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México D.F. Martes 7 de septiembre de 2004
FORO DE LA CINETECA
Carlos Bonfil
El abrazo partido, de Daniel Burman
Relato costumbrista a partir de lo cultural
HISTORIAS DE EXILIO y desarraigo. El joven argentino
de 30 años Daniel Burman, de quien se conoce en México Todas
las azafatas van al cielo, escribe, produce y dirige El abrazo partido,
su cuarto largometraje, un relato ambientado en una galería comercial
bonaerense, microcosmos de la diversidad cultural. Ahí, en el negocio
de lencería de su madre, Ariel Makaroff (Daniel Hendler), descendiente
de emigrados judíos polacos, sueña con abandonar la Argentina
de la crisis económica y viajar a Europa para residir ahí
con un nuevo pasaporte polaco.
BURMAN
CONSTRUYE SU relato costumbrista a partir de observaciones de orden
cultural, familiar y sicológico. El conflicto central remonta al
abandono del padre en la primera infancia del protagonista, con su partida
a Israel para combatir en la cuarta guerra árabe-israelí
(Yom Kippur) a principios de los años 70, y su sorpresivo retorno
a Argentina, como mutilado de guerra, comerciante próspero, dispuesto
a iniciar una nueva vida a lado de Sonia, su esposa, y Ariel, el hijo que
ahora lo rechaza. La trama, de evolución muy previsible en su espíritu
melodramático, reserva, sin embargo, varias sorpresas, una de ellas,
el motivo verdadero de la partida del padre de Ariel, y la descripción
desenfadada, casi auto paródica, de un segmento de la comunidad
judía en Buenos Aires.
HAY TAMBIEN EL retrato de un país muy desencantado
con su realidad política y los estragos de su economía. Imágenes
rápidas de la pobreza y el desempleo, que aluden también
a la comunicación entre minorías culturales, a la solidaridad
afectiva que pronto se establece entre los comerciantes judíos y
los coreanos recién llegados que abren su primer negocio.
Retrato un tanto idílico
EL RETRATO, ALGO idílico, incluye lo pintoresco
de familias italianas, tan expresivas como en un filme de Ettore Scola,
y rituales de competencia deportiva en el barrio organizados por los vecinos
en un afán de convivencia alternativa. Un microcosmos de entendimiento
social un tanto utópico en medio de una sociedad en la que priva
el escepticismo y las ganas de largarse al extranjero. Estas ganas se concentran
en el intento, entre dramático y cómico, de Ariel quien al
solicitar un pasaporte polaco, haciendo valer su ascendencia europea, se
topa con la perplejidad del funcionario quien no concibe que un argentino
quiera instalarse en Polonia, otra nación en crisis.
EL PAIS IDEAL que imagina Ariel tiene que ver con
la nostalgia de su abuela, cantante en Varsovia durante los años
30, sobreviviente del ghetto, afincada en Buenos Aires sin poder
desprenderse ni del pasaporte original ni del yiddish ni de las
viejas costumbres al cabo de siete décadas, ni de ese humor judío
que considera que "los nietos son un regalo que Dios nos da porque aún
no hemos matado a nuestros hijos".
LA REALIZACION DE BURMAN es ágil, se concentra
en las andanzas de Ariel y un amigo suyo, a quienes sigue con cámara
al hombro, sin pretender mayores innovaciones. De hecho la mirada del joven
argentino es sentimental, con un fuerte apego a las tradiciones.
AL EVOCAR LA separación de los padres de
Ariel, Burman elige el referente de un filme de Vittorio de Sica, Los
girasoles de Rusia, de 1969, con Marcello Mastroianni y Sophia Loren.
El abrazo partido conserva un tono melancólico en la descripción
del mundo interior de Ariel, sus vacilaciones y humores cambiantes, su
relación compleja con la madre, y su resistencia tenaz a enfrentarse
al padre, a esa nueva posibilidad de arraigo familiar que aparece justo
en el momento en que él desea romper con todas las ataduras. Un
buen giro en la carrera del joven cineasta.
EL ABRAZO PARTIDO, sala
Salvador Toscano, hoy y mañana, a las 12, 16:30, 18:45 y 21 horas.
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