México D.F. Jueves 12 de agosto de 2004
La desconfianza hacia el CNE se refleja en el
ir y venir de denuncias, a unos días del referéndum
Chávez se ofrece como "el garante" de la reunificación
de Venezuela
El vicepresidente Rangel presenta un libro para demostrar
que "los represores de ayer reaparecen como los defensores de los derechos
humanos de hoy" Observadores dan su aval
ARTURO CANO ENVIADO
Caracas, 11 de agosto. Hugo Chávez Frías
se define como un "hombre de diálogo" y ofrece acercarse a los empresarios,
a la Conferencia Episcopal, a los universitarios, incluso a los partidos
políticos que batallan en su contra. José Vicente Rangel,
hoy vicepresidente de la República, le hace ver que "con un país
dividido es muy difícil avanzar y gobernar". Hugo Chávez
dice estar "totalmente consciente" de ello y se ofrece como garante de
la "reunificación del país".
Hugo
Chávez Frías y José Vicente Rangel miran y escuchan
estas frases en el Teatro Teresa Carreño. No son imágenes
de hoy, sino de diciembre de 1998, cuando Chávez corría por
la presidencia de la República y Rangel conducía un programa
de televisión y entrevistaba al candidato. La selección de
ese pasaje hecha por Rangel, la presencia de ambos en este acto, avalan
los viejos dichos de Chávez, en la hora de la peor división
que Venezuela recuerde.
"Seguiré siendo el hombre de la unidad", ofrece
Chávez en la entrevista de hace seis años. Un Chávez
que rechazaba la idea de haber despertado el odio entre los pobres de Venezuela.
"Con ellos hay dolor, pero sobre todo se respira amor".
Fin del video. Fernando Carrillo, actor de telenovelas,
es el maestro de ceremonias: "El discurso de nuestro presidente ha sido
el mismo siempre", dice, resumiendo el sentir de los asistentes, que encuentran
gran actualidad en las palabras del candidato Chávez.
El motivo del encuentro es la presentación de una
cuarta edición del libro Expediente Negro, que Rangel escribiera
en sus años de periodista, y que ahora actualiza para demostrar
"que los represores de ayer reaparecen como los defensores de los derechos
humanos de hoy".
El libro es un recuento de la tortura y las desapariciones
en los 60 y los 70, y de ahí se desplaza hasta llegar al caracazo
de 1989, cuando el presidente Carlos Andrés Pérez aplastó
una revuelta popular con saldo de centenares de muertos.
En el acto hay música, minidocumentales en pantalla
gigante y discursos. Los cortos en video estelares son los que presentan
a Chávez en prisión, y las difíciles condiciones de
su reclusión tras el fallido golpe de Estado de febrero de 1992.
Todo para demostrar, en la visión de Rangel, que las opositores
que ven en este gobierno autoritarismo y represión "son los mismos
farsantes de la IV República, en tanto nosotros somos hijos de la
lucha por la defensa de la libertades".
Tras el recuento de muertos y desaparecidos de la guerrilla
y otras gestas cívicas Rangel asegura: "Nada de esto se ha repetido
en el gobierno de Hugo Chávez, ni se repetirá".
En el teatro, con el gabinete en pleno, el punto queda
demostrado, sobre todo cuando Chávez da testimonio de algunos asesinatos
y abusos que él conoció. "Casi 20 años de verlo cerca,
de saberlo", dice el presidente, en una alocución donde desfilan
la Biblia, Jesucristo, el Che y Thomas Jefferson. Chávez
conecta los abusos de aquellos sus primeros años con su decisión
de ir a la "rebelión militar" en 1992.
Sin embargo, una pregunta queda en el aire. La del periodista
y ahora vicepresidente Rangel: ¿cómo afrontará Chávez
el reto de gobernar "un país dividido"?
Para responder, el chavismo debe superar la prueba de
este domingo, cuando se define la permanencia en el poder del presidente.
Si Chávez gana tendrá oportunidad de demostrar que sigue
siendo hombre "de unidad".
