México D.F. Domingo 15 de agosto de 2004
"No podemos perdonar a los que no tuvieron compasión",
expresa Rosario Ibarra
Familiares de víctimas de la guerra sucia
se manifiestan ante la casa de Echeverría
Anuncian visitas al fiscal Carrillo Prieto, al procurador
Macedo y al juez César Flores
JAIME AVILES
Con rojas huellas de manos ensangrentadas y letreros blancos
que gritaban "¡Genocida!" quedó cubierto el portón
de la casona de San Jerónimo Lídice donde se refugia del
juicio de la historia el ex presidente Luis Echeverría Alvarez.
"¡Alerta, alerta, alerta a los vecinos: al lado
de su casa está viviendo un asesino!", vociferaban sin descanso
representantes del Comité Eureka, encabezados por doña Rosario
Ibarra de Piedra, así como miembros de la filial mexicana de HIJOS,
que agrupa a familiares de los 557 desaparecidos durante la guerra sucia
de los años 70.
"Políticos
y militares han dicho que debemos perdonar a nuestros verdugos, pero no
podemos perdonar a los que no tuvieron compasión cuando llevaron
a nuestros compañeros a las cárceles clandestinas y los torturaron",
recordó doña Rosario en su improvisado discurso. "¿De
qué los vamos a perdonar? ¿De haberse llevado con vida a
nuestros hijos?", insistió. "¡Queremos justicia para todos
los políticos que hablan del perdón para el asesino Luis
Echeverría! ¡Queremos justicia para el farsante de Roberto
Madrazo!"
Vestida precisamente como la justicia, en su atuendo más
corrupto y prostituido, la comediante y comediógrafa Jesusa Rodríguez
ofició como maestra de ceremonias durante el que fue declarado primer
"escrache" argentino que se efectúa en México, adoptando
así una tradición nacida en Buenos Aires para señalar
públicamente los domicilios de los torturadores y asesinos que se
destacaron en aquel país del sur bajo la dictadura de Jorge Rafael
Videla.
"Pronto iremos a las casas del fiscal Ignacio Carrillo
Prieto, del procurador Rafael Macedo de la Concha, del subprocurador Santiago
Vasconcelos y del juez César Flores que se coludieron para fortalecer
la impunidad de Luis Echeverría, uno de los peores chacales del
2 de octubre de 1968 y el principal responsable de la matanza del 10 de
junio de 1971", anunció la Rodríguez, antes de advertir que
"si no hay justicia, habrá repudio, a donde quiera que vayan, donde
quiera que estén".
La protesta comenzó y terminó con un desfile
entre las electrificadas mansiones de San Jerónimo, cuya quietud
de fortaleza sabatina fue perturbada por los rabiosos gritos del coro,
los graves tambores, la música del altavoz y los cohetones. Al llegar
a la residencia de Echeverría, el cortejo efectuó una breve
"olimpiada por la justicia", en la que fue apaleada una piñata con
el rostro del ex presidente, en cuyo interior había sapos y culebras
de plástico mezclados con el confeti.
Después
se desarrolló una carrera de obstáculos entre un sátrapa
con cara del Monje Loco y una imitación de Ana Gabriela Guevara,
atletas que fueron representados por la actriz Carmen Huete y el joven
Pável Ramírez, hijo del desaparecido político Rafael
Ramírez Duarte. Y ganó la Guevara, por supuesto.
En seguida las doñas de Eureka y las muchachas
de Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio
(HIJOS) procedieron a lanzar globos de pintura roja y a estampar las huellas
de sus propias manos sobre el portón de la casa del ex presidente.
Uno de los participantes más entusiastas fue Mario Alvaro Cartagena
López El Guaymas, a quien hace 28 años le cortaron
la pierna izquierda en una sesión de tortura.
Una vez que la puerta quedó marcada con las señales
del repudio, la pequeña manifestación reanudó su caminata
por el barrio elegante y, sin imaginar que hacia allá la conducirían
sus pasos, terminó tras las rejas y murallas de la Escuela Superior
de Guerra, donde la consigna central sufrió un ligero cambio: "¡Alerta,
alerta, alerta a los vecinos: en el 68 hubo un ejército asesino!"
Doña Rosario tomó la palabra de nuevo, para
evocar que los militares, "generales, coroneles, mayores, gente del pueblo
como ustedes, fueron los primeros en decirnos dónde estaban las
cárceles clandestinas". Entonces lanzó un exhorto: "¡Soldados,
luchen por un México mejor, porque si no el día de mañana
surgirá un verdadero ejército de milicianos!"
Para finalizar, la manifestación caminó
en sentido contrario por avenida San Jerónimo, causando un pequeño
embotellamiento que obligó a los tripulantes de la patrulla MACI-5434
a desviar amablemente el tránsito. Dos horas después de haber
comenzado, la protesta se disolvió con este canto: "Olé olé
olé olá, como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los
iremos a encontrar". Antes de retirarse a su cabaret de Coyoacán
y agradecer la colaboración del Frente Zapatista de Liberación
Nacional, Jesusa deseó a todos los que piden la cárcel para
Echeverría que repitan este tipo de actos frente a la casona del
ex presidente asesino hasta que se haga finalmente la justicia.
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