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México D.F. Viernes 20 de agosto de 2004
Leer un video
Primera parte: Un islote
Con la protección de la lluvia, Sombraluz camina
en espiral, dibujando con sus pasos un caracol. ¿Entra? ¿Sale?
Saber. Parece que habla o escribe a quien no está. Veamos...
Se acabó la fiesta. Se van los musiqueros, aunque
todavía hay un poco de bulla. Mañana el día será
como es de por sí en este mes: el sol a ratos, como si se asomara
cada tanto, nomás para ver qué hacemos, y las nubes y la
lluvia tapándonos de improviso, como haciendo "bolita" sobre el
mundo. Pero para que el sol ascienda con su pijama de nubes todavía
falta, y falta también para que éstas expriman sus nostalgias
y suspiros sobre las sombras y luces de abajo. Se apaga la fiesta de a
poquito, como relevándose, como si el ruido (el bla bla de la música
en el lodo) diera el "quién vive" y el silencio dijera, callando,
"yo soy". También de a poquito se encienden los grillos. Así
que espera todavía, deja tu cintura en mi brazo un momento más.
Mira el desorden de estrellas dispersas, el cielo lavándose el rostro
moreno de sombra, la luna guiñando luz entre las nubes. ¿Escuchas?
Ya sólo el aserrín-aserrín de la noche, alguna gota
de lluvia llegando con evidente retraso a los techos de lámina,
un perro simulando el eco de su ladrido en la complicidad de otros. Ven,
caminemos de nuevo, hagamos de la mirada un testimonio. Enciende la mente,
ve lo que se ve y lo que no se ve. ¡Atención! Ya aparecen
las primeras letras.
Se supone que debería aparecer una pantalla, algo
de imagen y audio, y un control remoto. Se supone, pero no... En lugar
de la pantalla y el control remoto aparece una cartulina donde se lee:
EL SISTEMA ZAPATISTA DE TELEVISIÓN INTERGALACTICA
PRESENTA...
¡UN VIDEO MUUUUY ESPECIAAAAL!
Sombraluz cambia de cartulina por otra en la que se lee,
ahora en letras cursivas:
LA AUSENCIA DE AUDIO E IMAGEN EN ESTE VIDEO NO ES POR
FALTA DE TECNOLOGIA, SINO POR
LO QUE SE LLAMA "TECNOLOGIA
DE LA RESISTENCIA".
Mmh, así que un video sin imágenes ni audio...
A partir de este momento, el "video alternativo" será presentado
en sucesivas cartulinas, con letras de diferentes tipos, tamaños
y colores. Acomódese usted, donde pueda y como pueda, y lea...
Erase una vez que se era... un país llamado
México
Probablemente las futuras generaciones de mexicanos ya
no lo sabrán (gracias a una criminal reforma en el sistema educativo
secundario), pero la leyenda cultural fundacional que da origen a la Nación
Mexicana no tiene nada que ver con el mestizaje. Tampoco se relaciona con
la brutal conquista hispana, ni con las guerras invasoras, abiertas o embozadas,
de los distintos nombres de la estupidez imperial a lo largo de la historia:
Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Inglaterra, Alemania.
Mucho
menos se asocia con el necio decreto (cada cambio gubernamental) del fin
de la historia en un nombre: Agustín de Iturbide, Antonio López
de Santa Anna, Maximiliano de Habsburgo, Carlos Salinas de Gortari (o la
nominación que reciba el "me llamo como me llamo pero me conocen
como la culminación de los tiempos").
No, el referente histórico, cultural y simbólico
de esta nación, tiene que ver con lo indígena: sobre un islote,
un águila devora a una serpiente y un nopal le sirve de pedestal.
