidad o el desprestigio del propio Poder Judicial.
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