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México D.F. Viernes 20 de agosto de 2004
Marta Tawil
Desagradable disyuntiva
"Respeto a la Constitución en la próxima elección presidencial y retiro de las tropas sirias de acuerdo a los acuerdos de Taef de 1990": con estas rutinarias exigencias el embajador estadunidense en Líbano, Vincent Battle, deja el país de los cedros para ocupar un nuevo cargo en Washington. Recordemos que en marzo de 2003 la administración Bush calificó de "ocupación" la presencia de Siria en Líbano; desde entonces fomentó reuniones de la oposición siria y libanesa de la diáspora, y a finales de 2003 aprobó sanciones económicas contra Siria mediante la llamada Ley sobre la Responsabilidad de Siria y la Soberanía Libanesa.
En junio pasado George W. Bush y el presidente francés Jacques Chirac (gran amigo y socio en negocios del primer ministro libanés Rafiq Hariri, quien a diferencia del actual presidente Emile Lahoud mantiene malas relaciones con Damasco) conjuntamente exigen que las elecciones presidenciales libanesas, que tendrán lugar en noviembre próximo, se realicen sin maniobras antidemocráticas y con total respeto de la soberanía libanesa. Quizá ambos "recordaron" de pronto la afrenta a la Constitución libanesa que se hizo a instancias del entonces "procónsul" sirio en Líbano, Gazi Kenaan, para prorrogar tres años el mandato del presidente libanés Elias Haraoui en 1995; o la influencia de Bachar al-Assad, actual presidente sirio, en la elección del general Emile Lahoud, en octubre de 1998.
Con la sucesión presidencial en Siria (junio de 2000) se había hablado de la necesidad de hacer más equitables las relaciones bilaterales. Con este ánimo quizá el presidente Bachar al-Assad destituyó al jefe de los servicios de seguridad en Líbano, Gazi Kenaan. Y, ante las presiones internacionales, en julio de 2003 redujo a 15 mil el número de tropas sirias estacionadas en territorio libanés. Sin embargo, la combinación de diversos factores como el aumento de las dificultades de las tropas estadunidenses frente a la resistencia iraquí, la parálisis de la clase política libanesa, las continuas agresiones del ejército israelí, los enfrentamientos entre el Hezbollah y las tropas israelíes en el territorio de Cheba' (Golán sirio), y las resistencias de algunos sectores del régimen sirio, contribuye a perpetuar lo que Samir Kassir (historiador y periodista libanés) denomina la "dimensión socioeconómica mafiosa" de la relación sirio-libanesa.
Por pragmatismo o bajo la presión de los acontecimientos, a fin de cuentas Washington parece continuar acomodándose, como en los viejos tiempos, a la presencia siria en Líbano. Estados Unidos sigue concentrando sus acusaciones contra la postura tradicional siria de apoyo a la resistencia palestina y la supuesta renuencia de Damasco a contribuir a la estabilización de Irak, al tiempo que envía señales contradictorias respecto de su posición hacia la "pareja" sirio-libanesa. Así, por ejemplo, luego de la primera ronda de diálogo entre Siria y Estados Unidos en Roma (2 al 7 de agosto) el número dos del Departamento de Estado, Richard Armitage, que participó en las discusiones, declaró que "la presidencia libanesa es un asunto que concierne a los gobiernos sirio y libanés". Semanas después se escuchó el llamado de congresistas estadunidenses en favor de una implantación definitiva de los refugiados palestinos en Líbano, suscitando diversas reacciones de desconcierto y protesta, empezando por la Liga Maronita, ya que el rechazo a la implantación definitiva fue elevado a rango de principio constitucional en los acuerdos de Taëf de 1990, que pusieron fin a la guerra civil libanesa. La reivindicación del derecho de los 370 mil palestinos refugiados en Líbano a volver a su tierra posee gran valor estratégico y simbólico para los intereses tanto sirios como libaneses, y es improbable que Washington los convenza de aceptar lo contrario.
Por ahora todo parece indicar que Damasco ya empezó a tentar el terreno. Para obtener un mínimo de credibilidad, el poder sirio continúa agitando de vez en cuando la amenaza del regreso de "instintos sectarios" en Líbano. Al mismo tiempo, mantiene una táctica de forzada neutralidad. Durante una entrevista con la cadena televisiva Al Jazeera (1Ɔ de mayo de 2004), a la pregunta de si apoya un candidato particular a la presidencia libanesa, Assad responde que "Siria apoyará a un presidente que gobierne para todos los libaneses". El 15 de agosto realizó una serie de consultas con diversas figuras de la clase política libanesa. De acuerdo con informes de la prensa local, el presidente sirio estaría reuniendo las opiniones de sus interlocutores acerca de un retiro eventual de las tropas sirias. Un día después, el secretario de Relaciones Exteriores sirio, Farouk a-Chare', efectuó una visita relámpago a Líbano durante la cual se entrevistó a puerta cerrada con el presidente libanés.
Lo anterior está dando pie a toda una serie de interrogantes y especulaciones en vísperas de la elección presidencial y, al parecer, la hipótesis de la relección de Emile Lahoud se ha vuelto una de las más probables.
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