México D.F. Miércoles 25 de agosto de 2004
El coito con regularidad trae beneficios terapéuticos,
revelan estudios
Mito, la pérdida del deseo sexual en la vejez
CAROLINA GOMEZ MENA
Aunque muchos no lo reconozcan, el ejercicio de la sexualidad
en todas sus posibilidades -no sólo en la genitalidad- no desaparece
en la edad avanzada. Sin embargo, poco más de 50 por ciento de quienes
han superado las seis décadas de vida inhiben esta actividad porque
son objeto de críticas, debido a presiones sociales, falsas creencias
y mitos.
Y
es que la persistente asociación entre sexualidad y reproduccción
es el prejuicio que les tiende a vetar este derecho. No obstante, estudios
de campo apuntan que esta actividad en la vejez está muy lejos de
ser una quimera, porque aunque no lo reconozcan, muchos ancianos (entre
los casados, casi 80 por ciento) tienen actividad sexual, quizás
no con la misma frecuencia que en sus años de juventud, pero con
igual placer.
Y de igual forma cerca de 20 por ciento opta por la masturbación
ante la falta de una pareja.
Según el Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores (Inapam), expresar la sexualidad es una necesidad presente en "todas
las etapas de la vida", y con mayor razón durante la vejez, porque
el sexo mantiene el "bienestar sicológico, social y sobre todo físico",
destacó Juan Carlos González Llamas, director de atención
geriátrica de este instituto.
En vísperas de celebrarse el Día Internacional
del Anciano (el 28 de agosto) habría que recordar a este sector
que estudios realizados en Cuba refieren que tener coitos con regularidad
puede traer beneficios terapéuticos, los cuales en esta etapa de
la vida suelen ser muy benéficos.
Juan Luis Alvarez-Gayou, titular del Instituto Mexicano
de Sexualidad (Imesex), remarcó que no existe límite de edad
para la sexualidad femenina y masculina en condiciones físicas y
emocionales favorables.
En una investigación realizada por diversos expertos
cubanos, denominada Sexualidad en la tercera edad, se plantea que
urge "eliminar falsas concepciones sobre la sexualidad geriátrica",
y acota que entre los factores que inciden en que los ancianos renuncien
a esta prática, está la existencia de enfermedades mentales
y físicas que debilitan la libido y las posibilidades físicas
de concretar un coito, pero también incide la falta de pareja y
el señalamiento social que asocia sexo en la vejez con perversión.
En este estudio de campo se detalla que 61 por ciento
de la muestra de ancianos que padece hipertensión arterial no tiene
actividad sexual, lo mismo ocurre con casi 12 por ciento que sufre enfermedades
cardiacas, con 4 por ciento de los que experimentan discapacidades y con
sólo 2.1 por ciento de quienes padecen diabetes.
Existe la creencia de que el deseo sexual se pierde con
la edad, y que es al superar los 40 años cuando comienza el ocaso
del deseo; al punto que pasados los 75 años la libido es ya sólo
un recuerdo, pero ello es falso, pues está demostrado que "el deseo,
la capacidad sexual y el placer pueden durar toda la vida, e que incluso
el placer puede sentirse de manera más intensa en esta etapa".
Lo que sí origina la edad, en especial entre las
mujeres, la negativa de tener encuentros sexuales debido a la apariencia
física, pues la turgencia del cuerpo, la elasticidad de la piel,
el tamaño de los órganos sexuales externos e internos, tales
como la vagina y el útero se reducen, y la lubricación decrece.
En el caso de los hombres, hay cambios en los testículos, en los
tubos seminíferos y en la capacidad del pene para llenarse sangre,
con lo cual la erección tarda más en llegar, pero también
tarda más de irse, explicó González Llamas.
Pero ninguna de estas circunstancias es razón suficiente
para vedarse una vida sexual activa, cuando la atracción física
está presente y el deseo hace caso omiso del calendario.
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