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México D.F. Lunes 25 de octubre de 2004

Jorge Santibáñez Romellón*

Migración y las elecciones en Estados Unidos

El proceso electoral en Estados Unidos está por concluir. Todos los países están atentos a quien dirigirá los destinos de nuestros poderosos vecinos y de alguna manera regirá los del resto del mundo. En México nos preguntamos cuál de los dos candidatos nos conviene más, particularmente en el tema migratorio.

Para no meternos en problemas, diplomáticamente decimos que en el fondo no importa quién gane, cuando en realidad se pretende decir que los dos son igualmente malos y que no habrá un cambio importante en ese tema o bien que preferimos no manifestarnos en favor de uno para no correr el riesgo de lo que pasaría si gana el otro. En cualquier caso, este tipo de posiciones esconde una contradicción, porque entonces deberíamos estar construyendo nuestra política migratoria sin esperar al ganador. Total, nada va a cambiar. Lo más seguro es que cuando se conozca al ganador, diremos que ése, el que ganó, es el que más conviene a México.

En cuanto a las posiciones que cada uno de los candidatos tiene con respecto al tema migratorio, una clara señal apareció en el último de los tres debates realizados entre los candidatos en la Universidad Estatal de Arizona. Mientras Bush se manifestó, cuando mucho, por un acuerdo de trabajadores temporales, Kerry, desde una perspectiva más integral, además del programa de trabajadores temporales contempla la regularización de los migrantes indocumentados en Estados Unidos. Esto es lo más que obtendríamos, ésas son las promesas de campaña que, como todos sabemos, siempre son inferiores a la realidad. Bush no hizo en sus primeros cuatro años lo que anunció y nada permite creer que lo hará en un futuro. Con Kerry lo más que podemos conceder es el beneficio de la duda.

Adicionalmente, como para complacer a un sector importante de su partido, Bush dijo que no habrá una amnistía, ya que ello sería tanto como premiar conductas ilegales. Alguien debería explicar al presidente Bush que amnistía significa otorgar perdón a un delincuente; que los más de 4 millones de mexicanos indocumentados en Estados Unidos no son ningunos delincuentes, y que generar condiciones de residencia de pleno derecho a aquellos que con su trabajo cotidiano y con el pago de sus impuestos contribuyen al desarrollo de su país no significa en absoluto premiar conductas ilegales.

La terminología empleada por el actual presidente de Estados Unidos, que apenas disfraza su percepción negativa sobre el proceso migratorio, sin sorprender a nadie, revela que, si Bush gana, México se podría olvidar de la hipótesis que alimentó durante los primeros cuatro años de la época Bush, es decir, la de un acuerdo migratorio integral, pues cualquier acuerdo que no contemple por lo menos la regularización (que no amnistía) y un programa de trabajadores temporales debería verse como una medida unilateral que México no podría apoyar.

Definitivamente, ninguno de los dos candidatos resolverá el problema de manera integral; sin embargo, por lo dicho en ese debate, el menos malo sería el senador Kerry, pero debemos tener claro que sería sólo eso, el menos malo, y creo entonces que no hay que apostar solamente a lo que podríamos acordar con nuestros vecinos.

En este escenario, debemos voltear hacia nosotros mismos y descubrir lo que que se puede construir para ordenar de manera elemental el proceso migratorio. El tema podría ocupar un espacio importante en lo poco que queda de la administración foxista; sin embargo, precisamente porque la ventana de oportunidad es pequeña y cuando mucho abarca a partir de que concluya el proceso electoral en Estados Unidos hasta que haya candidatos más o menos oficiales en el proceso electoral mexicano que concluirá en 2006 -es decir, unos cuantos meses-, el gobierno foxista cuando mucho aspirará a cabildear algunas iniciativas, según el candidato estadunidense que resulte ganador.

A partir de que formal o informalmente comience la campaña electoral en México, cada candidato tendrá su propia propuesta y ya poco o nada se podrá hacer al respecto. Nos guste o no, a pesar de todas las expectativas que tuvimos al inicio del sexenio, lo más probable es que la administración del presidente Vicente Fox pase a la historia, en el tema migratorio, por haber puesto el tema en la mesa.

La responsabilidad, pues, será aprovechar esa plataforma y la llegada de un nuevo presidente en México. Debemos aprender la lección, la voluntad de Estados Unidos es muy importante, pero no puede ser ésa nuestra única apuesta: debemos generar una política migratoria, sobre todo ahora que sabemos que, gane quien gane en Estados Unidos, no habrá una solución integral.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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