La Candelaria sin escuálidos
Reina la calma en La Candelaria. De pronto, una mujer
mayor atraviesa la plaza y refunfuña: "Chavistas pataenelsuelo".
De un grupo formado por tres jóvenes y una muchacha militar, enfundada
en su uniforme camuflado, sale el grito: "¡Una bulla para la escuálida!"
Y de los cuatro puntos de la plaza sale la mezcla de chiflidos y gritos.
Pero nadie se mueve de su sitio. Cosa rara en La Candelaria, donde en los
días pasados se han armado varias trifulcas entre chavistas y opositores,
por la negativa de los primeros a permitir que se instalen los promotores
del sí a la revocación del mandato.
Lo mismo ocurre este día en la Plaza Bolívar,
rodeada del Parlamento y muchos de los edificios del gobierno, donde se
da otro enfrentamiento que incluye el breve secuestro de un fotógrafo
español.
En La Candelaria, los opositores fueron echados por efectivos
de la Guardia Nacional, que hoy departen alegremente -sus dos tanquetas
subidas a la plaza- con los promotores del no a la revocación.
"Nos dañan nuestras cosas, nos vienen a provocar,
tenemos permiso y ellos no", dicen los jóvenes chavistas cuando
se les pregunta por qué no conviven pacíficamente con el
sí, como ocurre en la mayor parte de la ciudad.
O, mejor dicho, ocurría, porque hoy los enfrentamientos
se trasladan a un punto cercano, la Plaza Bolívar, en la zona de
oficinas gubernamentales. Ahí, chavistas y opositores se enfrascan
en una gresca y los primeros retienen brevemente a un fotógrafo
español.
Igual que los opositores, los muchachos oficialistas de
La Candelaria culpan de todo al bando contrario. Acusan a los "escuálidos"
de haber traído a la Policía Metropolitana, bajo el mando
del opositor alcalde mayor de Caracas, y de instalar un puesto para vender
comida y cerveza. "Es como si nosotros llevamos cerveza a la Plaza Altamira",
dice Nilsa Rosal, jefa del toldo chavista y vecina del lugar desde hace
tres décadas. "¿Por qué vienen a nuestro territorio?",
reclama un joven a su lado.
"Ellos son territorialistas", dice, lejos de La Candelaria,
Leyla Gómez, una treintañera que participó en el vano
intento de instalar el toldo opositor. "Me apuntaron en la cara con un
FAL, pero vamos a ir de nuevo".
A su lado, Ricardo Pachón, dirigente vecinal en
el rumbo de Chacao, se hace eco de las advertencias de los líderes
opositores que ya anticipan un "fraude electoral": "Si el domingo no nos
dejan votar, lo que pasó el 11 de abril (de 2002) se va a quedar
corto".
La OEA certifica secrecía del voto
Por lo pronto, mientras llega la prueba de las urnas,
el eco de las calles se expresa en un ir y venir de denuncias y muestras
de la desconfianza hacia el órgano electoral. La oposición
denuncia que se prepara una trampa con las boletas electorales, pues éstas
habrían sido marcadas con números. El oficialismo pide al
Consejo Nacional Electoral (CNE) retirar algunos gerentes de la empresa
telefónica Cantv, responsable de la transmisión de los datos
de las votaciones.
El CNE se defiende de los dos flancos. "Somos personas
decentes", dice Francisco Carrasquero, su presidente.
En contraste con la desconfianza local, las autoridades
electorales cuentan con el aval de los observadores internacionales. Valter
Pecly Moreira, jefe de la misión de la Organización de Estados
Americanos, se congratula de la eficacia de las máquinas para votar,
que han sido probadas, como todo el sistema de recepción de datos,
en los últimos días. "El secreto del voto está plenamente
garantizado", dice.
Los "coadyuvantes" internacionales son, finalmente, la
única garantía de que los jugadores no la empredenderán
a botellazos contra el árbitro este domingo.
|