Esta imagen será escudo, bandera, sinónimo, espejo colectivo,
y ancla cultural de los mexicanos desde el siglo XIX hasta este amanecer
del siglo XXI. Según la leyenda, los mexicas fundan Tenochtitlán
en el lugar donde encuentran esa señal. El dios Huitzilopochtli
(también llamado "cielo azul" y representado por un sol) habría
derrotado a Copil. El corazón del vencido es sembrado y se convierte
en nopal. Los mexicas, procedentes de Aztlán ("El Lugar de las Garzas"),
serán conocidos entonces como "aztecas" y este nombre será,
con el paso del tiempo, sinónimo de "mexicanos".
Así que hoy, cuando el vigésimo primer siglo
tartamudea sus primeros años, en medio del caos, los símbolos
nos recuerdan que México se funda sobre un islote. Y, sobre un islote,
como ha sido a lo largo de toda su historia como Nación, la mexicana
enfrenta ahora un nuevo intento de destrucción, ahora con la coartada
de la "modernidad". Y, como en toda guerra, el poderoso ataca primero los
dos objetivos principales: la verdad... y el calendario.
Un rápido repaso por las principales imágenes
de la "vida nacional" presentadas por los medios de comunicación
(particularmente por la televisión) provoca una sensación
de caos, anacronía y sinrazón. El calendario vigente marca
la mitad del año de 2004, pero la programación a ratos parece
estar a mitad del siglo XIX, y a ratos a mitad del año 2006.
La diferencia entre izquierda y derecha está
en que unos salen en video y otros no
Algunos saldos del asunto Ahumada: no sólo se corroboraron
las cualidades histriónicas de dirigentes del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), su provincialismo haciendo fila para subirse
al avión privado del corruptor de mayores, su decadencia artesanal
(priístas y panistas se burlaban de las ligas, las bolsas -las de
plástico y las del saco- y el portafolios, como si no hubieran,
dicen, las finanzas cibernéticas y las cuentas bancarias en las
Islas Caimán) y el método infalible de tapar un escándalo
con otro mayor (el complot -a todas luces cierto- como lavamanos mediático).
A Ahumada debemos también el exhibir a un gobierno,
el federal, prefiriendo el escándalo mediático en lugar de
la vía jurídica; establecer la verdadera estatura política
(de enanos) del "dúo dinámico" (Creel y Derbez), y mostrar
la fragilidad del Estado mexicano al llevar a su gobierno a una crisis
internacional con el gobierno de Cuba.
Y lo más importante: el caso Ahumada fue sólo
un botón de la larga muestra con la que la clase política
destruye el calendario: el 2006 será el año más largo
de la historia, empezó en enero del 2004. No fue el afán
de justicia o la búsqueda de la verdad lo que motivó la salida
a la luz pública de los tejemanejes de Carlos Ahumada, "videasta
de vocación" (Monsiváis dixit). El motivo fue golpear
la imagen pública de López Obrador.
Porque si de corruptelas se trata, las exhibidas y ocultadas
por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se quedarían
atrás en el rating. En el llamado Pemexgate abundan
las pruebas jurídicas pero falta el video. En la guerra sucia
de Díaz Ordaz-Echeverría-López Portillo- De la Madrid-Salinas
de Gortari-Zedillo hay evidencias incriminatorias, pero la justicia prescribió
antes del horario triple A. En los fraudes electorales hay certezas, pero
no hay cupo en el banquillo de los acusados. En la corrupción hecha
gobierno hay seguridades legales, pero no se pueden emplear como eslogan
electoral.
Y el Partido Acción Nacional (PAN) disputa su lugar
en la programación. Lo de Vamos México, la Lotería
Nacional y el desvío de fondos públicos a Provida, fueron,
nos aclaran presurosos, un problema de relaciones públicas y "mala
prensa".
Muy a su pesar, los tres principales partidos políticos
de México se disputan el protagonismo en el escándalo, con
la misma enjundia con que antes se disputaban los votos. Parece que nadie
hace el favor de informarles, pero la crisis del Estado mexicano es también,
y sobre todo, la crisis de la clase política. Si el periodo electoral
del 2006 se adelantó al 2004 no es por urgencias nacionales, es
porque el verbo "madrugar" se conjuga no sólo en desmañanadas
conferencias de prensa.
