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México D.F. Viernes 27 de agosto de 2004 |
Panamá: vergonzoso indulto a terroristas
Una
semana antes de dejar el cargo de presidenta de Panamá, Mireya Moscoso
indultó a los cuatro anticastristas que cumplían una condena
carcelaria por haber participado en un complot para asesinar al presidente
cubano, Fidel Castro, en noviembre de 2000. Pero fundamentalmente se trata
de terroristas, entre quienes está Luis Posada Carriles, acusado
de haber hecho explotar un avión de Cubana de Aviación causando
la muerte a 73 personas. Con base en esa decisión, La Habana anunció
el rompimiento de relaciones diplomáticas con el país canalero
a partir de ayer y por tiempo indefinido, y tachó a Moscoso de "cómplice
y protectora del terrorismo".
La presidenta panameña, quien en 2001 negó
la extradición solicitada por el gobierno de la isla, adujo "razones
humanitarias" para beneficiar a Luis Posada Carriles, Pedro Crispín
Remón, Gaspar Jiménez Escobedo y Guillermo Novo Sampoll,
alegando que si eran entregados a Cuba o Venezuela podrían ser condenados
a pena de muerte.
Con su apresurada y vergonzosa decisión, Moscoso
pasó por encima del Poder Judicial de su país, pues estaba
en marcha un proceso de apelación sobre el cual tenían que
pronunciarse los tribunales superiores. También ignoró los
acuerdos internacionales sobre la lucha contra el terrorismo suscritos
por su país, dado que los cuatro liberados son responsables de diversos
atentados que causaron la muerte a civiles. Lejos de contribuir a la vigencia
de los derechos humanos en América Latina, la mandataria saliente
sentó un grave precedente para la democracia en la región,
al proteger a terroristas y establecer que, por razones políticas
-diferencias con el gobierno cubano- y disputas diplomáticas puede
darse un trato privilegiado a criminales.
Cabe preguntarse a qué obedeció el apresuramiento
de Moscoso. Si bien los indultados no lograron el objetivo de asesinar
a Fidel Castro en la Cumbre Iberoamericana de hace cuatro años,
tienen antecedentes criminales que no pueden pasarse por alto. Posada Carriles,
ex agente de la CIA, es prófugo de la justicia de Venezuela, donde
era juzgado por la explosión, en pleno vuelo, de una aeronave de
Cubana de Aviación, atentado perpetrado en 1976 en el que murieron
73 personas; está implicado en una serie de atentados contra la
vida de Castro y ataques explosivos contra hoteles cubanos. Novo Sampoll
está implicado en el asesinato del canciller chileno Orlando Letelier,
perpetrado en Washington ese mismo año. Jiménez Escobedo
mató en Mérida, Yucatán, a un pescador cubano y fue
procesado por tráfico de explosivos y drogas. Remón Rodríguez
acabó con la vida del diplomático cubano Félix García,
en Nueva York, entre otros crímenes. Ahora la impunidad los protege
y todo indica que también lo hace el gobierno estadunidense al recibirlos
en su territorio como héroes del anticastrismo en Miami.
Pero, por fortuna, ayer mismo, en otro país latinoamericano
se abrió un espacio a la justicia y se ganó un palmo de terreno
a la impunidad con la decisión de la Corte Suprema de Chile de despojar
al genocida Augusto Pinochet de su fuero como ex gobernante, con lo cual
quedó en condiciones de ser sometido a juicio por los crímenes
cometidos en el contexto de la Operación Cóndor, pacto
criminal que existió en las décadas de los 70 y los 80 entre
las dictaduras del Cono Sur.
Pinochet también fue liberado en Londres, en 2000,
por "razones humanitarias", pero Mireya Moscoso debería recordar
que al regresar a Santiago, el octagenario ex dictador se burló
de todo mundo al demostrar que a pesar de la vejez gozaba de una salud
que no le hubiera impedido enfrentar un proceso judicial.
Por el mismo beneficio del que gozó Pinochet, ahora
hay cuatro terroristas indultados y cobijados por el gobierno estadunidense.
¿Cómo agradecerán a sus protectores este gesto?
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