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México D.F. Domingo 15 de agosto de 2004
Rolando Cordera Campos
La hora de la política
En sendas intervenciones durante la ceremonia por el 20 aniversario luctuoso de Bernardo Quintana, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente, y el empresario Carlos Slim convocaron a la unidad nacional como condición para que México salga del marasmo. Discutible y sospechoso, como es el vocablo que tanto sirvió en el pasado para conculcar derechos políticos y postergar sin fecha de término reclamos sociales, parece, sin embargo, claro que el país necesita de grandes dosis de acuerdo entre sus fuerzas políticas y sociales para acometer las grandes tareas que tiene enfrente.
Retomar el crecimiento y recuperar el "milagro mexicano" del desarrollo con estabilidad es la propuesta de Slim, y en ella justifica su llamado a la unidad. Salir de la coyuntura y la inmediatez, "creer en México y pensar en grande", son los vectores del discurso del rector para abrir paso a una reflexión de fondo sobre las políticas de Estado que a México le urgen.
Desde la inevitable y nociva coyuntura de la sucesión presidencial adelantada, y de la agudización del conflicto social que produjo la reforma a la Ley del Seguro Social, estos llamados, sin duda, van más allá de la circunstancia y bien podrían ubicarse en una perspectiva que trasciende 2006. De ese tamaño es el trayecto esbozado por ambos para México.
Se trata de convocatorias que buscan precisar lo importante, pero que no soslayan lo urgente. Lo importante: consolidar los cambios económicos y políticos realizados, y poner a México en una senda de progreso social que lo lleve pronto a niveles y calidad de vida superiores; lo urgente: superar el pasmo económico, "la larga atonía" y propiciar un "rencuentro de la política con la sociedad", poner la primera al servicio de la segunda y empezar a concretar los anhelos de la población.
El país no encuentra su lugar en la globalización y tampoco acaba de alinear los enormes cambios en sus tejidos internos. De aquí la necesidad de "nuevos pactos y políticas de Estado" que le den consistencia a la política democrática, por definición plural y diversa, atributos sin los cuales no hay riqueza ni creatividad y se cae en manos de burocracias iluminadas y grupos concentrados de poder financiero, mediático, corporativo.
El jueves fue día de convivios de gran aliento. Al recordar al gran industrial de la construcción, los universitarios se acercaron a la política y a los grandes proyectos en los que se sustentó la más larga fase de desarrollo económico y social que México ha vivido en su historia (1935-1980). Por la tarde, al ingresar Gilberto Borja como académico titular a la Academia Mexicana de Ingeniería, las realizaciones de la empresa y del trabajo, de la técnica y de la ciencia mexicanas, se concretaron en un discurso apasionado por el desarrollo nacional y el despliegue de las potencialidades y destrezas que México ha acumulado en esta evolución difícil pero sin duda efectiva, contable, tangible, como lo mostró este otro respetado ingeniero constructor de presas, empresas y empeños generosos por la educación y la cultura de México.
Ese mismo día, convocados por la Fundación Colosio y el sindicato de trabajadores de la banca, académicos y funcionarios, sindicalistas y políticos en activo, pasaron revista a la aventuras y desventuras del sistema financiero mexicano; hicieron cuentas de sus enormes pendientes, y la mayoría tomó partido por la rehabilitación de la banca de desarrollo, más que por su apresurada fusión. Lo urgente: que la banca y el resto de los intermediarios financieros que han emergido en estos años de cambio y crisis respondan a las necesidades de la acumulación y la innovación, sobre todo a las de las pequeñas y medianas empresas; lo importante: modular la obsesión por el cambio, dejar atrás la reformitis y dar paso a la reforma tranquila, actividad que si algo requiere es de calma para poder encontrar su camino y ponerse al servicio de la producción y del crecimiento.
Darle a la política su lugar en este contexto abrumado por la crispación y el desencanto es urgente e importante. Es en la política donde podemos encontrar la fuente de los acuerdos, las decisiones y las visiones que nos saquen del marasmo que todo lo ofusca y nos pone, aunque sea virtualmente, al borde de confrontaciones suicidas. Es ésta la dimensión que hay que cuidar en estos tiempos que podrían ser, por fin, de cambio concertado y concientemente dirigido a lo fundamental, que es el bienestar colectivo y la equidad, sin la cual este bienestar no es creíble ni sirve para la cohesión básica de los mexicanos.
Soslayar esto, trasladando la convocatoria y la mesa del intercambio a una sociedad civil evanescente y cuarteada por tanta desigualdad y pobreza, es evadir un compromiso que es vital tejer hoy para que la disputa por el poder político, presidencial y del Estado se dé en condiciones de paz y no bajo el ruido de los tambores de guerra. Es la hora de la responsabilidad política y ésta empieza por los políticos que gobiernan. Del Presidente para abajo.
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