La diferencia entre el pasado y el futuro está
en que el primero ya fue al confesionario
Si la lucha por el poder en veces nos pone años
adelante, la derecha realmente existente hace su tarea y nos ubica décadas
y siglos atrás.
Campeona de la doble moral, la derecha pretende imponer
a la sociedad mexicana un sistema de valores basado en el sectarismo en
lugar de la inclusión, en la filosofía de telenovela en lugar
del conocimiento científico, en la intolerancia en lugar del respeto
a lo diferente, en el racismo en lugar de los valores humanos, en la limosna
en lugar de la justicia, en el clóset en lugar de la libertad manifiesta,
en la hipocresía en lugar de la honestidad. En suma: la Edad Media,
pero con Internet y televisión de alta definición.
Si alguien piensa que la derecha sólo tiene como
ámbito de quehacer el cultural, y que ahí no ha hecho sino
cosechar derrotas (cualquier evento o acto que sea vetado por la derecha
confesional tiene el éxito asegurado), o que sólo se encuentra
en el PAN y en las jerarquías retrógradas de la Iglesia católica,
no deja de ser ingenuo... e irresponsable.
De Los Legionarios de Cristo al Yunque, pasando por el
Opus Dei y Provida, la derecha no se conforma con conquistar "mentes y
corazones". Conquista espacios de poder, recluta y adiestra grupos paramilitares,
y dirige (a veces con cinismo y a veces de forma encubierta) sectores políticos,
empresariales, mediáticos y sociales.
En suma, la derecha crece, se reproduce y no muere.
Y no sólo. La derecha revive, con la complicidad
de ese oportunista ilustrado que es el rector de la Universidad Nacional
Autónoma de México, UNAM (y precandidato a la Presidencia
de la República), Juan Ramón de la Fuente, los grupos porriles
universitarios.
En el reciente asesinato del joven estudiante de la UNAM,
Noel Pavel González González, la mano ensangrentada del grupo
derechista Yunque sólo se esconde por la complicidad de la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal (de filiación perredista
y supuestamente de izquierda), que, además de salir todos los días
en radio, televisión y periódicos, reparte "suicidios" como
si fueran boletines de prensa.
Junto a Pavel y su familia, esperan también Digna
Ochoa y sus cercanos. Con amargura enfrentan lo que muchos callan: la alquimia
que presenta mentiras como verdades jurídicas.
Viendo las acciones de los gobernantes, uno puede ver
que si antes la lucha entre los partidos era por "el centro", ahora se
disputan la derecha sin recato alguno.
Claro que, además de las tendencias a la corrupción
y al autoritarismo, los políticos comparten otra cosa: el culto
a los medios.
La diferencia entre democracia y rating está
en... en... en... ¿hay diferencia?
Los cambios políticos en el México de finales
del siglo XX e inicios del siglo XXI se pueden apreciar en la relación
entre gobierno y medios de comunicación. Si en la época "dorada"
del priísmo (la "pre modernidad", dicen algunos) el entonces partido
único gobernaba, además. A los medios la "modernidad" trajo
algunos cambios, y fue preciso gobernar CON los medios. En poco tiempo,
la importancia de la comunicación creció y el poder político
pasó a ser gobernado POR los medios. Y ahora, con la "post modernidad",
los medios SON quienes gobiernan, y los políticos son sólo
el elenco que se sujeta no únicamente a las reglas del espectáculo,
sino también a los temas que les son marcados por la televisión,
la radio y la prensa escrita (en ese orden y en ese horario).
