México D.F. Viernes 20 de agosto de 2004
Jaime Martínez Veloz
Parámetros delictivos en Tijuana
Aun cuando generalmente se admite que la criminalidad en Baja California es una de las preocupaciones más sentidas de la sociedad, existen pocos e incompletos análisis sobre la población delictiva de ese estado y de Tijuana en particular.
Si se asume que el problema de la inseguridad pública debe estudiarse desde una perspectiva multidisciplinaria, ha de reconocerse que todos los enfoques pueden aportar elementos para entender un fenómeno tan complejo.
De esa forma, es pertinente diagnosticar las características de la población criminal de esa ciudad como un elemento que contribuya a estudiar las formas de reversión del flagelo.
Los datos que se presentan a continuación son resultado de una recopilación numérica de hechos delictivos reportados por la prensa escrita bajacaliforniana. El cometido principal es calcular la edad promedio de personas detenidas bajo cargos como robo a propiedad con violencia, y de vehículo; posesión de drogas y violación, entre otros. Los promedios de edad obtenidos son una aproximación estadística del delincuente típico en todo Baja California y en los municipios que se señalan, que para el caso son, fundamentalmente, Tijuana y Mexicali.
En sentido estricto, los promedios señalados tendrían que considerarse como edades promedio de aquella población criminal que es detenida; edades que, suponemos, no varían con respecto a la población delictiva que se dedica al delito por el que se consigna. Por ejemplo, la edad promedio de los detenidos por robo es similar a la de los delincuentes dedicados al robo; así, se parte del supuesto de que el criminal detenido es prototipo del delincuente operando.
Se presenta la edad promedio de los dedicados a cada actividad ilegal, así como el número de observaciones o "muestra" con la que se hizo el cálculo; por ejemplo, la edad promedio de los detenidos con droga en ese estado es de 30.4 años, según información de 584 casos reportados en la prensa en el periodo del primero de mayo al 17 de agosto de este año.
De esta cantidad, sólo a 9 por ciento se le puede adjudicar otro delito, además de la posesión o tráfico de droga. Si se descartan los casos de delincuencia organizada, la mayoría de las veces también se les habría acusado de portación de arma, que se podría suponer apoyo para protección y amago en esa "actividad" de alto riesgo.
Los promedios estimados por municipio se calcularon desde el primero de junio hasta el 17 de agosto; para Mexicali, el promedio de edad de los detenidos con droga es 31.6 años, según el cálculo obtenido con 201 aprehendidos, mientras que para Tijuana, la edad promedio de los detenidos por la misma falta es 29.1 con 110 observaciones.
Resulta muy interesante esta comparación, pues demuestra que en Tijuana el promedio de edad es dos años menor en los casos de infractores con droga respecto de Mexicali, lo que establece un perfil de agravamiento del problema en la primera ciudad.
Por robo o posesión de auto robado, las cifras arrojan lo siguiente: Mexicali 25.9 años y Tijuana 25.6, con 120 y 45 observaciones, respectivamente.
Por robo, Mexicali 28.4 años, según 139 detenidos, y Tijuana 28.6, con 51 observaciones.
En robo con violencia, los resultados son: Mexicali 26.7 años, con 84 datos, y Tijuana 25.2, con 51 observaciones.
La portación de arma al parecer está un tanto generalizada en Mexicali, porque en el periodo analizado se registraron 114 detenciones, y el promedio de edad del infractor fue de 28.8 años. Para Tijuana, los datos fueron: 28.2 la edad promedio, y 40 detenidos.
Aun cuando se tienen otros promedios para delitos como tráfico de personas, fraude, lesiones, vandalismo, violación, daños en propiedad ajena, secuestro y homicidio, es pequeño el número de observaciones con el que se construyeron los promedios, por tanto esos parámetros pueden estar sesgados.
Como consecuencia de la ineficacia de los gobiernos panistas, la institucionalización del crimen en Baja California ha acelerado la descomposición social a niveles extremos.
La revisión de algunos indicadores cuantitativos de ese fenómeno puede contribuir a mejorar el conocimiento del mismo y a afinar su diagnóstico, tanto como para corregir estrategias y políticas gubernamentales.
Es incuestionable que sólo superando la improvisación y las ocurrencias coyunturales, que hasta ahora han guiado las decisiones de los gobernantes de Acción Nacional, será posible enfrentar y revertir al crimen, ahora enseñoreado en Baja California.
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