México D.F. Lunes 2 de agosto de 2004
JAZZ
Antonio Malacara
Wynton Marsalis y Jamie Cullum
EL JAZZ EN la más pura, elegante y accesible
de sus acepciones. El jazz que abreva de una de sus más apacibles
tradiciones para llegar al aliento de un trompetista virtuoso, que a sus
42 años no pierde el sueño tratando de conceptuar un sonido,
que sencillamente lo deja fluir y manifestarse entre la gloriosa canonización
de sus seguidores ("Marsalis es el número Uno") y las descalificaciones
de algunos detractores ("Marsalis es un impostor").
EN
SU ALBUM debut para Blue Note, después de 22 años y media
centena de discos para Columbia, el ganador del primer premio Pulitzer
para un músico de jazz (por Blood on the field) regresa al
formato de cuarteto y graba The magic hour junto a tres jóvenes
músicos de excelente factura: Eric Lewis (piano), Carlos Henríquez
(contrabajo) y Ali Jackson (batería).
ADEMAS TIENE COMO invitados a dos grandes vocalistas
de Blue Note: Bobby McFerrin y Dianne Reeves. Con esta última, el
maestro hace manifiesta su tesis de que la mejor manera de sentir el jazz
es a través del blues (Feeling of jazz), mientras que en
su turno, McFerrin deja a un lado sus recurrentes y disfrutables malabarismos
vocales para "limitarse" a viajar en el tiempo y cantar en una oscura esquina
de Nueva Orleans (Baby, I love you). Con la inmaculada perfección
formal que lo ha caracterizado desde siempre, Wynton preserva los cánones
en todos y cada uno de los surcos, aun en temas de evidente riesgo nu bopero
como Free to be, en la que muestra a plenitud el arte de su instrumento.
Twentysomething
AUNQUE SI DE accesibilidad y éxito vamos
a hablar, tenemos que llegar sin escalas al álbum debut de Jamie
Cullum: Twentysomething, el cual ha vendido de octubre de 2003 a
la fecha casi dos millones de copias. Existen dos discos previos, editados
de manera independiente, que pasaron virtualmente desapercibidos, pero
el año pasado este chaval fue descubierto y lanzado con lujo de
recursos por Universal Music y hoy es ya el artista inglés de jazz
más vendedor de todos los tiempos.
AUNQUE JAMIE CULLUM no sólo vende toneladas
de discos, también hace buena música, y ésta, en honor
a la verdad, es una mezcla tan rara como emocionante. Podríamos
decir que Twentysomething es un disco disparejo, pero preferimos
mejor asegurar que más de la mitad de los tracks incluidos
en él son un manojo de hallazgos refrescantes y vigorosos, en el
que los viejos temas de Frank Sinatra (I get a kick out of you,
I could have dance all night) o Gene Kelly (Singing' in the rain)
o María Grevere (Cuando vuelva a tu lado) son socarronamente
reinterpretados y pasados por los filtros del funk y el soul. Aunque probablemente
uno de sus mayores éxitos haya sido salir airoso después
de cantar y arreglar un clásico del calibre de Wind cries Mary,
de Jimi Hendrix.
ENTRE EL ECLECTICISMO y la desfachatez, con su
cara de escuincle travieso, sus tenis y sus jeans rotos, Cullum
logra de repente prenderse del swing y no lo suelta más que
para lanzarlo por los aires y volverlo a atrapar para seguir jugando. Su
voz, elástica y arenosa, fluye sin dificultad y se apodera del escucha
sin mayor pretensión que la de pasar un buen rato en los brazos
del jazz pop.
UNOS CUATES CASI me excomulgan al confesar mi gusto
por Veintialgo, y aunque ya los antiguos nos enseñaron que
en gustos se rompen madres, no fue para tanto. Por supuesto que el disco
tiene altibajos, pero los buenos momentos son suficiente razón para
agradecer a este desgarbado chamaco la bocanada de aire fresco que nos
hizo reaccionar y retomar la idea de que el jazz no tiene que ser forzosamente
música de riesgo, o que las incubadoras de la industria hacen a
veces bien la tarea (ahí están también el canadiense
Michael Bublé y la inglesa Joss Stone).
SIGUE SIENDO UNA estupidez que a Cullum lo comparen
con Sinatra, pero, vaya, ésa es pecata minuta. Salud.
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