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México D.F. Viernes 20 de agosto de 2004 |
Inadmisible uso faccioso del poder
La
arenga del presidente Vicente Fox a los diputados de su partido, Acción
Nacional, para que en el próximo periodo legislativo aprueben el
desafuero al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel
López Obrador, como "una oportunidad de sentar precedente para que
ningún gobernante vuelva a intentar ponerse por encima de la ley",
revela al mandatario como el dirigente de una facción y no como
el Presidente de todos los mexicanos. En su obstinado empeño por
descalificar a quien él mismo ha colocado en la palestra como su
principal adversario político, el jefe del Ejecutivo no duda en
rebasar los límites de la convivencia republicana y, como en los
tiempos del autoritarismo priísta, se entromete en asuntos que son
competencia del Poder Legislativo.
Ayer, diputados y senadores de los partidos de la Revolución
Democrática, del Revolucionario Institucional y del Trabajo, reprobaron
la "burda intromisión" del mandatario; le demandaron dejar de utilizar
de manera facciosa el poder del Estado y respetar los tiempos jurídicos
de la sección instructora del Congreso, órgano de la Cámara
de Diputados en el que se deberá resolver el tema del retiro del
fuero constitucional a López Obrador una vez que se analice el expediente.
Al azuzar a sus correligionarios a votar en favor del desafuero, Fox está
desconociendo los tiempos del proceso e influyendo de antemano en la decisión
de los legisladores panistas, quienes, dicho sea de paso, parecen resueltos
a acatar la consigna y lograr que la resolución de la sección
instructora sea "un punto a favor de Acción Nacional", como adelantó
el mandatario.
Es lamentable que el Presidente y el panismo en su conjunto
no adviertan las repercusiones del desafortunado discurso en Cuernavaca,
Morelos. En un ambiente político de por sí alterado por los
tiempos adelantados de la sucesión presidencial, el llamado a derrotar
al adversario en nombre de la legalidad y el estado de derecho -discurso
que comparten Fox y el secretario de Gobernación, Santiago Creel-
provoca una mayor crispación y aleja las posibilidades del diálogo
entre el gobierno y las diversas fuerzas políticas. En vísperas
del inicio de los trabajos en el Legislativo y en momentos en que es urgente
para la nación avanzar en la construcción de acuerdos y consensos
para destrabar una agenda política estancada, lo que menos se necesita
es una conducción facciosa en el gobierno federal. Por el contrario,
será necesario que se haga a un lado la obsesión por el 2006
antes de que sea tarde para recomponer el escenario político y retomar
las reglas de la convivencia democrática.
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