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México D.F. Lunes 25 de octubre de 2004
Iván Restrepo
Rescate ecológico
Valle de bravo es una hermosa región ubicada a hora y media del Distrito Federal que es muestrario único de cómo se produce el agua y el papel que en todo ello juegan los recursos naturales. Su cuenca, de 700 kilómetros cuadrados, está llena de manantiales, ríos, arroyos y cascadas. Ello es posible por los bosques que allí existen. El agua abundante no es un elemento más del paisaje, sino que sirve para cubrir las necesidades de 2 millones de habitantes de nuestra zona metropolitana. Esa agua llega por medio del sistema Cutzamala y también desde hace ya 50 años se utiliza en un sistema hidroeléctrico. El agua nace allí porque hay más de 60 mil hectáreas de bosques de encino y de coníferas que dan a la región una diversidad de verdes increíble, propician la producción de oxígeno y albergan cientos de especies animales y vegetales que no son cuidados como se necesita.
Lamentablemente la cuenca y el lago de Valle de Bravo sufren un elevado deterioro. Por principio, en los pasados 30 años ha perdido casi 20 por ciento de sus bosques. Hay tala clandestina, se tiran árboles para ampliar la frontera agrícola y construir fraccionamientos de seis estrellas. Por eso ha ido disminuyendo el caudal del agua que llega al lago. Un río, el Tlalmanalco, ha perdido en 40 años más de la mitad de su caudal. Al haber menos áreas boscosas se altera el clima, llega la erosión, disminuyen la flora y la fauna y se azolvan las cuencas de ríos y arroyos. Igualmente se afecta el lago, al que el agua le lleva tierra, al grado que en los pasados 50 años perdió una cuarta parte de su capacidad de embalse. Agréguese la contaminación del agua por plaguicidas y fertilizantes agrícolas, por los insumos aplicados en la piscicultura, actividad muy importante en la zona; por los desperdicios y los vertidos del rastro municipal. Hasta por una talabartería y diversos asentamientos humanos ubicados en las partes altas y en las orillas del lago que no cuentan con drenaje. Con tanto aporte de materia orgánica, en el lago crecen explosivamente algas y lirios.
Todos estos problemas se han agravado en los 20 años recientes y ponen en peligro la viabilidad de Valle de Bravo como productor de agua y oxígeno, como sitio de recreación que da empleo, como centro agrícola y de servicios muy importante. Allí tienen sus mansiones personas con mucho dinero y poder. Algunas cuidan su entorno, pero no pueden ir más allá porque salvar a Valle de Bravo requiere una estrategia en la que participen sus habitantes permanentes y los de fin de semana o vacaciones, las autoridades locales, estatales y federales. Y esa estrategia es la que todavía no aparece, pese a que existe una Comisión de la Cuenca Bravo-Amanalco que conoce bien el origen de los problemas y cómo resolverlos, y que ahora realiza diversas tareas de mejoramientro con un costo cercano a 50 millones de pesos.
En esa dirección trabaja también desde hace varios años un grupo de residentes que logró ya, por medio de un Fondo pro Cuenca, ser escuchados en diversas instancias oficiales. Pero en ambos casos se trata de logros mínimos, cuando lo que urgen son medidas radicales que eviten la deforestación y la contaminación proveniente de la agricultura y la piscicultura, y regulen el crecimiento urbano. En fin, una política integral que garantice el futuro de Valle de Bravo y, de paso, que uno de cada 10 habitantes de la zona metropolitana de la ciudad de México tenga agua para cubrir sus necesidades.
No faltará quien piense que no existen recursos públicos para realizar los programas requeridos. No es así. Valle de Bravo es el sitio preferido por el gobierno del estado de México para celebrar reuniones de altas polendas que cuestan millones de pesos y tienen enorme difusión en algunos medios gracias a la publicidad oficial. Una de las más costosas tuvo lugar justo hace un año, con la asistencia de personalidades nacionales e internacionales. Hubiera sido un ejemplo aleccionador si ésa y otras reuniones se realizaran sin lujos ni dispendios. Y se dijera que gracias a lo ahorrado se apoyan tareas que salven del desastre a tan hermoso y necesario lugar. En espera de que esto ocurra, allí se instalará el año próximo el Centro Internacional para la Capacitación Ambiental. Enhorabuena y que no sea flor de un sexenio.
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