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México D.F. Miércoles 25 de agosto de 2004

Javier Aranda Luna

El otro negocio de la cultura

Además de todo lo que sabemos, el arte también es un negocio. Es una de las inversiones más seguras porque no se devalúa. Digamos que las acciones de los grandes pintores crecen con el tiempo. Por eso cuadros de determinados artistas se subastan en grandes casas como Sotheby's con cifras extraordinarias. Por eso la mafia ha montado, en todo el mundo, la industria de la falsificación. Por eso se roban obras de museos como el famoso cuadro de Edvard Munch, El grito, o se entablan juicios escandalosos como el que emprendió Beatriz Varo Jiménez contra dependencias públicas como el Instituto Nacional de Bellas Artes. Todo eso no lo justifica el amor al arte. Lo justifica el hecho de que el arte, también, es un gran negocio.

Pese a ello aún circula la sentencia de que la cultura no es negocio, no vende. Que invertir en ella es tirar monedas a un pozo sin fondo. No pocos políticos, empresarios y, por desgracia algunos intelectuales, siguen creyendo que los bienes culturales sólo alimentan al espíritu. Y tal parece que, siguiendo esa lógica, el espíritu es algo que es nada.

El pasado lunes se presentó, por primera vez en el país, un estudio que desmonta ese lugar común que ve en los bienes culturales una secretaría de egresos, una oficina que expide cheques a cambio de adornar, con el oropel de la cultura, los informes financieros de los grandes grupos bancarios y empresariales.

ƑCuánto vale la cultura? Contribución económica de las industrias protegidas por el derecho de autor en México es el título del estudio que preparó Ernesto Piedras Feria del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), a petición de las sociedades de Autores y Compositores de Música y la General de Escritores de México, así como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Y los resultados del estudio son contundentes. Las industrias culturales en el país generan 6.7 por ciento del producto interno bruto (PIB). ƑPoco? No si comparamos la contribución de esas industrias en países como Estados Unidos que representó, en 2001, 7.75 por ciento del PIB. No si el parámetro es la media de 4 por ciento establecida por la UNESCO para los países miembros de la OCDE. No, incluso, si comparamos ese 6.7 generado por las industrias culturales con el 3 por ciento que produce la industria automotriz.

Las industrias culturales son una fuente de desarrollo, digamos, no sólo espiritual. Según ese estudio son un factor importante para el crecimiento económico, la productividad industrial, la creatividad y el empleo, rubro este último, que se ha convertido en uno de los principales problemas del país. Pero a pesar de su contribución no existe una política integral, en materia de cultura, que apoye a estas industrias. ƑSe imagina si el sector cultural contara con las políticas de fomento al desarrollo con que cuentan otros sectores industriales?

ƑRecuerda que hace poco se pretendió gravar los libros con el IVA? De haberse hecho se habría perjudicado a los autores con nuevos impuestos a los que ya pagan como cualquier ciudadano. Pero no sólo eso, se habría afectado a buena parte de las industrias culturales por la fuerte relación que tienen unas con otras. Porque hay obras de teatro basadas en libros como Mariposa de obsidiana, de Octavio Paz, o canciones inspiradas por versos, como las décimas a la muerte de Xavier Villaurrutia, musicalizadas por Dámaso Pérez Prado (que las acompañó al piano) y fueron interpretadas por Julio del Razo (esta joya de arqueología musical se la debemos a Iván Restrepo).

ƑCuánto vale la cultura?... es el primer estudio sobre el impacto económico de las industrias culturales en el país. Políticos y economistas deberían acercarse a él para darse cuenta de que además de todo lo que nos proveen el arte y la cultura, sus creadores (músicos, escritores, pintores, fotógrafos, bailarines, actores, caricaturistas, arquitectos) generan dividendos que deberíamos apoyar y proteger.

Al país le urgen recursos y empleos. ƑPor qué no generar unos y otros con una industria que alimenta al espíritu, no contamina, despierta la imaginación y la memoria y afinca nuestra naciente sociedad democrática?

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