Una obviedad: la agenda nacional (qué es lo importante
y lo urgente en la Nación, cómo se debe exponer, cómo
se debe resolver, con qué método, con cuál jerarquía
y en qué tiempo, en fin, la agenda de los principales problemas
nacionales) ya no se decide en los círculos exclusivos de la clase
política (que es donde se hacía), ni mucho menos abajo, en
la población (que es donde no se ha hecho y debería hacerse),
sino en las direcciones de las grandes empresas de comunicación.
Si antes la prensa televisada, radial y escrita se hallaba
mayoritariamente sujeta a los grilletes de un sistema político autoritario,
ahora, por las luchas sociales y por mérito propio del gremio periodístico,
existe una libertad relativa (atacada de tal forma que la de periodista
debería ser calificada ya como una profesión "de alto riesgo")
para abordar temas que antes ni pensarlo, y para hacerlo con creatividad,
ingenio, espíritu crítico y profundidad (aunque no es frecuente).
Porque hay que saludar al periodismo comprometido (que lo hay) que no duda
en enfrentarse al poder al dar una noticia, hacer un reportaje o elaborar
una crónica.
Sin embargo, este periodismo comprometido, al elevar su
importancia y su autoridad moral, atrajo la mirada del poder. Con cortejos
más o menos sofisticados, los políticos buscaron cautivarlo.
Pero, a diferencia de los políticos, los periodistas no son tontos
y pronto se dieron cuenta de que los políticos no tenían
ni idea de lo que pasaba en realidad. Hubo así quienes se mantuvieron
y se mantienen frente al poder, y otros que se pusieron y se ponen en el
poder. Son estos últimos los que se autoerigen en "voceros de la
sociedad".
La "opinión pública" es el disfraz con que
algunos de los medios de comunicación presentan sus criterios particulares
y de grupo como si fueran de toda la población. Paulatinamente,
los noticieros y las "mesas de comentaristas" han ido supliendo a la democracia
(gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo), incluyendo la electoral.
Pronto los puestos de elección popular se decidirán por llamadas
del auditorio y no por votos (en lugar de la torta, el refresco y la gorra
o la camiseta del acarreo pre moderno, se imprimirá ¡40 veces!
su boleto para participar en la rifa de una visita guiada al circo de San
Lázaro).
No se trata de un acto perverso, buen número de
periodistas, columnistas políticos y comentaristas son gente honesta,
con visión crítica y preocupada de veras por los problemas
sociales. Por algo se ganan el respeto de televidentes, radioescuchas y
lectores. Pero los hay que ni periodistas son, y su visión es la
de un grupo pequeño, en situación privilegiada, y que ve
el problema desde fuera... y desde arriba.
En una situación donde el gobierno no gobierna,
la importancia creciente del periodista lo pone a caminar en la delgada
línea que separa la ética del cinismo. Frente al espejo cada
quien sabe quién es quién.
El papel trascendente del periodismo ha sido "secuestrado"
por los monopolios mediáticos. El rating de los medios, conseguido
por sus periodistas y no por los anunciantes, es puesto al servicio del
marketing político, marcadamente en periodos electorales
(y ahora todo el calendario es electoral, hasta cuando no hay elecciones).
Así, la imagen publicitaria suple a los principios y programas políticos,
se convierte en lo más relevante y, no pocas veces, "jala" al partido
político completo, el cual se "viste" con la ropa del "más
popular" (lo hizo el PAN con Fox, lo hace el PRD con López Obrador,
y el PRI... el PRI... bueno, ya encontrarán a alguno).
Resumiendo: La diferencia entre la "pre modernidad" y
la "post modernidad" está en que en la primera los políticos
tenían quien les hacía los discursos, y en la segunda tienen
quien les hace los espots publicitarios.
Sin embargo, el abrazo de los medios y la clase política
puede ser mortal... para los medios. Embriagados por la interlocución
privilegiada que tienen con el poder político, los periodistas lo
toman como destinatario único y olvidan su quehacer social. No tardará
el tiempo en que los noticieros sólo sean vistos, escuchados o leídos
por otros periodistas (lamento informarles que los políticos no
ven, ni leen ni escuchan las noticias, tienen un encargado o encargada
que les hace un resumen). Como los políticos prescinden de los gobernados,
los medios prescindirán del auditorio. Y unos y otros se felicitarán
y, viéndose en el espejo del otro, se dirán "¡Qué
importantes somos!"
