Comienza coloquio internacional en Humanidades de la UNAM

Vive la historia ''una terrible crisis'' en México y América Latina

No hay teorías y sí una colonización del pensamiento, deplora Berenzon

Los historiadores se han encerrado ''en una torre de marfil'', expresa

ANGEL VARGAS

Aunque refuta cualquier visión catastrofista y apocalíptica, como la de Fukuyama, Boris Berenzon admite que la historia, como disciplina de conocimiento, práctica y estudio, atraviesa por ''una terrible crisis" en México y los demás países de América Latina.

Entre otros motivos, explica el historiador, tal circunstancia ocurre porque se han extinguido las escuelas y los especialistas han sido coptados por el eclecticismo, el solipsismo y la no construcción de teorías.

Por modelos propios

''Nos hemos pasando imitando la construcción de teorías europeas y estadunidenses, y no nos hemos preocupado por construir modelos propios para interpretar nuestra realidad", señala Berenzon.

''No hay teorías y sí una terrible colonización del conocimiento. Duele mucho aceptarlo, pero vivimos colonizados: un colonialismo hacia el capitalismo. Por eso sostengo que necesitamos una renovación del tiempo-espacio."

Coordinador general del tercer Coloquio Internacional de Historia de la Historiografía de América 1950-2000, que hoy comienza actividades en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Berenzon subraya que en México y varios países latinoamericanos, a diferencia de Europa, los historiadores se han encerrado ''en una torre de marfil" y alejado de la sociedad y el estudio de las problemáticas concretas de ésta.

''Si se compara el siglo XIX con el XX podemos ver el importante papel que desempeñaban los historiadores en el primero y los años iniciales del segundo.

''Estaban en cargos fundamentales, eran asesores de las principales figuras, tenían una intensa participación en los medios de comunicación, y hoy ese lugar lo ocupan economistas y sociólogos."

Eso se debe, explica en entrevista, a que los especialistas se han inclinado por ejercer una historia glamorosa, una historia alejada de los grandes problemas de sus naciones y regiones.

Falta de vitalidad

''Es una historia especializada -prosigue Berenzon-, una historia light, una historia de bronce y una historia que no dice nada a las personas. Estamos preocupados todavía por los grandes hitos aparentemente de la historia, la construcción de los datos, es decir una datofrenia, como esquizofrenia, en vez de responderle a la sociedad, lo cual es nuestra obligación", abunda.

''Aquí hay un problema serio. Decía Edmundo O'Gorman, uno de los más grandes historiadores latinoamericanos, que 'historia es vida' y al respecto creo que a los historiadores nos sigue faltando cachondería, vitalidad.

''Debemos salir de la torre de marfil, no desde la mirada antropológica, que es una equivocación, sino desde una mirada histórica y recuperar la calle. Eso es algo que ha propuesto la historia cultural con mucha fuerza.

''Debemos saber que no sólo en archivos, bibliotecas y hemerotecas se construye historia, sino salir y darnos cuenta de las necesidades cotidianas que se están generando.

''De otra manera seguiremos dejando que la literatura y otras disciplinas sigan encargándose de explicar lo que está pasando.

''Es tiempo, pues, de dejar de hacer ese tipo de historia aburrida, densa, dogmática, que no explica qué sucedió. Los historiadores estamos obligados a hacer una historia ya no de bronce ni de adorno, sino una que responda a las necesidades sociales."

Revisitar discursos

Parte de estas reflexiones y análisis aludidos por Boris Berenzon serán tema de discusión en el mencionado coloquio, de cuya organización se encarga también la geógrafa Georgina Calderón.

El encuentro, en el que participan especialistas, académicos e investigadores de América, tiene como objetivo hacer una reconstrucción de cuáles han sido los discursos de los historiadores del continente, en especial de Latinoamérica, a partir de la mitad del siglo XX hasta la fecha.

Las sesiones tendrán lugar a partir de hoy, a las 9 de la mañana, y hasta el 8 de octubre en el auditorio de la Coordinación de Humanidades de la UNAM (Circuito Mario de la Cueva, CU).

La entrada es libre y para todo público.