México D.F. Lunes 2 de agosto de 2004
Con una matanza se pone fin al movimiento estudiantil
y 10 días después inician los juegos
En 1968 México es sede y tiene su mejor participación
olímpica con 9 medallas
El grupo terrorista palestino Septiembre Negro
tiñe de rojo los juegos de Munich 72
XVIII - Tokio 1964
La
capital de Japón, con gran despliegue de tecnicismo y perfección,
realizó los juegos. La llama proveniente de Olimpia fue recibida
por el atleta Yoshinari Sakai, quien nació el día de la tragedia
de Hiroshima. Las palabras inaugurales de los juegos fueron pronunciadas
por el emperador Hirohito.
Dentro de los atletas más destacados en la decimoctava
edición cabe citar a los estadunidenses Bob Hayes, quien dominó
las pruebas de velocidad, y Don Schollander, quien se impuso en la natación.
De la misma manera a Abebe Bikila, de Etiopía, quien ganó
por segunda vez la maratón.
En la final de judo, deporte nacional de Japón
y disciplina que hizo su estreno en las justas olímpicas, el holandés
Anton Geesink sorprendió y acabó con el ídolo nacional,
Kaminaga. El triunfo del holandés generó un gran desconcierto
y tristeza en toda la población japonesa.
La numerosa delegación mexicana retornó
sólo con una presea: la de bronce obtenida por el boxeador Juan
Fabila.
XIX. México 1968
La elección de la ciudad de México como
la sede de los juegos de la decimonovena Olimpiada, en el congreso de Baden
el 18 de octubre de 1963, generó una gran controversia en la sociedad
médica internacional porque la metrópoli está situada
a más de 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar. Se esgrimía
que este hecho generaría grandes marcas en pruebas de velocidad
y un gran esfuerzo para los atletas en las pruebas de fondo, en teoría,
podría atentar contra la integridad física de los competidores.
Pero en el curso de las pruebas estos mitos fueron destruidos,
así como se apagó el problema estudiantil que tuvo al país
en un vilo por los acontecimientos sangrientos en la plaza de Tlatelolco
apenas 10 días antes de la inauguración de los juegos, el
12 de octubre. Ese día, el fuego olímpico fue llevado en
su última etapa por la atleta Enriqueta Basilio -primera mujer en
hacerlo-. Esta edición de los juegos será recordada por el
surgimiento del Poder Negro (Black Power) que se manifestó
como una protesta contra el racismo estadunidense.
Cuando la bandera de Estados Unidos fue izada con el fondo
musical de su himno, Tom Smith -estudiante de ciencias sociales- y su compatriota
John Carlos, ambos de raza negra, subieron al podio tras ocupar el primero
y tercer lugar, respectivamente, de la prueba de 200 metros planos, sin
zapatos y con medias negras. Smith, luciendo en su mano derecha un guante
negro, y John Carlos en su mano izquierda otro guante negro, bajaron la
cabeza y levantaron sus puños desafiantes, causando un gran impacto.
Por su parte, en el aspecto netamente deportivo, Bob Beamon
logró pulverizar el anterior récord del mundo en salto largo
cuando registró 8.90 metros, 53 centímetros más que
la anterior marca; asimismo, sobresalió el estadunidense Dick Fosbury,
quien impuso una nueva marca mundial e instaló una nueva técnica
para el salto de altura que aún se mantiene; brilló la gimnasta
Vera Caslavska, quien incluso se casó en la ciudad de México;
así como las actuaciones del púgil George Foreman, y de la
nadadora Debbie Meyer. Los grandes derrotados fueron el nadador estadunidense
Mark Spitz y el corredor australiano Ron Clarke, de quienes se esperaban
mejores resultados.
Por lo que toca a México, ésta ha sido su
mejor participación olímpica con la obtención de nueve
medallas: en natación Felipe Tibio Muñoz logró
el oro en la prueba de 200 metros nado de pecho, mientras que los boxeadores
Ricardo Delgado y Antonio Roldán contribuyeron con metal dorado.
Asimismo, hubo tres preseas de plata: Pilar Roldán en florete, el
marchista Daniel Pedraza en la prueba de 20 kilómetros, y el clavadista
de plataforma Alvaro Gaxiola. Y tres más de bronce: la nadadora
María Teresa Ramírez en los 800 metros libres, y con los
boxeadores Agustín Zaragoza y Joaquín Rocha.
XX. Munich 1972
Periodo olímpico de ingratos recuerdos debido al
asalto realizado por una fracción de la organización terrorista
palestina llamada Septiembre Negro, que el 5 de septiembre asaltó
los dormitorios de la delegación de Israel, mató a dos atletas
y se llevó como rehenes a otros 11. Los terroristas exigieron la
liberación de 200 prisioneros árabes en Israel y un avión
que los transportara a Libia. Después de arduas negociaciones, los
terroristas fueron llevados con sus rehenes al aeropuerto de Furstenfelbruk,
donde se inició un tiroteo que duró ocho minutos, con el
saldo trágico: nueve atletas israelíes, un policía
alemán y cinco terroristas muertos. Los juegos continuaron, realizándose
un acto fúnebre al día siguiente en el estadio olímpico,
con la participación de todas las delegaciones con excepción
de los árabes.
Dentro del selecto grupo de los atletas más destacados
de los juegos, estuvo el nadador estadunidense Mark Spitz, quien logró
siete medallas de oro, y la soviética Olga Korbut, quien ocupó
los primeros puestos en la gimnasia olímpica. Para fortuna del mundo
entero, las competencias olímpicas no han sido empañadas
desde entonces por actos terroristas como el sucedido en aquel año
y los juegos se han consolidado como el mejor escenario para batir marcas
y mostrar las bondades de la alta competencia.
En estos juegos, nuestro país siguió con
la cosecha de medallas. El boxeador de peso gallo, Alfonso Zamora, contribuyó
con plata al perder la final con el experimentado púgil cubano Orlando
Martínez.
Fuente: Revista Delegación Olímpica Mexicana
XXVIII Juegos Olímpicos y www.deporte.org.mx/eventos/atenas2004/
|