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México D.F. Miércoles 6 de octubre de 2004
ENTREVISTA/CARMEN
CASTILLO ECHEVERRIA, CINEASTA CHILENA
Un ejemplo para Chile, la lucha de los zapatistas
"EL NUESTRO, PAIS DE LOS RICOS, DEL DINERO, DEL CONSUMISMO"
Salvador Allende y Miguel Enríquez, líder
del MIR, "se mantienen en la memoria social porque son héroes del
pueblo. Son los que lucharon por la justicia, la libertad y por un mundo
solidario y democrático"
HUGO GUZMAN R. ESPECIAL PARA LA JORNADA
La tarde del sábado 5 de octubre de 1974, hace
30 años, Carmen Castillo Echeverría caía aturdida
y con un brazo destrozado por el efecto de una granada que explotó
en me-dio de la sala de una casa que servía de refugio al principal
jefe de la resistencia contra la dictadura militar chilena. Junto a ella,
su subametralladora Scorpio y su compañero, el médico
Miguel Enríquez Espinosa, secretario general del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR), que se enfrentó a varias decenas de militares.
Hoy se sabe que el enfrentamiento duró tres horas
y que 10 balazos mataron al hombre que había decidido no salir de
Chile y ponerse al frente de los primeros pasos de largos 17 años
de lucha antidictatorial.
La
cineasta Carmen Castillo, opuesta "al culto a la muerte en que suele caer
la izquierda", reivindica "la construcción de una resistencia y
una rebeldía nueva, que crea e inventa" y que se funde "con la memoria
popular" donde figuran los líderes y las organizaciones de lo que
fue la "izquierda revolucionaria" de América Latina.
"Ahora le toca a Miguel", le dijo el presidente Salvador
Allende a su hija Beatriz, Tati, en pleno combate en el palacio
de La Moneda. En efecto, Miguel Enríquez al frente del MIR -que
llegó a tener unas 500 armas y unos 10 mil militantes- encabezó
la em-brionaria resistencia que, a la larga, dejó 450 miristas asesinados
o desaparecidos y unas 4 mil de sus gentes en la cárcel y el exilio.
Aquella tarde Carmen Castillo salvó la vida por
la atención de un médico y una enfermera que aún siguen
en el anonimato. Herida, la golpearon y torturaron.
Después de semanas en el Hospital Militar, fue
expulsada de Chile bajo la mirada atenta del general Manuel Contreras,
jefe de la Dina (Dirección de Inteligencia Nacional), la policía
secreta pinochetista. Tres décadas después, en medio de diversas
actividades ma-sivas en Chile y otros países de recuerdo a Miguel
Enríquez, evo-ca y proyecta.
-Treinta años después y los chilenos, sobre
todo los jóvenes, recuerdan a Miguel Enríquez, a Salvador
Allende. ¿Qué logra esa permanencia?
-Ellos se mantienen en la me-moria social porque son los
hé-roes del pueblo. Son los que lu-charon por la justicia, por la
libertad y por un mundo solidario, democrático. Y eso se mantiene
como objetivo en la medida que este Chile es el país de los ricos,
del dinero, del consumismo, del neoliberalismo. Salvador Allende y Miguel
Enríquez son dos figuras fundamentales en la memoria viva popular,
en todos aquellos que crean e inventan nuevas formas de organización
y de pensar. Porque no son las mismas ideas ni las mismas formas de antes;
no pueden ser las mismas, porque el mundo ha cambiado, la realidad ha cambiado.
Persiste la esencia del deseo de luchar contra las injusticias, de crear
poder popular, de crear autonomías, saber que si son dos y no uno
son más fuertes, entender que sólo la lucha nos ha-rá
libres. En Chile las redes co-mienzan ya a constituirse, en las poblaciones,
las universidades, en zonas suburbanas.
"Miguel Enríquez es parte de la memoria popular
y está en la emergencia de grupos organizados, de agrupaciones de
la sociedad civil popular. Miguel está presente, con sus objetivos,
porque la situación de los pobres, del pueblo, es igual o peor.
No hay política de Estado en Chile que responda a las mínimas
demandas populares, los índices de disminución de la pobreza
son falsos. No consideran pobre a alguien que tenga una radio, o un refrigerador,
son los objetos los que determinan si hay o no pobreza. Se ignora si la
gente tiene trabajo, si come bien, si tiene salud y educación".
-Se ve a Miguel Enríquez y a otros dirigentes revolucionarios
como algo dogmáticos, menos flexibles de lo que es hoy la expresión
de rebeldía.