La diferencia entre un medio de comunicación
progresista y uno fascista está en cómo hablan de yo, mi,
me, conmigo...
La Marcha contra la Delincuencia, llamada por muchos "histórica"
(aunque sólo retuvo unos días el honor, porque la renuncia
de Durazo la mandó, como decimos nosotros los periodistas, "a interiores"),
provocó una especie de debate (en realidad fue un intenso intercambio
de calificativos) sobre el papel de los medios de comunicación.
Después de amenazar con la insurrección
popular por el a todas luces injusto, arbitrario e ilegal proceso de desafuero
en contra de López Obrador, el PRD y sectores afines se llamaron
a la indignación por la convocatoria a la llamada "Marcha del Silencio".
Y más cuando la movilización fue un éxito en lo que
se refiere a participación... de la clase acomodada. Tanto tiempo
cortejando a ese sector (Giuliani, los "segundos pisos", el Centro Histórico
de la ciudad de México, el auge urbanístico en Santa Fe,
el "Houston" del occidente del DF) y resulta que el muy ingrato se moviliza
para protestar por la inseguridad.
La marcha se realiza y la derecha, siempre alerta para
capitalizar lo que la izquierda abandona, se monta en ella (infructuosamente,
como se vio después). Los medios de comunicación se suman.
De hecho, la inmensa mayoría de los asistentes acuden convocados
por la televisión, la radio y la prensa escrita. Hay medios que
lo hacen porque entienden que es un tour de force contra López
Obrador y quieren "domarlo", y hay otros que lo hacen simplemente por coherencia,
y toman como destinatarios a los gobiernos federal, estatales y municipales.
Buena parte de los asistentes pertenecía a los
sectores pudientes de la sociedad mexicana (las calles aledañas
a Reforma y en el Centro Histórico llenas de autos con choferes
y guardaespaldas aburriéndose en la espera, decenas de autobuses
de escuelas particulares estacionados, restaurantes de lujo repletos antes,
durante y después de la marcha; como me dijo alguien: "era como
un centro comercial, pero a lo bestia"). Claro que también hubo
esa tradición muy mexicana que se llama acarreo y "pase de lista"
(las grandes tiendas departamentales de los centros comerciales "exhortaron"
a sus empleados a que asistieran). Pero en cuanto a demandas distó
mucho de ser una movilización de derecha. No se movilizaron en contra
de expropiaciones a empresas privadas, o en contra de impuestos a artículos
de lujo, o en contra de leyes que obligaran a las empresas a pagar salarios
justos, o en contra del apoyo con petróleo al gobierno de Cuba,
o para tumbar a un gobierno "rojillo". Se manifestaron porque padecen la
criminalidad. No era precisamente el populacho, pero, ¿entonces
qué?, ¿qué los asalten, secuestren y que los maten
por bonitos(as)?
Durante años el PRD le ha temido a las calles.
Toda movilización que no fuera de apoyo a su partido o a sus dirigentes
era vista con recelo. La satanización del movimiento estudiantil
de la UNAM en 1999 (porque no lo dirigía), y años y años
desmantelando organizaciones sociales, y resulta que la calle la toman
esos a quienes tanto se ha tratado de halagar: los que tienen y pueden.
Por su lado, los medios fueron los primeros sorprendidos
por el éxito de la marcha. Televisa sólo atinó a hacer
una mesa redonda con el tema "¿Y después de la marcha qué?",
y a pedirle a los tres cochinitos (Fernández de Cevallos, Jackson
y Ortega) que se comprometieran a hacer acuerdos para resolver el problema
de la inseguridad. ¡A estas alturas del partido esperar algo de esas
personas! Es como creer en ovnis...
