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México D.F. Miércoles 6 de octubre de 2004

Arnoldo Kraus

Kübler-Ross

Tengo, hacia Elisabeth Kübler-Ross, una deuda sana, una deuda profunda, una de esas deudas que son hermosas no sólo porque nunca será necesario pagar, sino porque conforme aumenta genera riqueza espiritual y moral. Esta deuda es hermosa porque representa el compromiso que inconscientemente adquieren los lectores con las ideas de algunos autores y que poco a poco se incorporan a las lecturas y reflexiones propias. Los libros que tengo de ella demuestran esa fruición: páginas dobladas, subrayadas, con anotaciones al margen y llenas de los diálogos silenciosos que se establecen entre autor y lector.

Kübler-Ross murió en agosto, a los 78 años de edad. Dedicó su vida a la siquiatría y a entender los vericuetos de la muerte; asimismo, denunció los intentos por medio de los cuales la sociedad occidental busca alejarse del tema de la muerte. Podría decirse que uno de sus leitmotiv fue tratar de que no se propague en las culturas modernas la idea de que incluso la muerte está muriendo.

La medicina, el tren de vida que impone la modernidad, y los alcances de la tecnología y de los medios de comunicación han intentado alejar y esterilizar el tema de la muerte. La noción de que "la misma muerte se está muriendo" es un lema no escrito pero real, y síntesis del vivir contemporáneo en la sociedad occidental. Ese desapego hacia las implicaciones que para los vivos tiene la muerte tanto lejana como cercana, y ese querer huir del tema de la muerte por parte de la sociedad y de los médicos, la llevó a trabajar, durante muchos años, con enfermos terminales. En los hospitales percibió la inmensa distancia que había entre las necesidades de los pacientes -hablar, desahogarse, despedirse- y el ideario médico -callar, disfrazarse, alejarse.

La experiencia con esos pacientes devino On death and dying, libro publicado cuando tenía 43 años y que se convirtió en best seller (ignoro si está traducido al español). En ese libro aborda el problema del morir a partir de la incultura de la muerte y describe los cinco estadios por los que atraviesan los pacientes que se enteran que pronto fallecerán. Tras entrevistar a muchos enfermos terminales, Kübler-Ross sugirió que la mayoría transitan por cinco etapas: negación y aislamiento, enojo, regateo, depresión y aceptación. Ese esquema sigue siendo vigente y no pocos médicos lo utilizan para apoyar y explicar a sus enfermos lo que significa "el proceso de morir". La descripción de esas etapas y de lo que se vive antes de fallecer son, sin duda, su mayor aportación.

Kübler-Ross gozó de más simpatía y aprecio en la opinión pública que en la médica. Intuyó la necesidad de imbuir al lego en los temas que a ella le preocupaban y de discutir "abiertamente el problema de la muerte". Con frecuencia enardecía a sus colegas cuando hablaba acerca de las enormes distancias que existían entre las necesidades de los pacientes terminales y las preocupaciones de los médicos. Buena parte de sus escritos fueron consagrados al entendimiento de los sufrimientos de los moribundos, a lo que piensan los familiares de quienes van a morir y lo que representa para los médicos la muerte. Se interesó en las vivencias de los niños y niñas con cáncer y en los avatares de personas infectadas por sida, sobre todo niños.

A Kübler-Ross le gustaba contar que mientras trabajaba como voluntaria con los equipos estadunidenses (International Voluntary Service for Peace) en la recuperación del campo de concentración de Meidaneck (Polonia), encontró mariposas adosadas a las paredes de los campos de concentración. Para la joven siquiatra esas mariposas "cinceladas" representaban la posibilidad de la vida al lado de la muerte. Ese hecho, así como las vivencias de los supervivientes, también fueron cimentales en los intereses de Kübler-Ross hacia el proceso de morir.

"Es muy importante que hagas lo que de verdad te importe... sólo así podrás bendecir la vida cuando la muerte esté cerca", sintetiza otra de las facetas de la siquiatra. En sus cursos proponía que a partir del entendimiento del ser interno sería factible comprender la vida y darle lugar a la muerte.

Hay un viejo adagio que reza: "nada despierta tanto como dormir sobre la muerte". A Kübler-Ross le gustaba vivir y dormir sobre la muerte, hablar y meditar acerca de la muerte como vehículo para vivir la vida y reflexionar acerca del proceso de fallecer a partir de la salud y no de la enfermedad. Kübler-Ross sembró deudas y dudas. Las deudas y las dudas son similares. Recontextualizar los caminos del morir, cavilar acerca la despersonalización de la muerte y del enfermo terminal y cuestionar el silencio acerca de temas como la eutanasia son algunas de las preguntas que nos legó Kübler-Ross.

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