-Éramos de otra época. Creo, en todo caso,
que el MIR era poco dogmático en sus orígenes, muy iconoclasta,
no hay que olvidar que llamó a votar por Allende, no estuvimos encerrados
en una lógica de lucha armada, nos dimos cuenta que el periodo prerrevolucionario
era de masas; creamos cultura, creamos medios de comunicación, inventamos
un lenguaje. No fuimos estalinistas y hubo una enorme crítica al
mundo del socialismo real, pensábamos en la lu-cha continental.
Tú mencionas otros dirigentes y con ellos vino la alianza con el
Ejército Revolucionario del Pueblo argentino, con los Tupamaros
de Uruguay y los del Ejército de Liberación Nacional en Bolivia.
Claro que después del golpe de Estado (del 11 de septiembre de 1973,
en Chile) nos pusimos cada vez peores, es cierto, dogmáticos, cerrados,
aparece el culto a la muerte, la noción de vanguardia, ya no somos
capaces de leer la realidad de Chile.
-¿Puede haber un punto de encuentro entre esos
movimientos revolucionarios y las expresiones de resistencia antineoliberal,
del zapatismo, del movimiento indígena de hoy?
-Los sobrevivientes del MIR, de esos años, y los
jóvenes de hoy, hemos debatido estos días recordando a Miguel.
El MIR se acaba en los años 90 como partido. Pero hay una cultura
mirista en Chile, una postura mirista, y esa cultura y esa postura tiene
mucho que ver y mucho que verse en el zapatismo,
esa cultura de rebeldía en Chile tiene mucho que
ver y verse en el
zapatismo, en las nuevas rebel-días, en las nuevas
luchas y en la radicalidad de hoy. Muchos miristas viejos, muchos rebeldes
de an-tes, hemos recobrado y hemos cristalizado no haber sido aniquilados
a partir de la aparición del zapatismo. Fuimos derrotados pe-ro
no aniquilados en el alma y en el deseo de que el mundo cambie.
"Por
ejemplo, es impresionante como en Chile se estudia los textos del zapatismo,
las luchas del zapatismo, entre el movimiento mapuche, en el movimiento
sub-urbano, en los pequeños cordones industriales que están
apareciendo, entre los estudiantes. Para mí, hay en la memoria y
en la práctica de todos los días, una relación yo
diría ontológica, poética, filosófica y de
la inteligencia política en-tre lo que fue el mirismo y la re-beldía
de Miguel Enríquez con fenómenos como el zapatismo".
-Chile se muestra como la pa-nacea del neoliberalismo.
¿Ha surgido una forma de pensamiento distinto, hay una reconstrucción
de la rebeldía?
-Existe un pensamiento nuevo y crítico. A nivel
del poder no hay
intelectuales críticos, los únicos que
aparecen son los empresarios, los políticos de arriba, los funcionarios
que no tienen ninguna relación con la sociedad civil, y el divertimento,
la farándula. Pero hay un pensamiento nuevo y está emergiendo,
por suerte, sin dogmatismo. Lo que está quedando de la memoria es
que resistir es crear. Hay un pensamiento crítico, personas que
lo expresan, hay una cultura musical nueva, ahí están los
hip-hop,
hay teatro crítico, hay células universitarias, hay redes
populares. Hay una circulación de pensamiento por la base, a través
de los de abajo. Se está construyendo una rebeldía. Se ve.
No sé si eso se convertirá algún día en una
alternativa más visible, pero por el momento la tarea es construir
el movimiento popular y su propio pensamiento en este Chile que lo quieren
presentar tan exitoso. Hay otro lado de la realidad.
-Evocar a Miguel Enríquez, al movimiento revolucionario
de los años 70 que algunos sepultan, ¿tendrá que ver
con una cultura política, un sentido de pertenencia rebelde a nivel
latinoamericano?
-Eso es, es la cultura de decir "ya basta", de decir "no",
como lo dicen los zapatistas. Hay en América Latina una cultura
de rebeldía, sí, y es una cultura que crea, que inventa,
que es inteligente. Y es una cultura, un sentido, que han tratado de aplastar
y, la verdad, no lo han podido.
-¿Cómo se siente a 30 años de esa
tarde de balas, de dolor?
-Me siento con mucha fuerza porque lo estoy viviendo,
realmente, actuando. No siento nostalgia, porque Miguel está presente
en mi cabeza, en mi cuerpo, y está presente como alguien con quien
pensamos y actuamos juntos. Eso lo siento, hoy, en muchos compañeros.
Estoy, estamos, con mucha energía, con mucha fuerza, hay mucha fuerza
en lo que esta pasando en estos días, en esta época.
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