No son pocas las veces que los medios han confrontado
al Gobierno de la ciudad de México. La difusión de los videos
del caso Ahumada y los reportajes sobre el tema de la inseguridad son algunos
ejemplos. La "Marcha del Silencio" sirvió para exacerbar los ánimos.
De ahí a calificar a algunos medios, particularmente a Televisa,
como "la mano negra del fascismo", había sólo un paso...
y se dio de inmediato.
Sin embargo, una lectura atenta de algunos medios sirve
para dimensionar: Crónica, el periódico "preferido"
de López Obrador, tiene cuando menos dos sexenios insistiendo en
lo que ahora demanda el PRI: que no se litigue en los medios de comunicación
sino en los tribunales. Reforma, otro diario muy "apreciado" por
AMLO, ha documentado la corrupción de todo el espectro político,
no sólo del PRD. El Universal mantiene una planta digna de
reporteros y comentaristas. La Jornada no abandona su compromiso
popular (que ya va para 20 años) y es el medio más consultado
por la audiencia cibernética. Televisa, en los días siguientes
a la marcha, en sus noticieros siguió y abundó en las denuncias
de López Obrador en contra de las ventas de Banamex y Bancomer.
Semanas después, reporteros de Televisa investigaron la desviación
de recursos, destinados originalmente al combate contra el sida, a la organización
derechista Provida, y documentaron la práctica de abortos clandestinos
en clínicas de esa organización que, supuestamente, es antiaborto.
Y hay más casos que espacio.
En otro extremo, Televisa hizo una cobertura chabacana
y cursi de la boda de la periodista Letizia con un miembro de la realeza
hispana (perdón, no recuerdo el nombre, tal vez en la letrina...),
con medios que no dedicó a los atentados del 11 de marzo. O se hizo
eco del cuento engañabobos de los ovnis supuestamente avistados
por la Fuerza Aérea Mexicana. Además, en uno de sus especiales
dedicado a los franeleros, encabezó esa moda peligrosa que
es la criminalización de la pobreza. Ahí se presentó
a los franeleros, limpia parabrisas y vendedores de crucero como
si la mayoría o todos fueran secuestradores y asaltantes. Claro
que, como acuse de recibo, el señor Ebrard (que, si no me equivoco,
es jefe de la policía de la "Ciudad de la Esperanza") dedica ahora
sus esfuerzos a perseguir y penalizar la pobreza. Se pasa entonces de combatir
la delincuencia a combatir a los pobres... y otra vez para halagar a un
sector.
Así que parece que ni una cosa ni otra. Ni Televisa
y otros medios electrónicos e impresos son la avanzada del fascismo
en México, como denuncia el PRD. Ni tampoco Televisa y otros medios
electrónicos e impresos son la "vanguardia de la democratización"
mediática y social, como se autodenominan locutores, comentaristas
y editorialistas. De la misma forma, el gobierno de López Obrador
se debate entre el apoyo a los que menos tienen, programas sociales e iniciativas
culturales elogiables, por un lado, y, por el otro, el autoritarismo y
la persecución a la pobreza con operativos policiacos cuyas
imágenes remiten a las de Irak ocupado por las tropas inglesas y
norteamericanas.
No, unos y otros se están acomodando, definiéndose.
No sólo en machacar en que pobreza es sinónimo
de delincuencia, es donde se encuentran medios y políticos. Día
a día se suceden escándalos políticos y financieros
que no tienen ninguna sanción penal, y todo se reduce a una condena
moral. Ya no se discute si algo estuvo mal hecho moralmente, sino si es
ilegal o no. El sistema jurídico mexicano, junto con todo el Estado,
se haya inmerso en un lago de podredumbre donde se avalan, con leyes y
jueces, crímenes de lesa humanidad. Desapariciones forzadas y represión
(como las protagonizadas, entre otros, por Echeverría), fraudes
(como los de la Lotería Nacional), desvíos de recursos (como
los del PAN a Provida), robos disfrazados de acuerdos legislativos (como
el perpetrado contra los trabajadores del Seguro Social), y lo que se acumule
en la programación de hoy, todo se permite por el "imperio de la
ley", pero se cultiva, con irresponsabilidad, el rencor social.
