México D.F. Domingo 15 de agosto de 2004
En los operativos ha habido remisiones "por error"
Dar la apariencia de dedicarse al sexoservicio y caminar por alguna calle donde haya denuncias vecinales son motivos suficientes para ser remitido ante un juez cívico. Por lo menos así ocurre en la delegación Cuauhtémoc, donde empleados de la Dirección General de Seguridad de la demarcación indican a efectivos de la policía comunitaria a quién detener, durante los operativos contra la prostitución.
Aunque la mayoría de los detenidos son prostitutas, tarjeteros o chichifos -jóvenes que sin ser transexuales o trasvestis se prostituyen con personas de su mismo género-, a decir del mismo personal que realiza los operativos, en ocasiones "por error" se llega a remitir a personas que no tienen nada que ver con el sexoservicio.
Uno de esos casos fue el de una mujer que caminaba por Insurgentes, a la altura de la colonia Roma, y fue levantada. Posteriormente, en el juzgado cívico, demostró que sólo transitaba por el lugar.
La delegación Cuauhtémoc realiza de 12 a 15 operativos de este tipo al mes.
En la fracción séptima del artículo 24 de la Ley de Cultura Cívica se tipifica como "infracción a la tranquilidad de las personas" el "invitar a la prostitución o ejercerla", e inclusive "solicitar dicho servicio", aunque el reglamento aclara que "sólo se procederá a la presentación del probable infractor cuando exista queja vecinal".
En los despliegues policiacos participan elementos del grupo Plata Omega, a cargo del director general de Seguridad Pública de la delegación, Mario Alberto Camacho. Los días que hay operativo, un convoy sale de la sede delegacional minutos después de las seis de la tarde. Va de avanzada una camioneta oficial, donde viajan personas vestidas de civil, y detrás van cinco o seis unidades policiacas con la torreta apagada.
Lupe, una sexoservidora presentada ante el juez en días pasados, asegura: "no es cierto que exista denuncia vecinal, nada más nos suben por chingarnos. A mí me han bajado hasta de taxis. Los policías son salvajes.
"Las famosas quejas de los vecinos nada más indican la calle, un número aproximado de las que trabajamos -por cierto, nunca le atinan- y no nos dejan ver las firmas de los supuestos vecinos", sostiene.
Los indicadores -los empleados vestidos de civil- son quienes determinan a quién detener; en ocasiones les basta con la apariencia para señalar al elegido. AGUSTIN SALGADO
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