Mientras todo esto ocurre, detrás de la agenda
mediática se avanza en otra agenda, la de la destrucción
del Estado mexicano...
¿Una programación diferente?
Fuera de esta programación hay individuos, colectivos,
grupos, pueblos que entienden que detrás de esa supuesta "agenda
nacional" está otra, la real, que consiste, grosso modo,
en la destrucción de México como Nación. Ellos y ellas
saben que el desmantelamiento frenético e implacable del Estado
nacional, conducido por una clase política falta de oficio y de
vergüenza (y acompañada en no pocos casos por algunos medios
de comunicación y por el sistema jurídico en pleno), llevará
a un caos y a una pesadilla que ni en la programación estelar de
terror y suspenso podrían igualar.
Como si naufragara en el mar neoliberal, la Nación
Mexicana se hunde cada vez más, y se parece cada día menos
a sí misma y más a nada. El país cuya historia fundacional
se remite a un islote en medio de una laguna, se ahoga en aguas que no
son suyas.
Pero hay mexicanos y mexicanas que resisten. No sin dificultades,
con los tropiezos y sinsabores que da el deber, van construyendo pequeños
espacios, islotes encima de los cuales se sueña, se lucha, se trabaja.
Islotes donde, mañana, México será México,
tal vez un poco mejor, tal vez un poco más bueno, pero México.
De uno de estos islotes de resistencia, no el mejor ni
el único, de la autonomía en las comunidades indígenas
zapatistas habremos de hablar. Hablaremos de los caracoles y las
Juntas de Buen Gobierno, de nuestras fallas, errores y de lo alcanzado,
sin más imagen que la mirada que acoja nuestra palabra, y sin más
audio que el que nos otorguen el oído y el corazón de quienes,
sin estar acá, son con nosotros.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, agosto del 2004, 20 y 10.
Celebra la Cocopa que Marcos haya roto el silencio
San Cristobal de las Casas, Chis., 19 de agosto. La Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) celebró que el subcomandante Marcos haya roto el silencio que mantuvo durante largo tiempo, y consideró que de esta forma abre la posibilidad de un "acercamiento" con la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
El diputado panista Luis Andrés Esteva Melchor, presidente en turno de la Cocopa, dijo que una vez que se difundan los comunicados de Marcos, los integrantes del organismo legislativo los analizarán y buscarán contactos.
"Qué bueno que aparezcan estos mensajes de Marcos, porque nos hace sentir que podemos tener mayor posibilidad de contactar" con la comandancia zapatista", manifestó el legislador al ser entrevistado esta noche en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, donde seis integrantes de la Cocopa se reunieron con indígenas desplazados por el conflicto armado.
-ƑLos comunicados del EZLN les dan la esperanza de contactar con la comandancia? -se le preguntó.
-Sí, siempre será mejor que esté presente, aunque sea mediante mensajes de este tipo, a que no diga nada.
Comentó que "el silencio del EZLN era ya muy prolongado", por lo que "de alguna manera esto comienza a presentar un escenario distinto y ojalá pueda haber un acercamiento". Insistió: "qué bueno que los haya (los comunicados), lo celebramos".
Al preguntarle si la Cocopa ha tenido algún acercamiento con la comandancia del EZLN, Esteva Melchor respondió: "Hasta ahora no ha habido contacto desde el punto de vista formal, o sea, la interlocución que debe haber con la comandancia, pero la buscaremos, sólo nos falta encontrar medios eficaces para conseguirla, y que también exista el propósito del interlocutor de aceptarla". ELIO HENRIQUEZ, CORRESPONSAL
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